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Teatristas del conurbano sur: contra el prejuicio, la afirmación de la pertenencia

El Sur también existe es una frase hecha y repetida pero también, vivida y actuada por sus auténticos representantes. En las localidades de esa parte del Gran Buenos Aires, las salas teatrales se reúnen en una Red con iniciativas y problemas comunes. En conjunto, organizan su propia noche de los teatros, una muestra de que hay movimiento propio y no sólo rebotes porteñocéntricos.


Por Alan Cabral




La Red Teatral Sur es un colectivo de salas y artistas del conurbano sur que desarrolla múltiples actividades culturales desde 2010. Ahora, pospandemia, artistas y espacios de Lanús, Lomas de Zamora, Témperley, Monte Grande, Claypole y Ezeiza volvieron a reunirse a fines de octubre, el viernes 29, para la quinta edición de “La noche de los teatros”, una jornada donde las salas de la Red abren sus puertas para el libre acceso a obras, espectáculos, talleres y más propuestas con entrada gratuita. Esa noche, también, nuestro cronista pudo charlar con representantes de tres teatros de la Red acerca de los temas que más les preocupan.

El espacio Disparate es una casa antigua a tres cuadras de la estación de Lanús. En su frente, hay un mural hecho con platos y vajilla rota que los vecinos donaron. “Cada vez que la gente pasa, dice ‘éste es mi platito’, cada donación es parte de la historia del Dispa”, dice Mariana Ortíz Losada, referente y fundadora del espacio. La entrada es como la de un consultorio (antes lo era), luego se entra a un espacio escénico grande, con lugar para noventa personas aproximadamente. Atrás siguen las habitaciones, un baño, la cocina, un salón de música. El patio también tiene un trabajo colectivo: un mural de azulejos realizado con los vecinos. “Para nosotros la casa es el proyecto, si algo nos distingue es que tiramos abajo paredes para hacer más espacios”, sintetiza Ortiz Losada, la directora, además, de Los que aúllan son lobos, una de las obras ganadoras del concurso Nuestro teatro disponible en el Cervantes online.


A pocos minutos de distancia, cerca de la estación de Témperley, está el espacio Nobles Bestias. Aunque está a pocos metros de una avenida, el ruido no invade el teatro. Se entra por un portón enorme de chapa de hierro, una fachada de una casa antigua, que abre a un empedrado bajo una parra frondosa; al costado, los ventanales de una casa chorizo donde funcionan un bar y una sala de ensayos. Al final del patio, otro portón invita a pasar a la sala grande, un gran galpón negro. ''Estos espacios se sostienen por la gente que lo habita, entonces las salas están muy vivas'', dice Jazmín Spanarelli, actriz y parte del equipo directivo.

Mucho más al sur, a una diez cuadras de la estación de Monte Grande, al lado de una peluquería, hay una puerta con rejas pintada de rojo y un cartel negro que da la bienvenida al teatro La rueca. Piso de madera en el hall de entrada y una escalera al primer piso con paredes pintadas de rojo y blanco; hay unos cds con dibujos de Frida Kahlo, máscaras del carnaval de Venecia y un mural hecho por los trabajadores del espacio. A la izquierda, un pasillo que lleva a una pequeña sala, con sillas de todo tipo: como no tenían dinero para comprar butacas, hicieron una función especial donde la entrada era una silla. El resultado es una familia de sillas en una familia teatrera. ''Podemos decir que es un espacio para militar y encontrarnos, un espacio de resistencia cultural'', dicen Mariana Agüero y Ulisés Rolón, integrantes de la remada para sacar al frente a este teatro con calidad accesible para todes.

-¿Cómo surgió la Red Teatral Sur?

-Ortíz Losada: En 2010, se promulgó la Ley provincial de Teatro Independiente, como una hermana menor de la Ley nacional de Teatro. En ese momento, nosotros en el conurbano sur veníamos de armar unos festivales que se llamaba el “Buenos Aires Gran”, ya estábamos en contacto, pensando y militando juntos. Cuando sale la ley, hay un concurso para que haya un representante y fui yo. No competí contra nadie porque tenía el aval de todos, fui designada consejera. Entonces, como ya tenemos una impronta colectiva, dijimos “vamos a seguir funcionando así”: Fue la decisión de la región y también la impronta de mi gestión, no determinar nada en término de lógicas personales sino someter todo a la lógica de una asamblea, que se bautizó Red Teatral Sur. Fue algo bastante revolucionario, apostamos a una lógica de presupuesto participativo. Era tan poca la plata que era imposible habilitar líneas de subsidios, entonces la usamos en beneficio de todos y de nadie en particular: sacamos una página web con la agenda cultural de todos los espacios, generamos festivales, hicimos publicaciones, hasta un concurso de dramaturgia. Ahí nació la Noche de los Teatros, siempre con las salas colmadas. Ahora estamos tratando de recuperar esa mística.

