Con entrada gratuita, el pasado 7 de agosto, se proyectó La herida y el cuchillo, el documental dedicado a los últimos procesos creativos de Emilia García Wehbi. Filmado por Miguel Zeballos, la película combina el trabajo del creador con la ficción y el ensayo sobre el cuerpo.
Por Carolina Micale
Luego de cinco años y varias horas de rodaje, comenzó a ensamblarse una película. La promesa era mostrar el proceso creativo que compone la vida de Emilio García Wehbi, artista interdisciplinario y director de teatro. El resultado, sin embargo, es más complejo. En La herida y el cuchillo, el punto de vista del director y guionista Miguel Zeballos sigue los pasos del dramaturgo y desnuda su personalidad, entre la captura de ensayos, las performances y la ficción.
Aunque puede prestar a confusión, este largometraje no intenta ser algo como Boyhood (del director norteamericano Richard Linklater). No es una historia cronológica en donde se ve a García Wehbi envejecer a lo largo de esos cinco años. La temporalidad está desdibujada, va y viene, sin intención de delimitar pasado y futuro. Tampoco es un documental biográfico tradicional; no hay entrevistas, material de archivo o reflexiones del artista sentado en un sillón. La figura del director teatral compone la pieza central de un rompecabezas y, en lugar de un relato lineal, Zeballos presenta una película en donde los géneros dialogan. El documental, la ficción y el ensayo audiovisual se mezclan y crean un universo que se fragmenta al ritmo de la percusión, el cello, la guitarra, la respiración y el silencio.
Como una bitácora desordenada, la película muestra, por momentos, la construcción de más de diez espectáculos, entre ellos Tiestes y Atreo, obra que fue repuesta este año en el TNA – TC. El movimiento de la cámara, al igual que la música, parece acompañar la intensidad de los ensayos y la turbulencia que emerge de cada obra y de cada performance. En esos fragmentos, Wehbi dirige, actúa y hasta pinta utilería. Está en teatros, en salones y en la calle. Cuando corrige a los actores, Zeballos lo captura sentado en una butaca de teatro. Con el ojo de la cámara estática sobre el dramaturgo y la peculiaridad de sus gestos, esos instantes son los únicos que, quizá por una mezcla de incomodidad y empatía, causan risas en los espectadores.
La ficción entra en escena con imágenes lúgubres y minimalistas. Detrás de un micrófono, Wehbi lee algunas palabras mientras mira directo a la cámara, rompiendo, por única vez, la cuarta pared que lo divide del público. Recita textos de su autoría, que aparecen también durante los intertítulos que segmentan la película.
“El cuerpo es el campo de batalla donde se han librado todas las guerras”, dice Wehbi en Communitas, un libro que realizó junto a la fotógrafa Nora Lezano. “Y enfrenta un dilema que también es político: aceptar que el mundo le construya su imagen o imponerse como expresión de minoría frente a la brutal domesticación que de su representación pretende la moda epocal y/o mercantil”, escribe. Pequeñas partes de este libro atraviesan la película de Zeballos. En aleación con imágenes de espectáculos como 50 indicios sobre el cuerpo, crea un relato ensayístico que se vuelve protagonista. Durante la película los cuerpos bailan, se desvisten, se visten, se embarran, se exponen, se liberan, se enmascaran, rompen cosas. Y se aprecian: “el cuerpo es bello porque es cuerpo”, escribe el artista.
FICHA TECNICA
Título: La herida y el cuchillo (Notas para una película sobre García Wehbi)
Dirección: Miguel Zeballos
Producción: Ojo Blindado, Sandra Gugliotta
Intérprete: Emilio García Wehbi
Fotografía y Cámara: Lluís Mirás Vega, Tamara Ajzensztat, Miguel Zeballos
Diseño de Sonido: Fernando Soldevila
Música: Marcelo Fabián Martínez
Dirección de Arte: Mirella Hoijman
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