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A calentar motores

Referente de la movida teatral del sur del Gran Buenos Aires, Alfredo Badalamenti es representante de la provincia de Buenos Aires en el Instituto Nacional del Teatro. Desde sus comienzos como cofundador de la reconocida sala de las Nobles Bestias hasta su presente en la gestión, cuenta a les Jóvenes Periodistas acerca de la situación del teatro independiente y cómo imagina el regreso a la presencialidad.


Por Rocío Vélez,

Sebastián Fraternali

y Sofía López López


Con una amplia trayectoria teatral, tanto desde el lugar de director y actor en el Teatro de las Nobles Bestias, en Temperley, como de docente en la Universidad Nacional de las Artes (UNA), Alfredo Badalamenti concursó y ganó durante la pandemia el puesto de Representante de la provincia de Buenos Aires en el Instituto Nacional de Teatro (INT).

Alfredo ha tenido la oportunidad de conocer muchísimas salas de la provincia durante sus giras como teatrista, ha vivido y visto los cambios desde los 90. Hoy desea subir a su auto y salir de gira otra vez pero desde su puesto en el INT. Sabe que queda mucho camino por andar, muchas salas por incorporar, conocer y ayudar. Y, lo más importante en este nuevo presente, volver a conquistar a los públicos, los que dejaron de acercarse y los que nunca se acercaron.


-¿Qué fue lo que te acercó al teatro?

-Los abrazos. Llego a la actuación con esa idea hasta frívola de lo que significa la actuación y encuentro un universo totalmente distinto, donde uno podía ser uno, donde el arte del teatro era mucho más trascendental que eso. Por eso le llamo “los abrazos”. Le encontré un sentido muy profundo a lo que es la actividad artística y fundamentalmente a la teatral. Eso fue lo que me retuvo dentro de la actuación, la profundidad, poder ser lo que uno es o, por lo menos, empezar a construirse y estar en un lugar para contar y decir lo que uno tenía necesidad de decir.


-Y rompiste con eso de la frivolidad, todo un giro

-Hay un giro terrible, no podés imaginarte. Si vos vieras mis fotos de hace 30 años y lo que fue pasando en el devenir, porque en esas fotos se veía un poco esa frivolidad, esa cosa del book, del modelo. No les voy a mostrar esas fotos (entre risas).


-¿Cómo fue tu formación y trayectoria teatral previa y posterior a tu paso por el Teatro de las Nobles Bestias?

-El primer taller que tomo es en las Nobles Bestias y luego, de a poco, me quedo, me convierto en socio, en fundador, hasta hace un año cuando dejo ese lugar para poder ingresar en el INT. Y sigo en la UNA, soy profesor nacional superior de teatro, mi otra gran formación. Esos son los dos grandes caminos que hice. Nobles Bestias tiene 26 años. Cuando comencé, era simplemente una docente que daba talleres y un día, esa docente que es Claudia Eichenberg me propone “¿por qué no abrimos un espacio? Para poder ensayar, para poder trabajar juntos, tranquilos”. Dije que sí y ahí alquilamos un primer local en el centro de Lomas de Zamora, armamos gradas, luces con tachos de aceite: esa fue la fundación, el inicio. Por supuesto, la ayuda del INT siempre ha sido fundamental, no solamente con nuestra sala, sino que creo que con cualquier sala. Al año y medio nos trasladamos a un lugar mucho más grande, más espacioso, destruido totalmente, lo tuvimos que reconstruir, no tenía ni pisos y es donde hoy funciona desde hace 25 años la Asociación Teatro de las Nobles Bestias.



-Desde el boom under de los 90, que coincide con la fundación las Nobles Bestias, hasta ahora, ¿cómo ves la situación del teatro independiente?

-Creo que se ha tendido en muchos sectores a una pseudo profesionalización, con nuevas herramientas. En los 90, la gente que hacía teatro era mucho más impulsada por el deseo pasional y sin demasiadas herramientas, se construía en el hacer. Hoy la actividad se organiza de otra manera, el impulso de deseo sigue estando pero hay cosas que no existían en los 90. Gestor cultural, por ejemplo, ¿qué era un gestor cultural? Hablar de una planilla de un subsidio o de una forma muy organizada de trabajar solo quedaba para el teatro comercial, donde quizás había un escenógrafo, un productor, un esto, un lo otro. El teatro independiente era vamos a ver qué hacemos, quién pinta, quién hace, quién rompe, tenía mucho más estas características, por lo menos en el conurbano y la provincia de Buenos Aires.


