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Un militante del teatro en Mar del Plata

Desde Mar del Plata, Barullo federal entrevista a Antonio Mónaco, ex director de la EMAD de la ciudad balnearia, luchador por la excelencia artística en el circuito independiente y la expansión de las artes escénicas para todos los públicos.


Por Sebastián Fraternali




Antonio Mónaco, maestro de renombre en nuestro teatro contemporáneo, habla de su paso por Teatro Abierto en el Picadero de Buenos Aires, su marca en la Escuela Municipal de Arte Dramático de Mar del Plata (EMAD) y el teatro independiente local, con su contundencia y transparencia características.



-¿Qué quiebre se produce, para Antonio actor/director/persona, entre el terrible atentado al Picadero y su llegada a Mar del Plata?

Se produce un quiebre con dos caras; como las dos máscaras del teatro. Por un lado, la cara de la Tragedia: me habían destruido un proyecto, el lugar propio donde experimentar y concretar mis sueños artísticos. Además, el lugar físico en el cual yo daba mis clases, que era la actividad de la cual vivía, puesto que el Teatro del Picadero todavía no había logrado ser rentable como para que tuviera un sueldo en mi condición de Director artístico. Por otro lado, la cara de la Comedia. Había ganado el concurso nacional para dirigir la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD), con Agustín Alezzo, Osvaldo Bonet y Julio Ordano como jurados. Un lugar donde podía retomar una de mis actividades más queridas: la docencia. Se me dio la milagrosa oportunidad de diseñar el plan de estudios y formar un cuerpo docente coherente, consustanciado con la metodología que suponía poner en marcha ese plan de estudios. Yo me formé en la ciudad de La Plata, que amé profundamente. Mi mudanza a Buenos Aires en el año 1972 fue traumática. Sufrí mucho el clima tenso, por momento violento de esa ciudad. El modo, el clima, la velocidad con la que la gente camina me eran insufribles. Sentía que la única manera de “andar” era atropellando, para no dejarse atropellar. Y la llegada a Mar del Plata me volvió a mi ritmo de La Plata, donde caminar era un disfrute. Donde uno puede ver el cielo, apreciar y disfrutar el paisaje, donde la naturaleza está más presente que la edificación.


-¿Qué lugar ocupó en tu vida la EMAD?

La EMAD en mi vida ocupó un lugar preponderante. Le dediqué todos mis esfuerzos sin retaceo. Durante veinte años ejercí la Dirección, más la titularidad de la cátedra Interpretación, más el dictado de las clases del Taller de Entrenamiento y Perfeccionamiento Actoral (destinado a egresados y actores del teatro independiente). Y durante esos veinte años no he dado ni un día de parte de enfermo. En dos ocasiones, debí ser sometido a intervenciones quirúrgicas y elegí hacerlo en épocas de vacaciones. Durante el verano, mientras gozaba de las vacaciones que me correspondían como a cualquier docente, asistía a todas las funciones de los espectáculos que hacían en la sala de la Biblioteca Municipal los alumnos que egresaban. Y todo eso ha sido vivido con alegría (otra vez la cara de la Comedia). Por el contrario, me llevó algunos años comprender que nunca iba a conseguir de la Municipalidad el cumplimiento de sus compromisos. El proyecto con el cual gané el concurso, además del Plan de Estudios con el que arranqué mi actividad, comprendía otros compromisos que voy a enumerar: 1) La adquisición de un edificio donde hacer las instalaciones para el funcionamiento de la EMAD. 2) La creación de postgrados para la formación de docentes, directores, escenógrafos, iluminadores, vestuaristas, maquilladores. 3) La formación de un Departamento de Investigación, integrado por docentes y egresados para trabajar y experimentar con nuevas vanguardias. 4) La creación de un circuito barrial en el cual, durante ciclos cuatrimestrales denominados ''Vamos al teatro'', los elencos independientes llevaran a sociedades de fomento, escuelas y clubes de zonas periféricas, espectáculos teatrales con entrada libre y gratuita. 5) Por último, la reactivación de la Comedia Municipal con la doble función de hacer, por un lado, espectáculos de repertorio para público general y, por otro lado, montar espectáculos para público infantil y adolescente destinado a escuelas primarias y secundarias.

