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Una ojeada al teatro de Ramos Mejía

Charlie Nieto es actor, director y docente. Su lugar en el mundo es Ramos Mejía, donde enseña Actuación en La casa de la Cultura. En esta nota, escrita por una vecina Joven Periodista, cuenta sobre cómo formarse con buenos profesores en el Gran Buenos Aires es posible cuando la pasión está viva.


Por Ángeles Delfina Herrera



Este tour escrito sobre la experiencia teatral en Ramos Mejía va a ser guiado por Charlie Nieto y su historia: realizó todo tipo de cursos particulares desde los 15 años, estudió en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático, la inquietud de la juventud lo llevó a investigar con distintos maestros y corrientes como clown, danza contemporánea, canto, piano y guitarra pero nada comparable al desarrollo profesional logrado con la actuación y la dirección teatral, tareas que lleva a cabo junto con la docencia en La casa de la Cultura, muy cerca de la estación de tren del barrio del oeste del Gran Buenos Aires.



-¿Qué opinás de los teatros de Ramos Mejía?

-Me encantan, está La Casa de la Cultura que es hermosa, estudié y con el tiempo trabajé ahí, vi como mejoraba y pasaba de ser una sala pelada con sillas que se ponen y se sacan a un teatro con un escenario de madera hermoso y unas butacas, lo vi transformarse en algo tan lindo como cualquier teatro de cualquier lugar. También hay un teatro en el Colegio Don Bosco que es divino, enorme, ahí fui varias veces con Gabriel Rolón y Coco Sily a hacer espectáculos.


-¿Desde tu experiencia pudiste reconocer una identidad del público de Ramos Mejía?

-Es difícil para mí decirlo porque tengo un cariño particular por el barrio, hay subjetividad de mi parte. Tengo un sentimiento de pertenencia, la gente es cálida, muy participativa y tiene una sensibilidad y un agrado por el teatro, la gente de Ramos va, le gusta, es una actividad que disfruta mucho.

-¿Ramos Mejía tiene las herramientas necesarias para alguien que quiere comenzar teatro?

-Cuando lo viví yo, por supuesto que había y hoy no creo que falten. Porque cuando vos empezás, cualquier maestro que te dé las herramientas que necesitás es importantísimo para disparar tu imaginación y tu comprensión, no sólo de lo que es el teatro sino para ver si es lo querés hacer. Hay mucha gente que da clases en salas de ensayos y no de forma deficiente, todo lo contrario: los lugares alejados de la Capital resguardan cierta tradición en los conceptos, en el entrenamiento, cierta disciplina y rigurosidad en el trabajo, cierto cariño que en otros lados más profesionales es más difícil de sostener.


-¿Cuál es tu experiencia aprendiendo en tu barrio?

-Me tocó Guillermo Espiga como profesor que, en ese momento, tenía 25 años y ya había viajado a Francia, había estado en la escuela de Jacques Lecoq y venía con un montón de cosas para transmitirnos, con un montón de entrenamiento y ejercicios para hacer. Era un pibe de Ramos Mejía que nos daba para estudiar técnicas de un instituto tan prestigioso, de clown y de la comedia del arte que no se veía en otros lugares. Te podés sorprender con la gente que está no sólo en Ramos sino en muchos lugares.


-¿Considerás que el municipio de La Matanza le da importancia a la cultura?

-No estoy muy involucrado en política pero desde La Casa de la Cultura si se le da mucha importancia. En mi caso, te puedo hablar de hace 20 años; ahora, con lo de la pandemia, está todo trabado, está el tema del aforo, en fin, no hay ningún municipio que pueda hacer una actividad teatral fuerte.


-¿En Ramos Mejía es importante el teatro?

-Por supuesto, el teatro es importante en cualquier parte del mundo, es una de las expresiones más completas. Me da mucha pena lo que está pasando por la pandemia, ya que el teatro fue una de las zonas más afectadas, porque requiere el estar todos juntos respirando la misma historia; el actor en el escenario se va retroalimentado de lo que siente la gente que está mirando, es un hecho artístico que se da en conjunto. Por eso no me siento muy cómodo con el concepto de teatro virtual, es una contradicción. Para mí, hay que encontrarle otro nombre más cercano al audiovisual.

Para cerrar el paseo, Charlie aconseja que si alguien de Ramos está pensando en entrar en el mundo del teatro lo haga, que empezar cerca de donde se vive es un beneficio ya que el sacrificio del viaje deja de ser un problema para permitir que todo el esfuerzo sólo esté centrado en el estudio y el entrenamiento. “Está bueno que lo haga en su barrio, un modo también de desarrollar paralelamente un cariño por ese lugar. Si le va bien, va a querer trabajar en el lugar que lo aprendió y así nos vamos reciclando”, dice. Y agrega que en sus giras con actores, Ramos Mejía es siempre una parada obligatoria: “Es una sensación de reencuentro muy linda”.




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