top of page
Buscar
Foto del escritorCervantes Gestión de Públicos

Juan Villoro: “Mi madre es la gran dramaturga de mi vida”

El escritor mexicano estuvo de visita en Buenos Aires para el encuentro de Literatura, Arte y Ciencia en el Centro Cultural de la Ciencia (C3) donde habló de su nuevo libro La figura del mundo y presentó la obra de teatro La desobediencia de Marte, coproducida por el TNC.


Por Flor Cosentino y Kathe Chacón


Nacido en ciudad de México en 1956, hijo del conocido filósofo catalán Luis Villoro y de la psicoanalista yucateca Estela Ruiz Milan, Juan Villoro es un renombrado escritor y periodista, autor de decenas de obras, entre ellas; ensayos, crónicas, obras de teatro, novelas como El testigo y cuentos como Los culpables.


Entre sus obras de teatro se encuentran Filosofía de vida, que en Buenos Aires dirigió Javier Daulte y protagonizó Alfredo Alcón, Conferencia sobre la lluvia, interpretada y dirigida por Fabián Vena, y la recientemente estrenada La desobediencia de Marte, coproducción entre el Centro Cultural de la Ciencia, dependiente del ministerio de la Ciencia, Tecnología e Innovación y el Teatro Nacional Cervantes, del ministerio de Cultura, dirigida por Marcelo Lombardero y protagonizada por actores de la talla de Osmar Núñez y Lautaro Delgado Tymruk.


"El público argentino es muy bueno porque va mucho al teatro, porque discute mucho, porque se entrega", dice Villoro, relajadamente sentado en un sillón de la Embajada de México, apenas unas horas antes de tomar el vuelo de regreso a su país.


-¿Cómo es tu relación con los distintos géneros que escribís? ¿Tenés mayor afinidad con alguno?

La verdad es que no me siento cómodo en ningún género y por eso los escribo. Cualquier cosa que te interese, te genera tensiones, te pone nervioso. No hay nada que valga la pena que hagas con indiferencia. Todos los géneros tienen complejidades propias. Cuando escribes una novela, requieres de una larga paciencia, de una constancia enorme para que las cosas se vayan armando de tal forma que todo se relacione, pero cuando escribes un artículo para el periódico tienes que ser breve, claro, directo y, al mismo tiempo, eso tiene que tener sentido preciso para el momento en que se publica. La de la novela es una tensión de la espera, de la dilatación y la del artículo es una tensión de la urgencia y de la brevedad. Cambian los retos, pero a mí me gusta tener distintos desafíos que me ponen incómodo de diferentes maneras.


-En el encuentro del C3, cuando Matilde Sanchez te preguntó acerca de la literatura, dijiste: "Quien abre un libro es porque busca cumplir un deseo". Y quien va al teatro, ¿qué busca?

También, el arte es la forma de buscar algo que te compense de una realidad que está mal hecha, ¿no? Si el mundo fuera perfecto no necesitaríamos algo que lo completara. Cuando vas al teatro, justamente buscas que durante dos horas puedas tener una realidad alterna que te haga sentir que vivir vale la pena. La diferencia del teatro con todas las demás artes es la empatía instantánea que se establece entre quienes producen el arte y quienes lo reciben. Es el único lugar del arte donde la comunión es instantánea y donde hay una liberación de las emociones potentísima, para bien o para mal.

El viernes un señor me dice: "Solo le digo una cosa: toque mi cara". Y yo noto que estaba bañado en lágrimas, de la obra. Este contacto con la obra, es algo que yo no tengo con un lector y eso es poderosísimo e insustituible del teatro. Es uno de los más legítimos espacios del rito. Y a nuestra sociedad le hacen falta ritos.


-¿Cómo llegaste a escribir obras teatrales?

Empecé hace muchos años cuando estaba muy de moda hacer colectivos teatrales en los años 70. Mi madre dirigió una institución muy linda que hubo en México, el centro de teatro infantil, en donde muchos niños aprendimos a ver teatro. La idea pedagógica era que los chicos pudiéramos presenciar obras, pero al mismo tiempo participar en ellas. Estuve en varias obras y unos años después, durante mi adolescencia, un amigo volvió a reunir a los niños que habíamos pasado por allí para que hiciéramos obras por nuestra cuenta. Fue un proyecto muy lindo y llegamos a unas cien representaciones. La gran influencia literaria, cultural y teatral que teníamos entonces era Alejandro Jodorowski, un espléndido director teatral. Luego estuve en distintas compañías tratando de ser actor, pero entendí que no era lo mío. Y me di cuenta que como dramaturgo principiante iba a tener muchos problemas para llevar una obra a escena. Me pareció una maravilla poder escribir cuentos sin más material que la pluma y el papel; así que aparté al teatro, pero seguí yendo mucho.

