Especialista en Filosofía antigua y griego clásico, Esteban Bieda explicó en la charla de Formación docente cómo abordó junto con la directora Cristina Banegas el proceso de traducción y adaptación de Edipo Rey, de Sófocles. El énfasis estuvo en ejercer, sin complejos académicos, la libertad de interpretar un texto disponible para todxs.
Por Sol Putrino
Cómo ser espectador de una tragedia griega, sin que sea contemplada como La Giaconda en el Louvre. Preocupado de que Edipo Rey no sea consumido como una pieza de museo, el docente de Historia de la Filosofía Antigua y Griego Filosófico y Lengua y Cultura Griega en la UBA, Esteban Bieda, comentó cómo fue su proceso de traducción para la puesta de Cristina Banegas en la actual temporada del Teatro Nacional Argentino – Teatro Cervantes.
El sábado 18 de mayo un grupo de docentes se reúne en la sala Trinidad Guevara del TNA - TC para escuchar a Bieda acerca de cómo pensar a Edipo antes y después de Sófocles. Con su diccionario griego en mano, se disculpa por si se le escapa algún “buenas tardes” durante la charla, debido a que perdió la costumbre de dar clases por el turno mañana. Desde aquí parte para contar su compromiso sobre cómo reconstruir una tragedia clásica en, por y para argentinos. Un Edipo del que formemos parte y que nos hable a nosotros.
La Atenas clásica se volvía teatro en cada puesta espectacular. La ciudad entera –es decir, los ciudadanos varones– asistía al teatro para conocer las novedades que le ofrecían las tragedias. Novedades asociadas a cómo eran reescritos los mitos que todos conocían. El espectador griego ya sabía lo que iba a ver, buscaba sorprenderse desde otro lugar: iba a conocer cuál era el diálogo que nacía entre la tradición que se legitimaba y el diagnóstico sobre el presente; diálogo siempre propuesto por el dramaturgo. Cada obra –que construía una revisión histórica– legitimaba cuál había sido la acción de los hechos. Por lo tanto, si consideramos que de acuerdo a quienes fuimos se constituye nuestro cómo somos, puede decirse que en cada obra Atenas definía su identidad.
Si la pretensión de Bieda estaba en revisitar un texto clásico pero posicionado en nuestra contemporaneidad, su trabajo debía estar orientado respecto a cómo actualizar al texto dramático para crear nuestra versión: “¿Cómo activar resortes afectivos e intelectuales que viven en estas piezas?”.
Para responder a esta pregunta, primero dejó en claro que Edipo Rey es un material que se encuentra disponible ya que no hay ningún hablante vivo del griego clásico y, por ende, que pueda funcionar como árbitro. Entonces, ¿por qué sumirnos al español cuando nuestra lengua es el castellano? Bieda subrayó que nuestra identidad está constituida por la “negación de la afirmación”. Somos negándonos en relación a lo que otros son. Para medirnos con nosotros mismos, propuso construir nuestra propia vara. Motivado por esta cuestión, su trabajo de traducción se apoyó sobre decisiones políticas y no estéticas. Un Edipo que en vez de tutear, vosea; para que, mejor familiarizados, no sea el texto el que se escuche sino que sea la obra la que se ponga adelante. Dejar de arbitrarnos por el español para rebelarnos con nuestro castellano.
En esta misma línea, se intentó recuperar aquel encuentro que experimentaban los espectadores de la Antigua Grecia. Por esta razón, la puesta de Banegas ofrece un prólogo extenso con el fin de dar a conocer la trama narrativa, dado que –tal como ya se ha dicho– el griego sí conocía la historia.
Por último, Bieda mencionó un aspecto vinculado al presente: la equiparable crisis epistemológica en el Edipo de Sófocles con nuestra llamada posverdad. En un mundo que tiende a resignar la verdad, el docente reflexionó sobre la necesidad de construir verdades sociales para delegar nuestra libertad, pues en una República no somos libres.
Pero no se refirió con esto a hacer de la opinión una verdad. Mientras denunció la sobrestimación del “me parece” frente a aquello que fue estudiado, recuerda una escena de la obra: “¡Qué terrible es el saber cuando no le sirve a quien lo tiene!”, dice Tiresias a Edipo cuando le confiere el saber de quienes son sus padres. Y que Edipo, se niega a oír.
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