De todo esto, lo único que se cumplió fue la creación del circuito barrial que funcionó durante dos años (por cierto, fue muy exitoso) y la compra de un hermoso predio en la calle Salta entre Belgrano y Rivadavia. Ambas cosas, obra del entonces Intendente Luis Fabrizio. Cuando cambió la intendencia, se clausuró la construcción del edificio que había sido diseñado por arquitectos de la Municipalidad (ya se había llamado a licitación y había una empresa ganadora). Y nunca más (otra vez, la cara de la Tragedia). Sin embargo, puedo decir con orgullo que aún hoy, después de tantos años de haberme jubilado, que sigo recibiendo muestras de reconocimiento y valoración. Me suelen hablar de “aquella mística” y “aquella pasión”.

-¿Cómo fue su primer encuentro con la recién nacida EMAD, de Mar del Plata?

Fue un amor pasional. Me sentí recibido con los brazos abiertos. Como que yo era lo que estaban esperando. Conseguí contagiar al equipo docente de todo mi entusiasmo. Había una mística de trabajo que era contagiosa. Y esa mística era contagiada a los alumnos. Celebrábamos constantemente reuniones plenarias en las cuales se analizaba la marcha del plan de estudios, la relación con los alumnos; hacíamos el seguimiento de cada alumno en cada una de las materias y se discutía cómo encarar las dificultades de aquellos que necesitaban ser auxiliados. Los docentes tenían un profundo compromiso con la institución, de la que nos sentíamos orgullosos.

-¿Cómo era, en aquellos años de fin de la pesadilla dictatorial, hacer y enseñar teatro en Mar del Plata?

Era no sólo difícil, sino verdaderamente angustiante. Los ingresantes eran personas muy jóvenes que venían de transitar una adolescencia signada por el silencio. Por la represión. Por la autocensura. Por la educación del individualismo, la no solidaridad, la no empatía, el ignorar el dolor ajeno. Palabras tales como libertad, derechos, igualdad, fraternidad, justicia, resistencia, rebeldía, etc, eran impronunciables. Y cuando alguien se atrevía, lo hacía en voz baja. Me constó muchos años convencer a los alumnos que debían formar un Centro de Estudiantes. No entendían qué función podía cumplir. No entendían que yo, siendo el Director, los alentara a organizarse para hacerme posibles reclamos.

-¿Tuvo inconvenientes, en algún momento, con las Secretarías de Educación o Cultura de General Pueyrredón?

Constantemente. Si se hace un punteo de las propuestas contenidas en mi plan del concurso, es fácil advertir que casi todas han sido frustradas. Y como mi estilo nunca fue el silencio, o la resignación, y menos la callada aceptación, los veinte años de mi gestión fueron, todos, de lucha. Sólo recuerdo el nombre de Néstor Cechi como un Secretario de Educación que supo escuchar con verdadero interés y que se ocupó con verdadero compromiso por hacer lo poco que le permitían en favor de la EMAD. Lamentablemente su gestión fue muy breve.


-¿Cuál es su postura acerca de la eterna problemática por el edificio propio de la EMAD?

Les interesa una mierda.




-¿Cuáles considera que fueron los logros o alcances de su paso como director de la Escuela?

