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“Nuestra tarea es difundir y no opinar sobre los espectáculos”

Detrás de escena / Prensa y Difusión

La jefa de prensa Aída Giacani, a punto de jubilarse después de 26 años en el Cervantes, cuenta cómo lograr que los periodistas conozcan la producción del teatro.

Aída Giacani

¿Podés describirnos cuál es tu rol en el Teatro Nacional Cervantes?

Me ocupo de la comunicación institucional a los medios y a la gente de la cultura. Toda la actividad que realiza el Teatro Nacional Cervantes sale de la oficina de prensa hacia la calle, en distintas vertientes. Nuestra función principal es llegar a los medios para que difundan la actividad. Todo se hace por gestión, no hay dinero en el medio, ni canjes. Es gestionar, generar la relación o el vínculo estrecho con la prensa, lo más personalizada posible.

¿En qué año entraste a trabajar al Cervantes?

En 1991. El director era Ricardo Halac, había 50 personas en todo el teatro y ninguna oficina de prensa. Tengo como una idea romántica de lo que llegamos a hacer porque en aquel entonces había una máquina de escribir, una guía telefónica, no había mails, ni nada. Empezamos de cero. Los años 90 fueron terribles en el teatro porque había un director nuevo por año, por lo que no había ninguna gestión que pudiera llevar el desarrollo de un proyecto.

Y ahora te estás depidiendo...

Ahora estoy esperando que me salga la jubilación, que me notifique el ANSES. El año pasado, el ministerio de Modernización de la Nación exigió que las personas que teníamos la edad jubilatoria y los años de prestaciones de servicio nos jubiláramos. Así que por primera vez, al teatro llegaron telegramas de intimación de jubilación, fue muy feo. Se supone que es un premio la jubilación y que te llegue un telegrama que dice “intimamos” fue como sentir una situación de despido. Es muy desagradable, hasta que lo asimilás pasa un tiempo. Pero bueno, es la forma que se usa, según la normativa. Ya tengo el trámite iniciado y en cualquier momento saldrá.

¿Estás contenta?

Sí, estoy contenta porque estoy agotada. Han sido años difíciles. Va a ser un impacto irme de acá porque no es como dejar una empresa, el teatro tiene una mística. Cuando estoy enojada o cuando las cosas están complicadas, me doy una vuelta por las salas y recompongo mi energía. Circular por el teatro te da un estímulo para trabajar, es otra cosa, no es cualquier trabajo. Hacer prensa teatral, además, es una prensa muy específica. Tenemos que conocer de teatro y de periodismo para producir notas de todo tipo y para todo tipo de medios. En esta gestión, la tarea está más dividida. Hay un área de publicaciones que baja los contenidos. Antes los hacíamos nosotros, veíamos el diseño de las gacetillas, definíamos qué aspecto de la obra o de la puesta había que destacar.

Entonces para ejercer tu rol tenés que manejar el lenguaje teatral.

Tenés que hablar con un director sabiendo de lo que estás hablando. Lo mismo con los actores y con los periodistas, a todos hay que cuidar y saber cómo entrelazar para que salga prolijamente a la calle. Nosotros no solo coordinamos notas, que lleva mucho tiempo, sino que hacemos toda la producción fotográfica. Por eso tenemos que saber del espectáculo. Hay que saber que hay momentos en que no podemos ir a insistir a los artistas con una nota porque tienen la cabeza en otra cosa y lo mismo con los periodistas.

¿Cómo es trabajar con periodistas?

Tenemos la rutina que es mandar la información en una gacetilla. Una vez que el periodista está al tanto, empezamos un trabajo personalizado. Ahí empiezan a contar las relaciones que vos tenés con los periodistas. Todo eso es un trabajo que un mail no te lo da, sino la relación personal con el periodista, el respeto. Nosotros nos ganamos esa confianza probablemente porque yo alguna vez estuve del otro lado. Trabajé 10 años en el diario La Razón como redactora, cuando todo venía por escrito y se llenaba el escritorio de sobres con gacetillas. El teatro, en ese tiempo, ocupaba un lugar importante en la sección Espectáculos, no había tanta televisión. Haber conocido el trabajo desde ese lado me ayudó a entablar las relaciones con los periodistas cuando necesitás llamarlos o negociar una nota. Es entender qué necesita el periodista pero, a la vez, cuidar al actor y al espectáculo. El rol del periodista es muy importante. He preparado el trabajo para modelos, que venían como conductoras a entrevistar a algún director o actor, que estaban más preocupadas por el perfil que les tomaba la cámara que por lo que iban a preguntar. Entonces, les explicaba de qué se trataba la obra, quién era el autor, etc. No está bueno que un actor se prepare para una entrevista y que no sepan ni siquiera qué es lo que está haciendo. Para sacar algo jugoso de una nota tenés que saber para qué vas, empaparte un poco del tema. Si no, es una falta de respeto al artista.

