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“No me disfrazo de mujer, soy una drag, mi amor”

Felipe Benetti es un artista entrerriano, de Gualeguaychú, quien le da vida a Lila Mutabialis, su drag folk. Desde hace años, vive en San Juan, lugar donde lo entrevistó el joven periodista sanjuanino de Barullo Federal.


Por Mariano Bustos


Además de ser un artista multifacético –diseña, produce, canta, pinta y performa-, Felipe Benetti es ingeniero forestal y, desde hace unos años, doctorando del Conicet, beca que lo llevó a residir en la provincia de San Juan. Inspiradx en Mercedes Sosa, Liliana Herrero y Susy Shock logró materializar a Lila Mutabilis, una drag folk estilo fem que se caracteriza por realizar performances que ponen en escena múltiples representaciones de artes folklóricas latinoamericanas.



-¿Para vos qué es ser drag?

-Creo que en algún momento del trayecto evolutivo del arte, la intervención que antes se hacía en un cuadro, donde el soporte era lienzo, tela, papel o madera, pasó al cuerpo. Entonces quienes hacemos drag hacemos una intervención sobre nuestros cuerpos. Nuestro material de trabajo es nuestro cuerpo. Es un arte efímero porque se circunscribe a la performance. Eso que se logró en ese día, esa noche luego se destruye. Y, a la vez, tiene el componente de que lo drag es una exacerbación del mundo interior de cada unx. En mi caso se nota claramente: el vínculo con la naturaleza y con la sensibilidad.


-¿Qué es lo que distingue a Lila del resto de lxs drags?

-Lo que es distintivo en Lila es que usa vestidos de cotillón, flores de plástico o elementos rescatados y reciclables. Por supuesto, también está el hecho de interpretar canciones y puntualmente del género folklore. A su vez, yo dragueo esas canciones. Por ejemplo, hay un tema de Charly que se llama No soy un extraño y que dice en su letra “dos tipos en un bar se toman la mano y bailan un tango de verdad”. Y yo, en un momento, canté ese tema para el regreso de una amiga torta de España. La canté como “dos tortas en un bar se toman la mano y cantan un tango de verdad”. Hice una intervención. Me tomé el atrevimiento de cambiar una palabra, que en una poesía puede ser muy brutal. Ahí está mi rol como intérprete. De hacer propias las canciones. Y, además, mis presentaciones generalmente son en centros culturales, fechas conmemorativas, marchas, teatros y varietés. Algo que también me caracteriza es que cuento mucho de dónde se originó el tema, quiénes fueron los autores, porque me gusta leer la historia de los temas para comprender la profundidad de eso.


-¿Cómo es la respuesta del público cuando ve cantar a una drag folklore?

-En general, es sorpresiva porque no se esperan que unx drag interprete canciones porque lo que suele hacer unx drag es sincronización de labios, que a mí no me sale y tampoco me interesa. Como diría Liliana Herrero: si supiera hacerlo, tampoco lo haría. Interpreto con mi voz. Por otro lado, lo que le llama la atención a la gente es que cante, por ejemplo, Dueño antiguo de las flechas que es un tema de Felix Luna y Ariel Ramírez que habla de la comunidad Qom. O que entre con una caja bagualera. La gente espera que cante un tema pop o de Pablo Vittar, pero no, no hago eso. Aunque los voy a hacer (ríe).


-Se apagan las luces, se termina la performance ¿y todo finaliza ahí? ¿O hay un estado de liminaridad?

-También soy esto que hago. Es decir, he visto a quienes hacen drag pero no creen que son eso. Digamos que “es un momento de su vida” y después nada tiene vinculación con eso. Cuando cuento esto en mi familia, quienes tienen cierta reticencia a lo que hago, un hermano mío dice “ah, cuando te disfrazas de mujer” y yo le digo “no”. Ser drag no es disfrazarse de mujer, porque en mi caso es que también soy eso. No es solo una performance. Es cuando llevo al esplendor lo más marica que puedo ser o la mayor femineidad que puedo tener en ese momento. Estoy comprometido con eso que hago. No me son indiferentes las otras maricas o las otras femineidades.


-Te empezaste a montar en La Plata. ¿Cómo fue ese proceso?

-Cuando era estudiante, hacía mucho humor en La Plata, en la Fiesta Drag. Ahí hacía pequeñas intervenciones actorales y hacíamos performance de otro estilo. Fue un proceso compartido con mis amigues drags. Construíamos nuestros propios guiones que ejecutábamos. Éramos directoras, escritoras y actrices. Hacíamos todo. Y ahí fue donde nos empezamos a montar. Empezamos a usar tacos, empezamos a usar algún tipo de atuendo. Y nos fuimos inventando, no hubo alguien que me tirara una posta.


-Me da la sensación que hay una especie de hermandad entre lxs drags. Algo así como de estar al servicio del otrx.

-Sí, claro. Recuerdo un hecho muy particular de una drag de La Plata, una súper monstrua, re loca y que, en su momento, cuando empezamos a hacer las fiestas drags, no sabía ni cómo delinearse. Y yo le dije “bueno, mirá es como un cuadro. Lo que haces en un cuadro ahora lo haces en vos, en tu cara”. Después tomó cursos y se hizo más monstrua. Pude estar en el camino de esa persona y eso me gusta. También se estila regalar algo o algún elemento. “Mis primeras pestañas postizas me las regaló tal persona”, es lindo recordar eso.



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