Innovación en Invocaciones del Teatro Nacional Cervantes
El Teatro Nacional Cervantes estrenó la undécima edición del ciclo Invocaciones con Obra del Demonio, una puesta en escena de danza-teatro inspirada en Pina Bausch con Diana Szeinblum en la dirección. El equipo de ObCervantes dialogó sobre ello con Mercedes Halfon y Carolina Martín Ferro, productoras del ciclo surgido en 2014.
Por Lucía Legass y Melina Camargo
Invocaciones comenzó de la mano de Mercedes Halfon, escritora, periodista cultural y curadora de artes escénicas, a quien poco después se sumó Carolina Martín Ferro, productora ejecutiva, actriz y socióloga, para la producción general y coordinación del ciclo que propone “la historia del teatro revisitada”, es decir, combinar directores de teatro argentinos contemporáneos con artistas de un enriquecedor trabajo durante el siglo XX: mezclar lo nuevo con lo viejo, lo actual con lo inactual, en el encuentro entre dos poéticas.
Hasta el momento, Invocaciones trajo diez obras teatrales a la city porteña en el Centro Cultural San Martín. Entre sus títulos, se encuentran Meyerhold de Silvio Lang, Jarry de Mariana Chaud, Brecht de Walter Jakob y Agustín Mendilaharzu, Artaud de Sergio Boris, Pasolini de Matías Feldman, Kantor de Mariana Obersztern, Fassbinder de Lisandro Rodríguez, Discépolo de Maruja Bustamante, Stanislavski de Ciro Zorzoli y Lorca de Laura Paredes.
Con la décima primera Invocación, Obra del Demonio, el ciclo se transportó unas diez cuadras al norte para caer en el Teatro Nacional Cervantes por primera vez. La obra se estrenó el 9 de septiembre en la sala María Guerrero donde las expectativas y emociones fueron compartidas por todos, ya que las sensaciones fueron variando desde la creación de Invocaciones en 2014. “No éramos las mismas cuando empezamos a lo que somos ahora. El ciclo también se fue afirmando en la escena teatral y cada obra va significando un desafío nuevo”, comenta Mercedes. También explica otras razones por lo que resultó un desafío con muchas expectativas: “Fue muy desafiante porque la obra está por primera vez en el TNC, que nos proponía otra estructura de producción. Veníamos de trabajar históricamente en el Centro Cultural San Martín que no produce una obra desde cero, sino que son coproductores y nosotras teníamos que salir a buscar financiamiento por otro lado, era diferente. Nos preguntábamos qué iba a pasar, cómo iba a funcionar, teníamos muchos interrogantes. En un sentido, siempre hay emociones, incertidumbres y ansiedades, pero al mismo tiempo, vamos confirmando que, con el ciclo y cada nueva obra, siempre a nosotras definitivamente nos termina gustando”.
Esta nueva Invocación, dirigida por Diana Szeinblum, cuenta con doce bailarines en escena además de un equipo que funciona detrás todo el tiempo desde el minuto uno. La forma de trabajo y elección de las personas que integran el grupo es decisión y a criterio siempre del director. “Nosotras trabajamos siempre eligiendo al director o directora y proponiéndole el cruce con el invocado. Convoqué a Diana para que lleve adelante esta obra invocando a Pina. En general, nos van contando y charlamos, pero el equipo es una decisión del director/a que son las personas con las que van a trabajar y llevar adelante un proceso. No tendría sentido que nosotras les impongamos ningún tipo de requerimiento”, explica Mercedes.
Por otro lado, Carolina agrega que “lo que justamente queremos es que sea un trabajo totalmente apropiado para esa persona ya que es el que amalgama todos los rubros y los define. Es fundamental que estén coordinados por él”.
En el caso de Obra del Demonio, Diana optó por un equipo de coreógrafos en lugar de bailarines para que la puesta tenga no sólo una interpretación sino un recorrido laboral y que a su vez tenga similitud con el artista visual Eduardo Basualdo quien, según Mercedes, “aportó un universo visual propio, que si van a ver la muestra de él y después Obra del Demonio, encontrarán muchas relaciones entre sí. Es muy similar la propuesta escenográfica con su obra donde se nota que hay una sumatoria de voluntades muy grandes”.
-La definición de “invocar” significa “apelar a un poder superior para que le ayude”.
¿A la hora de elegir este “encuentro de poéticas'', qué es lo primero que hacen? ¿Eligen por interés a algún autor o porque les interesa trabajar con un director de acá?
