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Un emblema cultural del barrio

Recuperado por les vecines hace trece años, el centro cultural 25 de Mayo es el foco de encuentro en Villa Urquiza: abierto a la comunidad, ofrece teatro, cine, música y talleres para todas las edades.


Por Florencia Ricardi



El 25 de Mayo es una referencia icónica del barrio de Villa Urquiza, no solo por su despliegue de actividades culturales sino fundamentalmente por su historia: fue un espacio recuperado por les vecines luego de años de movilizaciones y negociaciones con el gobierno de la ciudad. Actualmente, cuenta con una programación de cine y de teatro además de ofrecer más de treinta cursos y talleres (desde el año pasado, en modalidad virtual). En 2021, en medio de una profunda crisis en las artes escénicas y de una reformulación del intercambio entre el teatro y el público, se abre la pregunta sobre quiénes son les que participan hoy del centro cultural y cine teatro 25 de Mayo, trece años después de su recuperación oficial.

Mariana Fidalme, actual directora ejecutiva del centro cultural, se refiere al impulso de la programación cinematográfica que su gestión está llevando adelante y comenta que su proyecto es que el 25 “no sólo sea un mini Colón de Villa Urquiza, sino también un mini Gaumont”. Para Mariana, esta institución es de los pocos espacios culturales que descentralizan la concentración de la calle Corrientes y del microcentro de la ciudad y que ofrece un abanico de propuestas para distintos grupos: “El público abarca todas las edades; desde las familias con los niños pequeños para los que tenemos una programación especial, los jóvenes adultos de 25 o 30 años en adelante y los adultos mayores a los que acompañamos especialmente”. Es sabido que los adultos mayores componen el público fiel del 25; tanto la programación del teatro y de los artistas residentes –sobre todo, La Milonga dirigida por Julio Duplaá que estuvo funcionando todos los domingos hasta la irrupción de la pandemia-, así como los proyectos escénicos con apoyo territorial, han estado orientados en gran parte hacia este sector etáreo. Por lo tanto, ¿cuáles son las estrategias del 25 para alcanzar al público más joven? Mariana comenta que la programación del último tiempo estuvo direccionada hacia la comunidad LGTBIQ+; los espectáculos que se presentaron durante el ciclo de teatro, música y poesía a finales de 2020 y comienzos del 2021 en la terraza del centro, estuvieron atravesados por la perspectiva de género. También se abrió este año una convocatoria de proyectos escénicos dirigida a mujeres y disidencias de la Comuna 12.

Con respecto a las transformaciones que introdujo la pandemia en las relaciones entre el teatro y el público, Mariana explica la experiencia de las meriendas comunitarias, que habían surgido desde antes de la pandemia y que luego constituyeron la vía fundamental para lograr una continuidad en las actividades. “Con la pandemia nos encontramos que los adultos mayores estaban particularmente afectados con las restricciones y entonces vimos de qué manera podíamos acercarnos. Fue por medio de las meriendas que, por supuesto, se hicieron de manera virtual. Primero hicimos el trabajo de ir a buscar a esos adultos mayores a través de una gran convocatoria y empezamos a tener un público que traspasó las fronteras del barrio, de la ciudad y que incluso se abrió a otras provincias como Córdoba y Chaco”, comenta Mariana subrayando las formas en que la virtualidad permitió la expansión de los límites de acceso. Estos encuentros propiciaron actividades creativas, como la escritura de narraciones que luego fueron grabadas y presentadas durante el FIBA, el Festival Internacional de Buenos Aires.

La experiencia de las meriendas también se puso en juego con otras comunidades; Los Villurqueros, el grupo de teatro comunitario que forma parte de los artistas residentes del 25 y que tiene actualmente como directores a Liliana Vázquez y Oscar Sakkal, llevan adelante desde el año pasado meriendas inclusivas destinadas a niñxs y jóvenes con discapacidades. Mariana Rosales, coordinadora, tallerista y actriz del grupo afirma que la propuesta, que había comenzado como una prueba piloto, superó las expectativas y traspasó ampliamente los límites del barrio. “Con la virtualidad, pasamos la frontera a nivel barrio y a nivel provincia. Ahí tomamos la decisión de que las meriendas fueran federales y hoy seguimos recibiendo chiques de todas partes del país”, destaca.

Los Villurqueros han sido uno de los lazos fundamentales entre el centro y les vecines desde la recuperación del espacio. Su trabajo, que excede el desarrollo en el 25, desafía al teatro como forma artística institucionalizada y abre preguntas sobre la disociación público-elencos proponiendo otra relación posible; les vecines dejan de ser solo espectadores para subirse al escenario trayendo al presente su propia memoria y la de sus madres y padres, abueles y amigues. Lejos de ser una excavación fortuita en el pasado, el ejercicio que proponen Los Villurqueros se fundamenta en una pregunta sobre el presente, sobre lo que se ve en el barrio, sobre cómo los edificios, las fábricas, los comercios, llegaron a ser lo que son hoy. Para Mariana Rosales el teatro comunitario funciona cuando “les vecines se sienten identificades con lo que ven en escena, cuando les tocás la fibra de la identidad”.

El encuentro que proponen con el teatro se aleja de las formas académicas de claustros cerrados para abrir el lenguaje escénico hacia una interacción con la historia y los relatos vecinales. Los procedimientos específicos del teatro habilitan un encuentro con el otre y, desde allí, propulsan una creación colectiva en la que cada une aporta su singularidad. Para Mariano Pini, coordinador, gestor y actor del grupo, “cualquier persona es esencialmente creativa, cualquiera tiene el potencial para hacer teatro, sólo necesita formarse”. En esta línea, se abren las propuestas de capacitación y las campañas de formación de los públicos que Los Villurqueros han impulsado como grupo desde sus proyectos territoriales en hospitales, fábricas, centros de jubilados y que hoy operan de forma coordinada con el 25.










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