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Vocación por incluir

La actriz y directora Vilma Mega es la fundadora del espacio Júbilo, teatro para todos, un taller dictado en San Miguel, al oeste del conurbano que, desde hace más de dos décadas, promueve el trabajo en conjunto de personas con y sin discapacidad, de todas las edades.

Por Candela Rodríguez



Hace 21 años, Vilma Mega inició un proyecto solidario que cambiaría su vida y la de las casi 1000 personas que pasaron por aquel espacio lleno de diversidad y compañerismo, ubicado en la calle Italia al 1344. Vilma tenía un sueño: crear y dictar un taller de teatro que no sólo estuviese dirigido a personas “convencionales” -como ella las llama- sino que, además, integrase a personas con discapacidad.


Según la directora, el trabajo integral resulta enriquecedor para todas las partes. “Siempre uno a personas convencionales y personas con discapacidad para que trabajen en conjunto”, dijo. “Esa integración no surge de una manera forzada, sino que es un encuentro totalmente orgánico y con un mismo objetivo, el de aprender”, agregó la fundadora del taller Júbilo, teatro para todos.


Las personas de su entorno, incluida la familia, no lograban comprender por qué prefería dedicarse a integrar a personas con discapacidad, en lugar de trabajar con “convencionales”, tarea que consideraban menos trabajosa. Ante la opinión que frecuentemente recibía acerca del “gran porcentaje de fracaso” al que se enfrentaba con un taller de ese tipo, la directora respondía con esperanza que se “jugaba al cien por cien” por esa pequeña posibilidad de éxito.


Su travesía comenzó con la restauración de un teatro, el Leopoldo Marechal, en 1995. Si bien en 2001 la Municipalidad de San Miguel realizó una lujosa remodelación del espacio, inaugurándolo bajo el nombre de Auditorio Municipal- Teatro Leopoldo Marechal, la directora teatral se fijó en este mucho tiempo antes. “El Marechal comenzó siendo un depósito de acción social que luego quedó abandonado”, comentó. En 1995, le solicitó al entonces Director de Cultura, Alex Vallega, reabrirlo como teatro y, no sólo aceptó, sino que la ayudó a reacondicionarlo. “Limpiamos, pintamos un poco, armamos una consola de luces con tachos y madera, y estrené el espacio con Jepetto, de Roberto Cossa”, dijo la directora. Años más tarde, comenzó a dirigir el elenco especial estable del mismo, el cual convirtió en un “elenco integrado”, brindando un lugar y un mayor nivel de participación en el ámbito cultural a las personas con discapacidad de la zona.


En el año 2000, se inauguró el taller integral Júbilo, teatro para todos en la Dirección de Cultura de la localidad de José C. Paz. Vilma comentó: “Se me otorgó, durante un año, la Asistencia Técnica de Cultura de la Provincia de Buenos Aires y comencé a dar clases de teatro para personas con discapacidad, en José C. Paz: así fue el inicio del taller”. De esta manera, Júbilo representa el primer taller integrado de producción teatral de la zona.


Quienes desean emprender tamaño viaje y sostener en el tiempo su anhelosa búsqueda de integración, suelen encontrar poco apoyo por parte del Estado y de los distintos organismos privados que podrían brindarlo. Concluida la asistencia técnica que se le había brindado para el sostenimiento de su proyecto cultural, Vilma decidió seguir los pasos de su padre, Juan Mega, amante del trabajo solidario y dueño de una gran vocación teatral. “Continué trabajando voluntariamente en José C. Paz y San Miguel con chicos de la Asociación de Protección al Discapacitado (APRODI) y de la Asociación de Protección y Ayuda al Discapacitado (APAD), dando talleres de teatro una vez por semana”, expresó la directora.

Afortunadamente, se cruzó en el camino con personas como Fernando Córdoba, ex Secretario de Cultura y Educación de San Miguel, y Adelma Molinari, ex directora de APAD, quienes reconocieron su labor y le brindaron asistencia en la temática de la discapacidad. “Cuando Fernando Córdoba se enteró de mi trabajo voluntario en 2003 –dijo la ilustre ciudadana de San Miguel, Vilma Mega–, me pidió que me hiciera cargo del elenco especial estable del teatro Leopoldo Marechal; por mi parte, solicité que se cambiara la palabra ‘especial’ por 'integral' y que se pudiera incluir a personas con discapacidad. Así, logré unir el trabajo que hacía en Júbilo, con el del Marechal”. Por otro lado, Vilma sostuvo que Adelma Molinari, galardonada por el Senado con el Premio Rosa de Plata por su sobresaliente trabajo de inclusión de las personas con discapacidad, fue su “referente” y su “guía”; antes de tomar una decisión sobre las obras que escribía, le consultaba y pedía su opinión.


