En una conferencia de prensa del miércoles 15 de mayo, se presentó el trabajo del área de Gestión de Públicos con las comunidades de personas ciegas y sordas para que puedan disfrutar de las obras como todes. Estuvieron presentes el secretario de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, las representantes de la Dirección Nacional de Innovación Cultural (DNIC) y el director Alejandro Tantanian.
Por Carolina Micale y Sol Putrino
Entrar a un teatro y sentir el aroma que desprende la madera y la alfombra, escuchar el eco de las voces y la música envolvente, observar cada detalle de la escenografía mientras transcurre la obra, es algo maravilloso para algunas personas. Para otras, es algo insignificante. Por fortuna, la variedad de espectáculos en Buenos Aires permite elegir qué ver y qué no. Sin embargo, las personas con discapacidad visual o auditiva quedan excluidas de esta experiencia: cuando la falta de algún sentido imposibilita la comprensión del arte, se anula la posibilidad de elegir.
Impulsados por la necesidad de acercar el arte a públicos diversos y de acuerdo con el artículo 30 de la Convención de los Derechos para Personas con Discapacidad, el TNA desarrolló un Programa de Accesibilidad Cultural que permite crear funciones teatrales inclusivas disfrutables para todos y todas. Se utilizan recursos que permiten la comprensión y el acceso a las obras: intérpretes de Lenguas de Señas Argentina (LSA), visita táctil de la escenografía dos horas antes de la función, audiodescripción introductoria, salas equipadas con Aro Magnético –que permite la trasmisión directa del sonido al audífono– y programas de mano con código QR punteado en relieve, que proporciona acceso a videos subtitulados, con intérprete LSA y audios grabados por los intérpretes.
“Es una felicidad ser el primer teatro accesible del país”, exclamó Alejandro Tantanian, director del TNA, el pasado miércoles 15 de mayo en la sala Trinidad Guevara. En conferencia de prensa, anunció el Programa junto al área Gestión de Públicos a cargo de Sonia Jaroslavsky, y la Dirección Nacional de Innovación Cultural (DNIC) de la Secretaría de Cultura de la Nación. Tantanian remarcó la importancia de lograr “una sociedad más justa, más libre e inclusiva”. Contó que comenzaron con el proyecto en 2017. Luego de dos años, se presentaron los primeros resultados de un trabajo que continúa en crecimiento.
En un video introductorio, con subtítulos y una audiodescripción realizada en vivo, se mostraron las primeras experiencias de funciones accesibles. Algunas de las personas con discapacidad que asistieron a las obras contaron cómo se sintieron. Según una encuesta realizada en el marco del proyecto, 41% de las personas con discapacidad auditiva nunca habían visto una obra hasta entonces. De la gente con discapacidad visual, el 21% tampoco lo había hecho. Vanesa Adducci, quien se encontraba presente en la sala y es parte de la comunidad sorda, comentó su experiencia al asistir a las primeras funciones de La madre del desierto y En lo alto para siempre: “Me emocioné muchísimo, pude comprender la obra”, expresó la integrante de la OnG Señas en Acción, colaboradora del proyecto junto a otras instituciones como la Federación Argentina de Instituciones de Ciegos y Amblíopes (FAICA).
“Necesitamos que este ejemplo se multiplique”, afirmó Pablo Avelluto, secretario de Cultura, luego de contar cómo el teatro cambió su vida. Jaroslavsky indicó que, con este Programa, se tuvo que “generar un cimiento profundo en el teatro”, debido a la transversalidad del proyecto y todas las instituciones y áreas que participan, desde el personal de prensa hasta vestuaristas. Y agregó: “Este es un camino que recién empieza, que tenemos que atravesar, y que ojalá pueda continuar, más allá de las gestiones”.
“Hablar de accesibilidad es pararse en otro lugar”, indicó Viviana Susena, integrante de DNIC. “No queríamos funciones ‘especiales’, queríamos funciones que nos encontraran a todos”, comentó, mientras enumeraba los errores que hay que evitar mediante capacitaciones. Además, reflexionó sobre la responsabilidad de presentar productos culturales en diversos lenguajes y sobre lo enriquecedor que esto resulta para su trabajo y el de todos los participantes. Por ejemplo, como contó Ignacio Bartolone, director de La madre del desierto: “A mí se me reeditó el asombro por mi obra. Empezar a entender qué pasaba en lo táctil, entender que la partitura sonora iba más allá del sentido narrativo, hace que uno sea mejor artista”, comentó el joven dramaturgo. Por otro lado, recordó que “escribe enrevesado” debido a que su hermana hipoacúsica le leía cuando era chico: “Es como mi mito fundacional. Entonces toda esta experiencia es como un tesoro que me fue dado”.
El encuentro finalizó con la palabra de Tantanian, quien afirmó que “un teatro público es para todos y no puede ser de otra manera”. El desafío a futuro es que, en cada lugar donde se produzcan arte y cultura, las funciones accesibles sean la regla y no la excepción.
Comments