En el año 1982, cuando asumí la dirección de la EMAD, no había en la ciudad más de cuatro o cinco grupos de teatro independiente. Funcionaban como tribus. No había acciones conjuntas, no se mezclaban. Mar del Plata es una ciudad que ha tenido mucha actividad en la formación de actrices y actores. Pero en esa época el teatro marplatense había sido diezmado por la dictadura y no había más que esporádicos talles de uno o dos fines de semana que dictaban algunas figuras que llegaban de Buenos Aires. Tanto para los que ya estaban en la actividad y querían perfeccionarse como para los que querían iniciarse, la única posibilidad era ese cursillismo esporádico que no permitía profundización ni desarrollo. El público marplatense se había alejado de los teatros pues no confiaba en la calidad artística que se les podía ofrecer. Lo primero que logró la EMAD, fue instalar como realidad tangible las ventajas de una formación sistematizada, sostenida y prolongada. En un primer momento, los actores independientes tomaron distancia de la EMAD. Algunos imaginaron que representaba el academicismo; otros vieron en la institución su condición de “oficial”, de “estatal” (cosa que históricamente critica al teatro independiente). Pero la apertura del Taller de entrenamiento y perfeccionamiento actoral, para egresados y actores independientes, fue generando un acercamiento entre los dos campos. En 1984 (a sólo dos años de mi llegada), con alumnos de ese taller (egresados de la EMAD y actores independientes) monté Ceremonias de olvidos y presagios, un espectáculo que mereció el premio Estrella de Mar; hizo una gira que llegó hasta Ushuaia y se mantuvo en cartel con gran éxito durante tres años. Ese acercamiento se desarrolló mucho más a medida que fueron egresando de la EMAD nuevos actores que se sumaban a las filas del teatro independiente. Que la EMAD haya sido la gestora y organizadora de los ciclos ''Vamos al teatro'', que mediante concurso seis elencos del teatro independiente fueran contratados por cuatro meses para hacer funciones en los barrios, fue decisivo para derribar cualquier prevención o resquemor.

En 1999, cuando la EMAD cumplía 20 años, se organizaron varias actividades destinadas a la celebración. Entre ellas, dos concursos de espectáculos montados por egresados de la EMAD, a los que se les aseguraba sala durante el verano 2000.Y la condición que se ponía era que esos elencos de egresados debían tener, por lo menos, a tres miembros de la actividad independiente. Hoy, el teatro marplatense está nutrido por muchos actores, actrices, directores y docentes teatrales egresados de la EMAD. No quiero pecar de inmodesto, pero a la hora de considerar “los logros y alcances” de mi paso por la EMAD, no puedo dejar de considerar un hecho que es real. Es un dato de la realidad: hace 32 años que dirijo el Taller de Teatro de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Y todos los años, sin falta, se inscriben para su ingreso entre tres y cinco alumnos que son egresados de la EMAD con el título de Profesor en Teatro.

-¿Cómo encuentra posicionada hoy a la EMAD, en el terreno teatral local?

Absolutamente integrada. Es una institución que se ha ganado el respeto y el afecto de toda la gente de teatro.

-¿Cuál es su postura acerca del circuito teatral marplatense (comercial/off) en los últimos años?

No tengo relación con el circuito comercial (que en realidad es marplatense sólo por estar radicado en Mar del Plata pero sus realizadores no son marplatenes) y, por lo tanto, no tengo información como para opinar. En cuanto al circuito off, prefiero llamarlo independiente o autogestivo. Porque off (palabra de un idioma que no es el nuestro) habla de la mirada que sobre ese teatro tienen quienes creen que ellos (y no otros) son el teatro. Que quienes gestan una experiencia teatral que no se ajusta al modelo reconocido por la cultura oficial, están por fuera del teatro. En cambio, es al contrario: quienes más estamos dentro del teatro como arte somos los que hacemos teatro para hacer teatro y expresarnos a través del mismo; en cambio, el teatro comercial hace teatro por hacer comercio, por lo cual están más cerca del comercio que del teatro. Y mi postura con respecto al teatro independiente es la de militante. Creo en el teatro como camino de resistencia, de lucha, de reivindicación. Y el desarrollo que está teniendo ese teatro en Mar del Plata es arrollador, más allá de las diferencias de miradas, estéticas o metodologías, no tengo dudas que ese es mi lugar.


-¿Cómo considera la "participación" del Estado local en materia de cultura y, sobre todo, en nuestro ámbito teatral?

Mar del Plata goza de una triste historia en ese sentido. Sólo por momentos se lograron políticas de apoyo efectivas. Siempre muy insuficientes. Y no voy a decir que todos los gobiernos son iguales, porque sería injusto con algunos que, con lo poco que hicieron, hicieron mucho más que los que no hicieron nada. En cuanto al gobierno actual (desde 2019, Juntos por el Cambio preside la ciudad), no hay otro que, por esfuerzos que haga para lograrlo, consiga ser peor. Inútiles. Desinteresados. Hipócritas.


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