Luego de haber recorrido múltiples establecimientos, en 2001 el taller encontró un lugar estable para desarrollarse, lugar en que continúa dictándose hasta hoy, la Asociación Italiana de Socorros Mutuos de San Miguel. Respecto de lo esencial de la existencia del taller en ese espacio en particular, Vilma dijo: “Es importante que exista este taller en la Asociación Italiana y que, en algún momento, exista uno a nivel regional, porque promueve la inclusión y realización plena de las personas con discapacidad. Adquieren, a través del teatro, la seguridad que necesitan para desenvolverse en la vida. Ellos logran reconocer que sus tiempos no son los convencionales y que está bien, por eso trabajan con mucha alegría y festejan cada uno de sus logros, por más pequeño que sea, porque hasta aprender a decir sus nombres es motivo de celebración”.


La actividad que llevan adelante los integrantes de Júbilo es sumamente heterogénea. No sólo participaron en el proyecto Monólogos de vida, presentado en el auditorio de la Universidad Nacional de General Sarmiento en el marco de la Jornada de Integración de 2006, sino también en otras obras de la autoría de Vilma, como las películas La de los alfajores o La gorra blanca, ambas tocantes a la temática de la inclusión -la primera, de las personas con discapacidad y, la segunda, de las personas con drogadicción-, producidas con la asistencia técnica del ministerio de Desarrollo Humano bonaerense, y declaradas de Interés Social y Cultural por el Honorable Concejo Deliberante del Municipio de San Miguel. Vilma declaró que siente una “profunda admiración por las personas con discapacidad que acuden al taller”, ya que las ve “luchar por tener sus pequeños grandes logros” y, para ella, eso los convierte en “campeones que le ganaron a la realidad de sus propias vidas”.


Para la actriz, su trabajo no sólo se trata de una enseñanza, de una comunicación vertical, sino de un proceso dialógico y participativo que consiste en “potenciar las capacidades que los chicos ya tienen y ayudarlos a descubrir capacidades no manifiestas”. Además, indicó que en ese “trabajo orgánico” entre chicos con realidades tan diferentes, los “convencionales” también aprenden mucho. “El convencional recibe una gran enseñanza al ver el esfuerzo que hace una persona con discapacidad por lograr cosas que para ellos son naturales. Aprenden a valorar lo que tienen y a ayudarse el uno al otro”, subrayó. La palabra en acción y su potencial transformador constituye el núcleo de Júbilo: “Me dedico a enseñarles sobre la importancia de la palabra, y a descubrir cómo en cada frase hay un germen de acción y de transformación”.


Vilma considera que la inclusión comienza cuando se le brinda a la persona con discapacidad las mismas oportunidades que a la persona “convencional”; por eso, los integrantes del elenco que presentan sus obras en teatros como el Actor's Studio o el Leopoldo Marechal, cobran lo mismo sin importar su condición. En este sentido, en 2012, Vilma fue convocada nuevamente por Fernando Córdoba para dirigir la Comedia Municipal del Teatro Leopoldo Marechal -tarea que continúa desempeñando-, y aprovechó para incluir en ese espacio a personas con discapacidad, con el permiso del entonces intendente Joaquín de La Torre: Carla, Sebastián y Adrián son algunos de los integrantes de la Comedia. En continuidad con la idea de inclusividad propuesta, Vilma comentó que, desde hace tres años, el taller es libre y gratuito para personas con discapacidad.


Carla tiene una discapacidad congénita, comenzó a tomar clases de teatro en Júbilo hace 17 años y disfruta mucho de las actividades propuestas por Vilma. Estas van desde los bailes para entrar en calor y los trabalenguas para practicar la palabra, hasta el aprendizaje de largos monólogos y la presentación de obras como ¡Jettatore! de Gregorio de Laferrère o El día que el lobo dejó de ser feroz de Vilma Mega, tanto en teatros como en encuentros en distintos puntos del país, como el de Integración por el Arte de Mar del Plata, en que Carla participó reiteradas veces.


El padre de Carla sostuvo que el taller le permitió a su hija “adquirir seguridad, aceptar con naturalidad su discapacidad y mejorar su desenvolvimiento”. Otro participante dijo: “El taller permite la inclusión de una persona con discapacidad, su inserción en la sociedad de una manera natural y deseable. Júbilo hace un aporte fundamental a nuestro crecimiento intelectual y formativo”.

Actualmente, si bien Júbilo, teatro para todos se mantiene en contacto con sus participantes a través de sus redes sociales, las clases presenciales serán retomadas en cuanto la compleja situación sanitaria lo permita. El taller que ayuda a superar dificultades y a lograr, no sólo la autoaceptación sino también un mayor nivel de inclusividad de las personas con discapacidad, se dictará los sábados de 11 a 12.30, en la Asociación Italiana de Socorros Mutuos, en San Miguel.


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