-Pudiste viajar a festivales internacionales con tus obras, en especial con Pan de cada día, como director del grupo La Compasiva. ¿Cómo fue la experiencia de conocer otros públicos?

-Ni hablar, no sabes el miedo que era. En Noruega, había gente de países que yo no sabía ni que existían. Una cosa rarísima, de 40 países distintos y Pan de cada día tiene una característica, es una obra narrada en acciones, con mucha imagen, con mucho sonido, no tiene palabra pero, obviamente, es muy entendible, entonces era maravilloso. Al ser un festival tan plural de diversos países, produjo una gran eclosión y de ahí surgieron invitaciones a distintos lugares, algunas que pudimos acceder porque nos invitaron con el lujo de pagarnos los pasajes y muchos a los que no pudimos acceder porque no era tan fácil conseguir para pagarse los pasajes para ir a Polonia, por ejemplo. Y después esta obra, gracias al catálogo del INT, pudo presentarse en todas las provincias, en algunas más de una vez. Así que, muy satisfecho, muy feliz con esto de andar girando. Estoy muy agradecido de haber transitado estas cosas, es un privilegio y trato de recordarlo siempre cuando me bajoneo con lo que no sale.


-¿Cómo fue tu llegada al INT en plena pandemia?

-Decidí presentarme a este cargo que se concursa, con un jurado de por medio. Atravesé todas las instancias, quedé en primer lugar y asumí la representación hace pocos meses. Si bien conozco el INT por haber sido beneficiario muchos años, hay muchas cosas que no sé y las estoy aprendiendo. No me presenté con la idea de hacer lo que estoy haciendo en este momento. Uno quiere recorrer y estar en contacto, como representante, saber de las necesidades de los grupos, las salas. Mi trabajo en este momento, desde la provincia, es tratar de sostener la actividad y que pueda continuar. Que no se caigan espacios y grupos, en estas circunstancias. El lugar en este momento es cuidar lo que hay y cuidar a gente que ha invertido una vida y que, quizás, ahora no puede mantener más los espacios o nada.


-¿Cómo tomaste la decisión de pasar de las tablas a un cargo de gestión pública?

-Qué pregunta difícil porque, todavía, al día de hoy no me doy cuenta de por qué lo hice. A mí la gestión me gusta, por supuesto, en equilibrio con lo artístico. A veces la gestión me molesta porque me quita tiempo de artista y, a veces, me nutre. Por otro lado, siempre he respetado la acción del INT con y para el teatrista. Me parece que es un organismo casi único en el mundo, que pueda apoyar a una actividad tan maravillosa como la teatral. Cuando me hicieron una de las entrevistas para ser representante, me indagaban sobre las políticas de género. Y mi respuesta fue que ese debate en el ámbito teatral no se da, porque no es necesario. El ámbito teatral es inclusivo de por sí. Diría que va como a diez kilómetros delante del resto de la sociedad, en los debates que produce. Estar en un lugar que pueda cuidar y ayudar a eso, creo fue lo que más me motivó y si no puedo lograrlo deberé irme. Si en algún momento veo que mi función en ese lugar no sirve, entonces volveré a mis tareas docentes que amo hacer.


-¿Qué visión u opinión te genera la reapertura con aforo reducido, sabiendo que hay salas que no lo pueden mantener, en la mayoría de los casos?

-Son realidades distintas, las del teatro independiente y las del teatro comercial. Cuando fue la reapertura del verano, el primero que abrió fue el teatro independiente. Todo el que pudo abrir abrió. Con muchos cuidados, con mucho amor y dándose cuenta que la apertura era simbólica, que no iba a rendirle económicamente sino para reinstalar la actividad. Y otra vez el teatro independiente poniéndose al hombro esto, que se lo ha puesto toda la vida, de meterle garra para adelante. Está claro que con aforo reducido es muy difícil llevar adelante la actividad. Hay salas independientes que tienen 150 butacas, que no es lo mismo que esa sala que tiene 30 lugares y que, por lo tanto, va a trabajar con un aforo de 10. Aquello que a una sala de teatro comercial le parece bárbaro a otras no. Hay que tener en cuenta todas estas problemáticas y atenderlas.


