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El teatro como trinchera política

La complejidad de la región noroeste, con sus grupalidades que exceden las fronteras territoriales, la heterogeneidad cultural y geográfica y la confluencia de tradiciones diversas, es un punto clave para la jujeña Jimena Sivila Soza a la hora de pensar al teatro desde la gestión. Entrevistada por Barullo Federal, habla acerca de su trayectoria, los objetivos en torno al desarrollo teatral y sus conclusiones como representante del INT en Jujuy.


Por Florencia Ricardi

y Malena Tufró Reutemann



En 2002, al finalizar sus estudios de Teatro en la Universidad Nacional de Tucumán, Jimena Sivila Soza volvió a Jujuy, su provincia natal, donde comenzó a ejercer como docente de actuación. Al mismo tiempo, ensayaba con un grupo teatral en Tucumán. Después de un tiempo, pasó al otro lado del mostrador, el de la gestión; en 2015, fue elegida por concurso como representante de Jujuy en el INT y en 2020, de la región NOA. Desde su oficina, Jimena explica, con un aire muy profesional, cuáles son los puntos fuertes de su gestión, los desafíos que se presentan a la hora de ampliar el territorio teatral y las estrategias ante la situación crítica de las artes escénicas en el contexto de pandemia. También recuerda cómo fue el recorrido que la condujo hasta su actual posición y por qué eligió el teatro como espacio de construcción política.

“Soy de la generación que inició teatro con el INT. Ya en el 98/99 estaba obteniendo un subsidio para producir. Por otro lado, al regresar a Jujuy, también tuve un trabajo en el Instituto, el de promotora teatral: teníamos que fomentar el teatro en el interior de la provincia de Jujuy donde la actividad teatral era nula o escasa así que allí estuve en Perico, una localidad a 30 kilómetros de la ciudad de San Salvador de Jujuy. Desde el inicio, mi experiencia teatral integró la docencia, lo artístico y la gestión”, dice Jimena quien aclara que, en la actualidad, toda su actividad está dedicada a la gestión desde el INT.


-¿Por qué elegiste el teatro como lugar de pertenencia?

-Formé parte del arte teatral como un lugar de encuentro, como una estrategia comunitaria, política. A diferencia de otras disciplinas que son más individuales, ese grupo social que necesita sí o sí el teatro es, de alguna manera, también un grupo político. El teatro independiente tiene una raíz política en su conformación, como un movimiento de contracultura. Estudié en el momento de Bussi (Antonio Domingo, interventor de facto entre 1976 y 1978 en la provincia de Tucumán durante la dictadura militar) y el teatro fue una gran trinchera política, intelectual, de discusión, de militancia, algo que yo no encontraba en otros grupos sociales. El teatro estaba totalmente impregnado de una interpretación del mundo, de una discusión de los mundos posibles y el arte funcionaba como un facilitador para poder interpretar y construir sentidos. De alguna manera hay algo de eso que se sigue repitiendo y que sigue estando. No digo que todo el teatro sea así, debe haber un teatro más individualista, más mercantil.


-¿Cómo ves la situación en el NOA en cuanto a lo teatral?

-El NOA tiene realidades muy heterogéneas, provincias con trayectorias artísticas muy distintas. Uno de los grandes problemas es pensar al teatro en provincias, para mí siempre ha sido una discusión. Es más útil reconocer zonas: zonas que no están produciendo, zonas súper desarrolladas, otras que les falta despliegue. Hay mucha articulación entre grupalidades, entonces va más allá de la provincia. Hubo un fenómeno por el año 2000, donde hubo una relación entre Tucumán, Jujuy y Catamarca con un tipo de teatro LGTBIQ+. Se dan esas triangulaciones en las provincias, entre grupalidades. Hay muchos artistas que circulan, más que por las provincias, por proyectos o ideas comunes.

Jujuy tiene una zona de desarrollo que es la Ruta 9 y que va hasta Latinoamérica. En este corredor, recibimos a grupalidades que vienen, sobre todo en épocas de verano, de Tucumán y pasan por Salta. Hay que diferenciar que en la provincia de Jujuy siguen presentes las culturas andinas y están todo el tiempo en movimiento, como históricamente ha sido en esta región. En fin, hay que pensar las trayectorias artísticas y las potencialidades del teatro desde otras lógicas que no sean provinciales.


