top of page

DOS CRÍTICAS DE LES JÓVENES PERIODISTAS A LA COMEDIA ES PELIGROSA

Por Alan Cabral y FLORENCIA RICARDI


Dos Jóvenes Periodistas comparten con nosotres sus experiencias con "La comedia es peligrosa" de Ciro Zorzoli y Gonzalo Demaría, la obra que celebra el Centenario del Cervantes



¡Hoy y siempre habrá aquí teatro!:

la celebración del Cervantes

Por Alan Cabral


La nueva colaboración entre Ciro Zorzoli y Gonzalo Demaría se titula La comedia es peligrosa y es la obra que celebra el Centenario del Cervantes. Director y dramaturgo, respectivamente, ya habían trabajado juntos en el éxito Tarascones, también en el emblemático edificio de Córdoba y Libertad.

Esta obra escrita en verso —como varias de la producción de Demaría— narra el trasfondo imaginario de la creación del primer teatro estable de Bueno Aires, La ranchería, en el año 1783 durante el Virreinato del Río de la Plata. Se trata de una comedia de enredos, a la manera de las obras clásicas del Siglo de Oro español. En verdad, podemos decir que la obra es una gran homenaje a Lope de Vega y La dama boba, la obra con la que María Guerrero inauguró el teatro en 1921. Un guiño del dramaturgo se da cuando uno de los personajes, un actor de carromato, recita un fragmento de la obra fundante.

Demaría y Zorzoli presentan un espectáculo que homenajea aquella mítica inauguración pero, al mismo tiempo, crean algo nuevo: La comedia es peligrosa es una obra moderna y tradicional a la vez. Un espectáculo a la vieja usanza: utiliza el telón, hay gran cantidad de actores en escena, músicos que entran y salen del escenario, un gran despliegue escenográfico. Pero también es una obra que recoge elementos del teatro contemporáneo: la abundante cantidad de anacronías, menciones a la actualidad, los propios actores manipulando objetos en escena y revelando el artificio teatral. Vemos cómo la utilización del verso no es sólo ornamento sino también una forma de reflexionar sobre los temas de actualidad: la rima y los juegos de palabras revelan que todo el lenguaje es puro artificio. Así, la obra pone en boca de actores de carromato cuestiones tan actuales como el lenguaje inclusivo, las sexualidades disidentes y los conflictos inmobiliarios que preocupan en la actualidad (en la trama la disputa central consiste en si es mejor instalar el teatro o un estacionamiento).

Otro tema recurrente en la obra de Demaría es la relación entre el arte (aquí representado por los comediantes) y el poder (puesto en la figura del Virrey y el Obispo). La obra refleja las preocupaciones de los artistas de ayer y de siempre: el ámbito adecuado para su trabajo, el reconocimiendo material y monetario, el apoyo institucional para facilitar la tarea. Cada autoridad responderá de manera diferente a estas necesidades y a partir de allí se desatarán las ideas y venidas de la trama.

Con esta producción se puede establecer una suerte de “tríptico virreinal” conformado por tres obras que, ambientadas en la misma época, se retroalimentan: la primera sería La vis cómica, de Mauricio Kartun, donde se narra la vida de actores de carromato en el Río de la Plata; la segunda es La comedia es peligrosa, donde presenciamos una versión delirante y estrafalaria de la fundación de La ranchería; y, finalmente, Civilización, de Mariano Saba, ubicada en 1792 durante el incendio que destruiría el mencionado teatro (ganadora del concurso Nuestro Teatro 2020 y disponible en Cervantes Online).

Con sus números musicales, su ironía en verso, sus disfraces y engaños, la obra de Zorzoli y Demaría utiliza recursos de la comedia shakesperiana, de Molière, del vodevil e incluso del teatro físico. Como si presenciáramos un gran baile veneciano, con sus infinitas máscaras, todo en esta obra es representación: el Virrey finge ser heterosexual, el esclavo finge ser Virrey, la actriz finge ser dama de alta alcurnia. Teatro dentro del teatro. Esta “puesta en abismo”, procedimiento propio del teatro barroco español, habilita múltiples reflexiones: se habla de un teatro durante el Virreinato, pero también se está pensando el teatro en la actualidad. Y, sobre todo, el teatro del futuro: La comedia es peligrosa celebra los cien años del Teatro Nacional Cervantes demostrando que no importa lo que pase, en este país siempre habrá teatro.