-¿Crees que la reapertura fue pensada teniendo en cuenta la situación epidemiológica de cada sector de la provincia?

-La provincia de Buenos Aires no es CABA, tiene 135 municipios con realidades completamente distintas. La provincia se adhirió a una norma general que dio la Nación y que, por otro lado, le da potestad a los municipios para que vean. Los teatristas han tenido sentido común y lo tienen en el cuidado hacia el otro. Entonces, lo que se hizo ahora es un avance: en la diversidad de la provincia de Buenos Aires algunos grupos, algunas salas, pueden volver a trabajar, otras no. Tenés en la provincia cerca de 30 distritos o más que no tienen, prácticamente, ningún tipo de restricción. Otros tienen una restricción media. Lo importante es acompañar a la lógica del cuidado de las personas y eso lo tienen que hacer la provincia y los municipios. Si vos en Mar del Plata me decís que “no podemos abrir en estas condiciones, no podemos hacer funciones en estas condiciones”, tiene que haber respaldo del municipio, de la provincia, del INT y de todos porque tiene lógica.


-¿Cómo consideras el estado de las salas independientes en la provincia bonaerense?

-Mi recorrido por las salas siempre ha sido como compañero teatrista, llevando obras. No he tenido la oportunidad de conocerlas en este rol, que es lo primero que quiero hacer en cuanto se pueda: salir, conocer, estar, informar, ver qué necesidades tienen. Hay más de 150 salas de teatro independiente en la provincia de Buenos Aires, no todas habían estado en contacto con el INT antes de la pandemia, es más, te diría que muchas de esas salas no estaban en contacto. Hay una gran organización que es la Red de Salas de Teatro Independiente que se organizó durante la pandemia, que ayudó a visibilizar a muchas de esas salas. Con los compañeros de la Red trabajo como representante en consultas permanentes, porque ellos han hecho una organización de trabajo muy interesante, muy efectiva; han acercado y hecho conocer también al INT a muchos espacios que nunca se habían acercado, por distintos motivos, algunos por decir “no tengo ganas de hacer papeles, me lo puedo bancar sin eso”, esto existe todavía y me parece maravilloso. Otra realidad de la provincia es que no hay normativas para habilitar los espacios de teatro independiente y sobre esto se está trabajando en cada municipio.


-¿Tenés algún otro proyecto a futuro?

-Muchos…pero al arte no hay que quemarlo, como dicen. Tomar contacto con los municipios es muy importante y ver cómo se pueden optimizar los recursos, ser un intermediario entre los teatristas y los municipios, en aquellos lugares donde se requiera porque no siempre la comunicación es tan buena y hace falta articular. Espero y deseo apuntar toda mi gestión al renacer de la actividad, impulsar y ver de qué manera podemos ayudar a lo que debería ser una primavera teatral, hay que trabajar mucho para que el público se anime a volver. Es muy diverso el tema del público. Quizás en tres meses se levanta esto y todo el mundo sale como loco al teatro, feliz, porque dice “¡por fin puedo volver al teatro!”, no sé, por ahí no. Hay que estar atento y diagnosticar políticas para eso.


-¿Qué rol cree que ocupa el teatro ahora, en esta situación?

-La adaptación a lo virtual nos ha enseñado y nos ha dado muchas herramientas que no conocíamos y se encontraron recursos que antes no se habían valorizado. También creo que la esencia del teatro es el encuentro, es el convivio y que el convivio es irremplazable.


-Si tuvieras que darle a les teatristas algún mensaje, ¿qué les dirías?

-Este fue un escollo más, inédito, distinto, diferente pero simplemente un escollo más de los tantos que hemos vivido a través de nuestro trabajo teatral. Nuestra actividad se nutre de eso, hay que estar preparado para que esa pulsión de deseo por hacer todo el tiempo pueda volver a aflorar. Es muy difícil hacer pronósticos, soy optimista, creo que en el verano vamos a estar todos muy bien y antes también, si bien tenemos que seguir cuidándonos. No abandonemos los proyectos, los que se pueden seguir juntando con compañeros para no detener las producciones que lo hagan, ir calentando motores. Da un poco de miedo porque muchos han calentado motores muchas veces y han tenido que volver atrás. Pero bueno, es así, tiene que ver con el deseo que nos impulsa a los hacedores teatrales que es lo principal de esta actividad.



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