-¿Cómo incentivar la actividad en lugares menos activos?

-Creo que tiene que ver con las culturas locales y las posibilidades que tienen ciertas culturas de organizarse más que otras. El fomento tiene que ver con la posibilidad colectiva de hacer teatro, de hacer arte. No hay manera de sostener la actividad teatral si no hay un grupo de teatro que crea un proyecto. No se puede sostener el teatro de manera individual, para el fomento se necesita transmitir una conciencia colectiva, un compromiso político colectivo. Esto lo pude desarrollar en la zona de los valles, en la zona andina (Noroeste de Jujuy) con mucha mayor facilidad que en la zona del ramal (parte sudeste de la provincia) donde me faltó poder reconocer más por donde pasan las necesidades colectivas de esta zona; ha sido más fácil en la Puna y en la Quebrada (centro).


-¿Qué pasó con lo colectivo en esta situación de pandemia y cuáles son las posibilidades de que eso vuelva a rearmarse?

-El tejido colectivo que tiene el teatro por su naturaleza independiente y su gestación de lo colectivo, me parece que es lo que mantiene al teatro a salvo siempre. Hay una memoria de eso colectivo que hace que resista. Somos funcionarios que venimos del campo teatral, somos representantes de nuestro territorio, tratamos de estar ahí. Lo que vemos a nivel nacional, más allá de nuestras políticas, es que lo primero que hicieron los teatristas es reunirse y generar una malla y una red de trabajo. En especial, para los más jóvenes que están muy desprotegidos. También para esas personas que no estaban dentro del arte teatral permanente. Por ejemplo, se buscó proteger a todos los artistas de circo, por lo menos en el caso de Jujuy, a quienes los agarró la pandemia en una situación itinerante. O a los artistas que no estaban por alguna razón viviendo en la provincia y que no estaban dentro de estos colectivos. No es lo ideal. No quiero que nada de la pandemia se idealice. Ahora importa desarrollar y recuperar el tejido social, volver a pensar esos lazos, es un desafío colectivo.


-¿Cómo es la relación con teatristas y organizaciones gremiales?

-Acá no tenemos sindicalizado el sector teatral como en la Ciudad de Buenos Aires. Acá hacemos reuniones, foros. Se llama a los grupos y a las salas, y al invidual que todavía no tiene un grupo porque está empezando. En las provincias sucede eso, salvo en Salta y en Tucumán que está la Asociación Argentina de Actores, el resto el NOA no tiene. Lo que hacemos a nivel nacional es juntarnos con todos los sectores. Pensar cuál es el desarrollo de la provincia de Jujuy es algo que no hago en solitario, sino a través de charlas con la comunidad teatral. Con ella se hacen los diagnósticos, y a partir del diagnóstico se piensa qué proyectos, qué necesidades de fomento... para nada es un acto individual. Hay lugares en los que se puede cobrar una entrada y otros lugares que no. Vos tenés que pensar en una política que atienda a ese espectador que lee el diario o entra en la web para saber qué obra hay este fin de semana, y al otro espectador que ve teatro y que se vincula con el teatro de otra manera. Lo que se hace es ir, estar en el lugar un tiempo; vos no llegás a una localidad pequeña de la Quebrada, mostrás tu carnet y te vas. Tenés que estar, tenés que compartir y, bueno, ese tipo de teatro es tan importante como el teatro que está en un lugar y que se le agotan las entradas todos los fines de semana. Las realidades son muy distintas. Si bien hay cosas comunes y partimos de diagnósticos comunes, el gran desafío y lo que me interesa de esta gestión, es su política territorial. Cuanto más territorial se vuelve la ley (Ley Nacional de Teatro), cuanto más situada, nos damos cuenta que los subsidios no están llegando a todas y a todos porque no estamos pensando en todas las posibilidades. Entonces, volvemos a revisarnos. Es una política de representatividad, representamos al instituto en territorio, pero a la vez, tenemos que representar las políticas territoriales en el instituto. Y la única manera es yendo a las localidades, visitando a los grupos, tratando de comprender las culturas que están ahí.








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