La comedia es peligrosa: una exploración dramática y musical sobre los orígenes del teatro argentino.

Por Florencia Ricardi


La obra de Gonzalo Demaría y Ciro Zorzoli, pensada especialmente para el homenaje de los cien años del Teatro Nacional Cervantes, construye una ficción a partir de personajes y hechos históricos poco abordados: la figura del virrey Juan José Vértiz y la fundación del primer teatro estable del país, "La ranchería", en 1783. Una época que exalta particularmente la tensión entre lo español y lo criollo y en la que se pueden rastrear los primeros esbozos de nuestro teatro nacional.

No es la primera vez que dramaturgo y director se embarcan en la tarea de componer juntos una obra en verso; en 2017, estrenaron Tarascones, también en la sala María Guerrero. En La comedia es peligrosa, el ritmo de la palabra poética se entrelaza con un trabajo musical más amplio: recuperando la estructura de las comedias de enredos, la música adopta un papel predominante. Las actrices y actores no solamente producen un ensamble vocal y corporal desde lo dramático, sino que cantan y hacen uso de varios instrumentos que no están en un lugar fijo; son desplazados por todo el escenario. Al mismo tiempo, los distintos tipos de estrofas (con métricas muy rigurosas, a la manera del teatro del Siglo de Oro) imponen un tempo particular y configuran la textura rítmica de cada escena. De esta manera, la obra crea una atmósfera que propone un tipo de escucha específico: la palabra deja de ser exclusivamente un vehículo del contenido y se convierte, ante todo, en un objeto sonoro.

En el transcurso de la trama, y desde el mundo colonial de los espectáculos de carromato, se delinea un diálogo directo con nuestra contemporaneidad: ¿cómo es la relación entre el poder político y el teatro? Las actrices y actores que forman parte de la compañía deben desplegar una serie de trucos para lograr que el virrey apruebe la construcción de la sala. Simultáneamente, la figura del obispo y sus intereses políticos e inmobiliarios dificultan el logro de este objetivo. Pero también, la obra ahonda un poco más y complejiza la dicotomía entre vida pública y vida privada: bucea en los recovecos de la Historia, especula sobre la intimidad de estas grandes figuras de poder y sobre los juegos de ficción presentes en todo relato. A partir de temas típicos del teatro barroco español, como la permutación de las identidades y la “puesta en abismo” (procedimiento narrativo consistente en imbricar una narración dentro de otra, como si se tratara de muñecas rusas), La comedia es peligrosa recupera preguntas sobre el oficio de actuar, sobre las representaciones del mundo social- El gran teatro del mundo, diría Calderón de la Barca- y sobre el lugar que ocupa el teatro en una sociedad.

Aunque la forma resulta, en primera instancia, muy clásica (compuesta por tres actos y con intervalos musicales), la obra se despega de los corsés de época y se sirve de los anacronismos para constituirse como una celebración del teatro en un sentido amplio. Al mismo tiempo, se propone rastrear en la comedia española, en el vodevil y en ciertos elementos arquitectónicos y simbólicos presentes en la escena, algunas de las tradiciones fundamentales que le dieron cuerpo al teatro argentino y que siguen ejerciendo su influencia en el campo teatral contemporáneo. Ante todo, la obra expresa una propuesta estética contundente: devolverle al teatro su potencialidad ritual a través de un ensamble entre movimientos físicos, música y drama; configurar un espectador activo que esté dispuesto a abandonar las lógicas del lenguaje naturalista.



 

Ficha técnica:


Autor: Gonzalo Demaría.

Dirección: Ciro Zorzoli.

Intérpretes: Horacio Acosta, Facundo Aquinos, Paola Barrientos, Julián Cabrera, Julián Cardozo, Roberto Castro, Gaby Ferrero, Andrés Granier, Milva Leonardi, Javier Lorenzo, Martín Lups, Sergio Mayorquin, Mariano Mazzei, Iván Moschner, Pablo Palavecino y Julián Rodríguez Rona.

Iluminación: Eli Sirlin. Música: Marcelo Katz.

Escenografía: Diego Siliano.

Vestuario: Julio Suárez.

Duración: 100 minutos.




bottom of page