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Diversidad en la Cabeza

La Ciudad y la provincia de Buenos Aires constituyen la región más poblada y con mayor densidad teatral del país. Su representante en el INT, Julieta Alfonso, cuenta sobre la pluralidad de salas, las diferencias y los problemas que generó la pandemia.


Por Ángeles Herrera y Lucía Esteban


Julieta Alfonso conoce al teatro desde diversas perspectivas: es actriz, periodista (aunque no ejerce), fue directora y asistente, colaboró en diversas producciones, fue directora de Cultura y Educación en el municipio de Lanús, participó en la Asociación Argentina del Teatro Independiente (ARTEI) y también se dedicó a la gestión cultural de espacios como Patio de Actores. Este camino construido entre la actuación y la gestión fue el que la llevó actualmente a ser representante de Ciudad de Buenos Aires en el Instituto Nacional del Teatro (INT) y de la región Centro, que abarca la provincia de Buenos Aires incluyendo a CABA, además de ser representante provincial en el Consejo de Dirección desde 2019. Independientemente de su rol estricto, Julieta trabaja por la construcción de una mirada federal para desarrollar acciones de incentivo y apoyo que contemplen la gran diversidad del teatro nacional, pero también sus particularidades.


-¿Cómo describirías al teatro en Capital Federal y en qué se diferencia del Gran Buenos Aires o del resto del país?

-La región Centro es un desafío por su volumen. CABA tiene el gran reto de poder distribuir el presupuesto, que se intenta que sea federal, pero todo está muy centralizado y hay una gran diversidad. Las salas son completamente diferentes y para mí eso es la riqueza que caracteriza al teatro independiente. Esta época de pandemia marca un antes y un después del teatro que está resistiendo, fue un trabajo muy importante poder acompañar desde el INT a todo el país, incluso entre las regiones se pudo articular un consenso en la federalización tratando de llegar al enorme volumen que tiene la región centro. Que el instituto sea federal es un ejemplo en el mundo y es un gran desafío.


-¿Creés que cada región tiene una identidad?

-No cabe la menor duda, pero hay cosas que son universales, tenemos un lenguaje propio. En CABA los actores están organizados a través de sus asociaciones (como la Asociación Argentina de Actores o la Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes- SAGAI), el teatro comunitario tiene su red teatral propia. A través del INT comencé a ver al teatro de otras regiones, entonces comprendí que cada una habla más de sus cosas y así llegan a tener su propia identidad, pero no que un teatro es mejor que otro, sino que todos hacemos el teatro de la Argentina.


-¿Considerás que el público es diferente en cada región o que tienen tal vez un criterio particular a la hora de elegir qué van a ver?

-No veo que un público vaya a elegir un teatro u otro, en todos lados nos pasa lo mismo, en CABA hay muchos teatros, lo que a veces juega en contra porque cuesta llenarlos. En la región Centro hay 350 salas independientes, 170 aproximadamente en CABA, y también sabemos que hay otras que están por fuera de ese sistema, es un número importantísimo, sacamos las comerciales, los centros culturales, las que están registradas o las que pudieron recibir ayuda de emergencia y están alrededor de las 190. Por eso digo que es un gran desafío encontrar políticas de gestión federal cuando tenemos volúmenes tan dispares con otras provincias. Por otro lado, hay algo que sucede en CABA también y es que la ciudad recibe y alberga a muchas personas que vienen de distintas partes del país con sus proyectos, es decir que la gran diversidad que tiene muchas veces está integrada también por actores y directores de las provincias. ¿Cómo no pensar en la articulación federal cuando el mismo volumen de la región Centro también está conformado por esa diversidad, ¿no?


-¿Qué opinas del teatro vía streaming?

-A mí me parecen súper válidas todas las herramientas que puedan surgir a la hora de expresar el hecho teatral. Porque no solo es hacer la función por el hecho económico. Uno como persona también lo necesita. Estas herramientas permitieron poder seguir encontrándonos. Lo interesante era salir de la parálisis del sector y que podamos seguir estando en movimiento. En ese sentido, el INT lanzó una convocatoria para el “Concurso Nacional de Actividades Performáticas en entornos virtuales”, que tuvo como objetivo contribuir a la contención y al desarrollo de distintas propuestas relacionadas a las artes escénicas que serían transmitidas en plataformas de streaming y redes sociales. Algo positivo que nos trajo la virtualidad fue que trascendió las fronteras. Las cosas que antes nos costaban tanto de los encuentros se simplificaron. Las asociaciones de CABA, a través de estas plataformas, lograron organizarse y la gente comenzó a vincularse con el resto del país y llegamos a lo federal, eso me parece bárbaro, que la gente de las otras provincias pueda conocer a los referentes de Capital. Y eso hace que después la política también pueda acortar diferencias a la hora de gestionar desde el Estado, porque empezamos a ver que lo que pasa acá pasa en otras provincias. Antes había más distancia.


-¿Crees que en CABA se manejó bien en esta audiovisualizacion del teatro? ¿Tuvo alguna ventaja sobre otras zonas?

-Ventajas ninguna, porque somos tantos y todo es federal. Creo que se desarrolló como pudo y bien, al principio a todos nos costaba entender la virtualidad. Y después se agilizó. Hubo un primer impulso de mostrar las obras en streaming y después hubo como un “parate” para poder pensar los contenidos y no salir a mostrar cualquier cosa. Después con las reaperturas empezó a cambiar un poco el juego, lo que se estaba trabajando virtualmente se empezó a pensar para hacerlo presencial en espacios abiertos y eso nos cambia la puesta en escena, no va a ser lo mismo, algunas cosas van a quedar, otras van a cambiar.


-¿Cómo se está manejando la vuelta a la presencialidad de la escena independiente en la región?

-El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires dijo “a partir de ahora se puede abrir” y el sector no estaba preparado, no había producción. A los grupos les daba miedo ensayar, muchos eran de riesgo y recién ahora están vacunados. Se permite el 50 % de público, pero por el protocolo no necesariamente es la mitad, en una sala chica a lo mejor entran 5 personas. Y en CABA tienen una capacidad por lo general de hasta cien personas, e incluso hay muchas salas más chicas. Si bien el INT ha brindado apoyo material, hay muchas variables que no son las económicas. Hay que empezar a generar público que no tenga miedo y pueda asistir. A partir de agosto ya habría un 80 % de salas dispuestas a abrir para agilizar la reapertura, pero simbólicamente, porque van a perdida, ojalá que a partir de septiembre estemos en otra posición.


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