¿Dé que lado del mostrador te sentís más cómoda?

Me gusta el periodismo pero nosotros encaramos el trabajo involucrándonos mucho en la producción del espectáculo. Esa parte me gusta más y creo que cuando me vaya de acá, voy a orientarme un poco para ese lado. Quiero tratar de entrar en alguna producción, en el rol de asistente, me gusta mucho el proceso de trabajo desde el texto hasta la puesta teatral.

Existió un programa del Cervantes en el que sus empleados montaban obras. ¿Formaste parte?

En este teatro hay un montón de gente que es artista y que trabaja en la administración o en la parte técnica. En prensa, por ejemplo, tenemos un actor, una actriz, una crítica de teatro, es decir, todos tienen alguna vinculación con el espectáculo desde distintos abordajes. Al director anterior, Rubens Correa, se le propuso armar un ciclo que se llamó “El Cervantes en el Cervantes”, sobre cuestiones artísticas que producía el propio personal. Rubens nos dio esa posibilidad y a partir de 2011, lo hicimos todos los años hasta el año pasado. Utilizábamos recursos del teatro pero sin gastar, no teníamos presupuesto. Pero como todos sabíamos hacer un poco de todo, se cubrían todos los flancos. Hubo muestras de teatro, de artes plásticas, de fotografía y muchos conjuntos de música. Se hizo una programación bastante extensa que se acomodaba a los huecos que había entre un estreno y el otro, con entrada gratuita, solo se solicitaba un alimento o un útil escolar para donar a comedores. Fue un proyecto muy lindo pero no tuvo continuidad.

¿Cómo es la imagen que el teatro tiene este año, desde la opinión pública?

En este momento, la imagen del teatro está muy bien calificada. Esperamos que continúe con 38 SM (38 performances sobre la obra de William Shakespeare, dirigida por el francés Laurent Berger), que es un riesgo porque es una ruptura en cuanto al teatro tradicional. Mucha gente cree que viene a ver Shakespeare y en esa ruptura no encuentra reflejado ese lenguaje.

¿Qué pasa cuando a un espectáculo no le va muy bien?

Nosotros tratamos de separarnos del resultado. Nuestro trabajo es difundir, no opinamos. Cada uno tiene su opinión personal pero hacia afuera somos neutros en ese sentido. Y cuando nos preguntan tampoco adelantamos, intentamos ser discretos. Además, el arte es una experiencia personal, no se puede imponer nada, cada uno tiene una emoción frente a lo que ve. Estamos muy impregnados de todo el proceso, lo cual nos quita bastante de objetividad. Cuesta tomar distancia para sentarte como un espectador y disfrutar, porque conoces parte de la cocina y eso te quita parte del encanto; no es lo mismo que ir a ver una obra a otro teatro, por ejemplo.

¿Qué opinás sobre la gestión de públicos?

Es una rama muy importante que ha contribuido para acercar más personas al teatro. Es un equipo que está preparado, que conoce mucho de educación, que tiene llegada a las escuelas, algo muy importante para los niños y adolescentes. Los docentes deberían ocuparse de averiguar bien a qué teatro llevar a un chico porque puede tener el efecto contrario y salir diciendo que odian el teatro. Creo que está bueno que el Cervantes, que es un teatro de calidad, genere esta convocatoria porque el teatro te abre la cabeza.

¿Cómo crees que tiene que ser la imagen de un teatro público a través de su prensa?

Seria y responsable. La prensa de cualquier lado tendría que ser así, pero el teatro público tiene que dar una imagen de mucha responsabilidad, de tener los materiales que correspondan en tiempo y forma. Creo que es la imagen que fuimos logrando. Intentamos reservar las mejores localidades para los periodistas, eso es el trabajo de todos los días. Pusimos y ponemos mucho empeño para que todo funcione.

¿Qué le debe el teatro a la prensa?

La prensa es un eslabón final en el proceso de producción del espectáculo, porque es la manera de hacer conocer que el espectáculo existe y para que fundamentalmente haya público. No es la única manera, pero es un eslabón importante en esa cadena de comunicación. El teatro “no vive” de la prensa porque la gente se puede enterar de otras maneras, pero es un aspecto importante.


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