-¿Cómo fue el año 2020 con la pandemia?

-Spanarelli: Desolador, sin palabras (risas). Fue una incertidumbre total, como la que pasamos todos. Nosotros teníamos que renovar el alquiler, fueron reuniones muy extensas, con muchas idas y vueltas. Fue muy angustiante sólo venir a barrer hojas. No había funciones, no teníamos espacios de encuentro. Durante la mayor parte de 2020 nos vimos por zoom, nos pudimos ir acomodando. Nos ocupamos de que nadie estuviera solo.

-Ortíz Losada: Fue bravo, básicamente porque nosotros asumimos una pérdida enorme, nos quedamos paralizados dos meses en los que supusimos que nuestro trabajo no existía. Era ciencia ficción que vivimos el año pasado, era como El Eternauta. Después volvimos a la sala y fuimos aprendiendo, empezamos a inventar, ese es el verbo que nos define. Nos largamos a hacer un programa de televisión para infancias, nos fuimos conectando con otras salas. Ya para mitad de junio estábamos trabajando con otra modalidad. En septiembre me convocaron para dirigir “Los que aúllan son lobos'', obra que ganó el concurso del Teatro Nacional Cervantes y de repente teníamos unos proyectos y unos contratos para laburar.


-¿Qué significa ''ser'' un teatro en el conurbano?

-Ortíz Losada: Es el aguante puro, vencemos con nuestra sola existencia el prejuicio absoluto de la cultura, que todo tiene que pasar en CABA, que todo tiene que pasar con luces muy potentes, con barcitos muy cools, con el subte a media cuadra. Nosotros sabemos lo que es esperar el bondi una hora y media para ver una obra o una banda y después esperar cuatro horas para llegar a tu casa, y que en el medio tengas que esconder la plata porque se pone media fea la cosa. Ahora hay una especie de contrapoesía del conurbano, un movimiento cultural, alternativo, que levanta las banderas del conurbano, como polos de producción de arte. Hay que tener aguante en términos políticos. Combatimos con el prejuicio que presupone que todo lo que sucede en una sala del conurbano no tiene calidad, es como si fuera un entretenimiento.

-Spanarelli: Soy una defensora acérrima del conurbano. Creo que al ser un teatro independiente del conurbano la formación es otra. Empecé acá cuando tenía 11 años, ahora tengo 30, básicamente acá aprendí todo, no solamente cuestiones de teatro, sino también de luces, a dar clases, a limpiar antes y después de la función, a vender entradas, a hacer un borderoux, a manejar redes y eso está buenísimo. No es solamente venir y actuar, sino también es dirigir, vender tus entradas, limpiar tu sala y me parece que dentro de la formación de todos los artistas es importante y eso se lo transmitimos a nuestro estudiantes. Para todos es nuestra casa, hay una pertenencia muy fuerte, como una familia: a veces nos agarramos, nos peleamos, hay amor de nuevo, a su vez estás trabajando de una forma muy creativa y muy estimulante. Porque para eso es el teatro.

-Rolón: Podemos decir que es un espacio para militar y encontrarnos, un espacio de resistencia cultural. Además, la gente piensa que para ver teatro hay que ir a Capital y eso es una mentira. Si hacés el caminito del tren Roca, cada lugar tiene su espacio. Y también invitar al barrio, que haga arte, que se apropie del espacio: cuando ves en el público que no conoce a nadie, que no es amigo ni pariente de nadie y se enteró por las redes, es un pasito ganado.

-Aguero: Es un gesto político tener un espacio para ayudar a generar el pensamiento crítico. Que nos pone al costado de esta masividad inmediata, de consumismo, de información, de la televisión, sin poder procesarla. Nos pone en relación con cómo nació el teatro independiente en el año 30: como contestación a los grupos de teatro que lo único que le importaba era la taquilla. Es un teatro de arte, y de reflexión, donde primero está el contenido. Sostener un teatro independiente vale por el gesto político y artístico: el producto artístico como fin para poder transmitir una idea.



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