-Carolina Martín Ferro: Fue distinto en cada etapa. Primero arrancó con cuatro obras juntas donde se estrenaron primero Meyerhold y Jarry, de Silvio Lang y Mariana Chaud respectivamente, y a los pocos meses se estrenó Brecht dirigidas por Walter Jakob y Agustín Mendilaharzu, y Artaud por Sergio Boris. Entonces el ciclo arrancó con esos cuatro directores invocados que estaban en mi cabeza durante el proceso de creación, antes de elegir un director contemporáneo que lo fuera a llevar a cabo. Me parecía que eran figuras relevantes en la historia del teatro, con propuestas no tan canónicas, más radicales y distintas. Me gustaba retomar la obra de esos cuatro, cada uno con sus razones diferentes.
En ese momento también dialogando con Mercedes, fuimos eligiendo uno a uno cada una de las parejas, quién con Antonin Artaud, quién con Alfred Jarry, quién con Vsévolod Meyerhold. Fuimos eligiendo un poco pensando en alguna clase de empatía. Por ejemplo Bertolt Brecht, un director que trabajó también con la intervención de otras artes dentro del teatro, se nos ocurrió que la dupla que hacen Jakob y Mendilaharzu, dos directores que trabajan siempre juntos, que habían trabajado en cine, radioteatro y cosas así, iban a enganchar bien con Brecht. Walter entiende un poco de alemán, entonces nos parecía que iban a caer bien. No queríamos correr a alguien de su zona de confort, sino que por el contrario decir “Che, este director del siglo XX me parece que va bien con tus intereses, meterte en este mundo va a producir algo que va a potenciar tu obra”.
-Y en Obra del Demonio, ¿por qué con Pina Bausch?
-CMF: Para Pina, en principio, porque no habíamos invocado a ninguna mujer. En un momento nos empezó a hacer ruido a nosotras. Al mismo tiempo, nos dábamos cuenta que el teatro del siglo XX es muy masculino, entonces era muy difícil encontrarlas. Si, había obviamente directoras mujeres pero había que irlas a buscar a un lugar donde había que explicar quién era esa directora. Pensamos que claramente había que ir a la danza, donde aparecen las mujeres de peso, como Pina Bausch, Isadora Duncan, muchas mujeres que podían ocupar ese lugar de ser una gran figura invocada. Ahí dijimos: "Bueno, aventuremos a la danza para poder traer a las mujeres al escenario e invocar a alguna mujer".
-Hablando de la obra, la primera de teatro danza en el Cervantes: ¿cómo se sienten con eso? ¿Qué piensan que traen al teatro con este Ciclo?
-Mercedes Halfon: En primer lugar, es la primera vez que el Cervantes produce en su temporada y sala principal una obra de danza con una temporada completa. No es que no se haya hecho danza allí antes, sino que es la primera obra que produce el mismo Cervantes. Tiene una temporada al igual que cualquier otra obra de texto y está la sala María Guerrero con igual jerarquía. Eso me parece muy importante en relación a poner la disciplina en ese mismo nivel y al mismo tiempo eso, es el único teatro nacional del país, entonces es muy simbólico, tiene mucho sentido.
-CMF: Podría ser una pregunta para Diana. Lo que la poesía es a la literatura, la danza es al teatro. Es una tendencia muy minoritaria, tiene menos espacios en todos los órdenes, menos salas, menos subsidios, menos espectadores. Y a veces uno se pregunta ¿Por qué nace esa posición? ¿Es porque la danza cuesta más de verla? ¿Es más difícil? ¿O porque los caminos se fueron separando pero que, si se pudiera ver una obra de danza buena, volvería a producirse ese enamoramiento? Hay un texto que se lee en la obra que dice que el teatro históricamente hasta el siglo XVIII siempre estuvo relacionado con la danza. Los actores bailaban y cantaban. A partir del siglo XVIII eso se divide. Y el cuerpo, el canto, el baile, esas formas, se dejan de lado para un teatro más de ideas, más racional. Y en realidad, tanto en la época de los griegos como en la época de Shakespeare, para decir dos grandes momentos, los actores bailaban y cantaban.
Llega a un lugar profundo como espectadores que quizás no lo podemos entender racionalmente, pero algo nos dice, algo nos provoca, y para nosotras tiene ese sentido de decir que hicimos esto, pusimos esta obra genial tan grande y tan importante en un escenario donde la pueden ver a un precio super barato, económico, un montón de gente, de jueves a domingo. A ver, ¿qué pasa?
-¿Tienen proyectos a futuro dentro del país para el ciclo Invocaciones?
-MH: Tenemos una Invocación de Emeterio Cerro por Ignacio Bartolone el año que viene. Después tenemos otra, de Sor Juana Inés de la Cruz por Andrea Garrote que ya la escribió. Fue un encargo desde la pandemia. Aunque creo que todavía no está definida la sala, se va a estrenar en México antes que en la Argentina porque casualmente Andrea le presentó el proyecto a una compañera en México con quien tiene vínculo. Les encantó, la querían hacer y la invitaron a que la dirija. Es una obra también grande: ésas son las dos Invocaciones próximas.
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