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Marcelo Mengarelli: “El pantalón está bien puesto porque ellas son las que toman las decisiones"

Actualizado: 12 oct 2023

El diseñador de vestuario de la obra mendocina Los establos de su Majestad cuenta acerca de las decisiones consensuadas con el director Víctor Arrojo y el resto del equipo, además de valorar el apoyo del TNC para la producción.

Por Agustina Barbero


Los establos de su Majestad se presenta en el Teatro Independencia de Mendoza hasta fin de octubre. Escrita por Fernando Lorenzo y Alberto Rodriguez (h) y adaptada por Sonnia De Monte, la obra refiere a la campaña del desierto y la apropiación de las tierras por parte de los hacendados y en contra de los “indios”. Es una coproducción entre el Ministerio de Cultura y Turismo de Mendoza y el Teatro Nacional Cervantes.

Marcelo Mengarelli, el vestuarista en la obra, es diseñador gráfico y escenógrafo y, por segunda vez, es convocado por el director Víctor Arrojo para formar parte del equipo de trabajo. Además, ha sido parte de la Fiesta Nacional de la Vendimia en varias oportunidades.

Es destacable el trabajo interdisciplinario del equipo. La integración de la escenografía con el vestuario, el trabajo de dirección, iluminación, la música y el resto de los rubros artísticos están logrados. Mengarelli dice que con la escenógrafa Analía Quiroga son compañeros hace 20 años y, en general, realizan las tareas juntos: “Ella es como una hermana y nos divertimos mucho”.

El trabajo en conjunto es necesario para lograr plasmar las ideas del director. El proceso de creación es mutuo, se sientan a charlar las ideas hasta que queda el proyecto final. “Víctor me dejó trabajar, acepto mis ideas y los diseños fueron consensuados”, explica el vestuarista.

Pero, luego de la charla, es el momento de plasmar las ideas. Para Marcelo, es la parte más linda y la más complicada. “El resultado final debe verse igual que en los dibujos. Es una cuestión de obsesión”, afirma. El proceso de creación se convirtió en mamelucos de tela de gabardina elastizada para permitirles a los actores y actrices moverse de manera adecuada. Son de color blanco, porque se basaron en los operarios de los frigoríficos, para después pasar a representar al operario de la curtiembre (donde se desarrolla la obra). Es una sola pieza que simula ser, por un lado, pantalón y, por el otro, remera.


Por otro lado, se agregaron guantes rojos para reflejar la sangre permanente en sus manos. Ese color no fue azaroso, subraya el diseñador, sino que estuvo estudiado para que resaltara mucho. Este elemento del vestuario es otro guiño ideológico que marca la puesta. No todos piensan que los hacendados terratenientes están bañados de sangre por los hechos que cometieron.

Además, incluye unas botas que se pensaron, en un primer momento, de goma de trabajo, pero eso imposibilitaba subir escaleras y hacer acciones de manera cómoda. Por eso se decidió crear una simulación: un pedazo de tela sobre el pantalón y debajo, otro calzado más amigable al cuerpo. Y con la impronta de cada personaje: más femeninas para Clotilde y Margarita, militares para el comandante y así con los demás papeles. El trabajo en equipo se demuestra en el cuidado de estas pequeñas cuestiones como la comodidad de los intérpretes.

El vestuario es atemporal pero con un detalle a destacar: las mujeres llevan pantalones (algo que no ocurría en aquellos tiempos). ¿Qué llevó a tomar esta decisión? El director tiene un posicionamiento ideológico muy marcado. No pasaron por alto el contexto donde el feminismo tiene una gran fuerza y marca a la sociedad. En esta versión son ellas, las mujeres, las que toman las decisiones. De forma directa, como Clotilde (interpretado por Sandra Viggiani, e indirecta, como Margarita (Claudia Racconto), cuando presionan al Comandante (Pablo Diaz). “El pantalón está bien puesto porque las mujeres son las que toman las decisiones”, comenta Mengarelli.

El programa TNC Produce en el país, del Teatro Nacional Cervantes, posibilita tener “una espalda que te apoye, tener un presupuesto, poder trabajar holgadamente y sin olvidar la gran ventana que es para nosotros haber participado en una obra producida por el Cervantes. La diferencia es grande. ¿Después, cómo se vuelve? Volvés a trabajar con poco presupuesto, que es lo que hemos hecho siempre”, se responde a sí mismo el diseñador, con una sonrisa.



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