Guiados por la incertidumbre, les Jóvenes Periodistas recibieron a cuatro periodistas y críticos teatrales, Alejandro Cruz, Mónica Berman, Daniel Gaguine y Sandra Commisso, para preguntarles sobre cómo debe abordarse hoy la crítica y el periodismo teatral.
“En crisis total” es el diagnóstico que circula sobre el mundo periodístico tradicional, que se tambalea frente al tsunami de las nuevas redes y plataformas. Con el agua que sube hasta el cuello, ¿cómo se puede surfear esa ola sin saber hacia dónde se dirige? En una red de comunicación inundada porlinks y ventanas, ¿cómo hacer que el lector se detenga y lea? Y, en especial, ¿cómo hacer que lea crítica teatral?
Para dilucidar la cuestión, les Jóvenes Periodistas se reunieron con cuatro expertos, Alejandro Cruz, Mónica Berman, Daniel Gaguine y Sandra Commisso, que hablaron sobre su experiencia en los medios gráficos.
“Desde muchos puntos de vista el periodismo está en un momento crítico”, confirma Sandra Commisso, licenciada en Letras por la UBA y periodista del diario Clarín hace más de 25 años. “Todo, no sólo el periodismo cultural, y no sólo acá, sino en el mundo”, dice. Se trata de un cambio de lenguaje: el papel tiende a desaparecer y las redes sociales no paran de ganar terreno. Nadie sabe para qué ni hacia dónde va a disparar: “Cambia totalmente la manera de trabajar: es como un trabajo extra en relación al de todos los días. Hay que inventar nuevas formas de todo, estar atento a todo”.
La misma visión es compartida por Alejandro Cruz, periodista del diario La Nación: “Todo se mide por los vistos y likes. Eso termina definiendo la edición periodística que pasa a ser una construcción colectiva de objetos compulsivos”. En ese contexto, ya no hay dos o tres grandes nombres que produzcan crítica cultural, las firmas en el formato papel perdieron peso y la dinámica de trabajo se vio tremendamente afectada. “Antes estaba la presión del cierre porque había que mandar a impresión; ahora cambiaron los horarios y los tiempos, entrás en un rulo”, describe Cruz. El trabajo es doble: escribir para papel y para web, siempre intentando pensar en ambos. Ante esas inquietudes, Cruz se pregunta: “¿Qué lugar puede ocupar la crítica teatral cuando se la pone en igualdad de condiciones con estos fenómenos, estas noticias efímeras?”.
Si antes una buena crítica en el diario podía llenar la sala toda una temporada, hoy parece que ya no es una referencia. ¿Puede todavía la crítica influir sobre las decisiones del público? Para Daniel Gaguine, periodista, escritor y creador del blog teatral El Caleidoscopio de Lucy, se pone en juego el futuro profesional: “Quiero creer que sí, si no me voy a un callcenter”, se ríe irónicamente. Para calmar las angustias, Mónica Berman, crítica del diario La Nación y docente universitaria, asegura que el sistema todavía funciona: “Me pasó de haber encontrado un espectador con una crítica mía en la mano, me conmovió mucho”. En el espacio del teatro infantil, según cuenta, las vacaciones de invierno sirven para medir este efecto: en ese momento la gente que no tiene vínculo con el teatro empieza a buscar las críticas, cuáles están recomendadas por el diario, porque la oferta es enorme y, en general, costosa: “Ahí sí, nuestro trabajo funciona a full, es muy impresionante”.
En este sentido, Gaguine abre la pregunta sobre la legitimación de ciertas voces, quién legitima a los críticos y a los periodistas; y resalta la importancia de la mirada al momento de escribir. “Hay gente que dice que le gusta todo y eso está legitimado –explica Gaguine– parece que es lo mismo una obra de Rubén Szuchmacher que de las hermanas Marull o de Mariano Tenconi Blanco, cuando en realidad cada uno tiene su estética, su forma de abordar el teatro. Si a mí me gusta todo dejo de ser periodista o crítico y me convierto en un fan que cuenta lo que ve”. Ambos coinciden en que, independientemente de las opiniones públicas, el espectador tiene gran peso en el impacto de una obra. “De todas formas –resalta Gaguine– el crítico tiene que estar seguro de lo que dice y justificarlo siempre.”
A Berman, un editor le aconsejó que no olvidara que “el que lee la crítica está tomando el café con leche a las apuradas”. Formada en la carrera de Letras, piensa la crítica de manera autónoma, desde una posición barthesiana (de Roland Barthes). “Quien pide la escritura es la propia obra y cada obra pide una escritura crítica particular y distinta: si la obra está fragmentada, puedo escribir un texto sin un sólo signo de puntuación; si la obra propone una estructura profundamente lógica, puedo recurrir a escritura definitivamente lógica, filosófica”. Pero el contexto lo es todo y el espacio del diario es limitado: “No tengo mucho lugar y no puedo usar el lenguaje que quiero”. Con enfoque periodístico, Cruz apunta a entender a qué público se dirige: “Pienso en el lector en términos del diario en el que estoy escribiendo, parto de escribir para un ‘todos’ y no para la Academia”.Se trata de comprender el medio y qué nivel de circulación tiene, por eso “se tiene que entender, es periodismo básico”.
Ante el uso de calificaciones y la figura del crítico más tradicional, Sandra Commisso propone una visión más optimista: “Me suena muy patriarcal, el maestro ciruela que va a buscar qué es lo que no le gusta”. La periodista prefiere reivindicar la búsqueda de lo placentero y visibilizar el trabajo de producción, ayudar a difundirlo: “Es importante entender que no hay un sólo público, creo que hay tantos públicos como personas. Y hay que respetarlo: cualquier tipo de teatro, comercial, oficial o independiente, puede estar cumpliendo una función”.
Como recomendación a quienes se estén iniciando en la profesión, Cruz insiste en buscar la especialización, en enfocarse “en el recorte del recorte del recorte… de lo otro el mercado está lleno”. Lo ideal, encontrar una oferta atractiva y amplia. En palabras del periodista, “cruzar muchos terrenos pero manteniendo un eje muy delimitado como núcleo, casi ahondar en lo nerd”. Por otro lado, Commisso agrega un factor: la pasión por lo que se escribe. “Si no te gusta mucho lo que vas a hacer, todo esto te tira abajo enseguida porque es agotador”, reconoce.
Pero, sobre todo, los expertos coinciden en que la formación es clave. “Formarse en todo lo que te parezca que te puede sumar, lo que puedas aportar que marque la diferencia con los demás va a ser lo que te permita encontrar un hueco en algún lado”, dice Commisso. Para Gaguine y Berman, además, es importante ganar saberes prácticos sobre la producción teatral. Esto puede ayudar abrir la perspectiva a la hora de entender una obra o escribir una crítica. En definitiva, sin prejuicios, con estudio y aggiornamento, hay que enfrentar los cambios que no dejarán de avanzar sobre la profesión.
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