Pero hace unos 16 o 17 años, me reencontré con una amiga con quien teníamos un amigo en común que acababa de morir. Sentí que era como un pacto, como si él nos volviera a reunir, y decidí que tenía que escucharla y hacer algo juntos. Efectivamente así fue y escribí mi primera obra ya formal, que es Muerte parcial y ella la estrenó. Una de las cosas más interesantes de empezar tan tardíamente en el teatro fue ser un principiante a los 50 años. Esta posibilidad de iniciar una nueva trayectoria me encantó y desde entonces no he parado.


-¿Y qué pasó con la actuación? ¿Tendrías ganas de volver a actuar o de volver a probar?

Me gustaría pero lo que me parece una pesadilla es la reiteración del texto. Tengo bastante buena memoria y me lo puedo aprender pero daría una función, no regresaría nunca a hacer lo mismo, me parece insufrible. Y respecto a la dirección hay una consideración muy precisa que tiene que ver con esto. Por ejemplo, admiro muchísimo a Harold Pinter, Thomas Bernhard, Jean Genet, en fin, tantísimos autores teatrales. Y nunca he tenido la idea de dirigir una obra de ellos y creo que tampoco debo tenerla hacia mis propios textos. Porque en lo que yo sí puedo colaborar, y lo hago mucho en los ensayos, es en cómo se deben decir los textos, porque los actores, especialmente en países como México, no suelen tener una formación literaria muy fuerte, entonces necesitan apoderarse del lenguaje. No trabajan desde la comprensión, sino desde la asimilación emocional de los textos. A medida que lo van incorporando, van mejorando y lo trabajo mucho con ellos.


-Sobre La desobediencia de Marte ¿Cuál creés que es la relación de continuidad más importante entre los actores?

Mira, hay varias relaciones de continuidad. Una de ellas es la idea de la filiación. En la cultura, en la ciencia, es muy importante transmitir el conocimiento, y muchas veces esto se da en una relación maestro-alumno que no es ajena a la paternidad. Pero, al mismo tiempo, esa transmisión es problemática, porque los discípulos muchas veces alteran, refutan o cambian lo que dicen sus maestros. Entonces en la obra se pone en tensión una posible relación paternal entre los actores, pero también entre Tycho Brahe y Johannes Kepler. Y luego hay un espejo de esta misma relación en las figuras del rey Lear y de Hamlet en Shakespeare, que quise meter allí porque son figuras emblemáticas para los actores. Es decir, se vuelve a dar esta relación de paternidad.


-Dentro de la relación entre profesor y padre, ¿quién fue la persona que consideraste como un padre porque te enseñó muchas cosas?

He buscado muchos maestros en la vida y tuve la suerte de estar en el taller de Augusto Monterroso, escritor guatemalteco que vivió en México, una persona maravillosa, que fue un gran maestro. También considero que Sergio Pitol fue un maestro, otro escritor mexicano muy importante. Y Alejandro Rossi, que fue filósofo y escritor. En fin, he tenido muchos maestros.


-Y en este tema de la afiliación y el discípulo que continúa la obra del maestro, ¿has encontrado a tu discípulo?

No, no lo he encontrado. Bueno, he dado clases y he tenido muy buenos alumnos, he sido maestro en el taller de algunos escritores que hoy destacan. Una de ellas es Guadalupe Nettel, que es una de las principales escritoras mexicanas. Pero ella ya es tan importante que a mí me parecería pretencioso decir que fui su maestro.


-Hay una parte de la obra en la que Kepler habla de la carta astral a su padre. ¿Vos alguna vez te hiciste la carta astral?

Sí, muchas veces. Esa carta es real, la carta real de Kepler. Todo eso está sacado de los diarios. Hay muchas partes de la obra que están sacadas de fragmentos del propio Kepler. También el discurso donde agoniza Tycho está basado en un documento real. Aunque la obra no pretende ser una obra histórica, es una reflexión sobre estas figuras, pero sí, ese horóscopo es el que Kepler hizo de su padre. A mí me interesa mucho la astrología porque yo me formé en los años 70, muy metido en la contracultura que buscaba discursos alternos, y uno de ellos era la astrología. Me he hecho la carta astral varias veces. Mi padre era Escorpio, ascendente Escorpio. Mi hermana es Escorpio, ascendente Escorpio. Su hija es Escorpio ascendente Escorpio. Mi madre y yo somos Libra. Yo soy ascendente Tauro y la Luna en Géminis.


-Esta obra ya se había estrenado. ¿Cómo fue verla hecha por actores argentinos?

Sí, la obra se estrenó en Chile. Fue estrenada en el Festival Puerto de Ideas de Antofagasta, que es un festival dedicado a la ciencia y al arte. Antofagasta está muy cerca del Observatorio Paranal, que es uno de los principales observatorios ópticos del mundo, a esta reunión asistían muchos astrónomos y les pareció oportuno que yo presentara una obra que tuviera que ver con el tema. Tuve unos actores magníficos en Chile y quedé muy contento. La obra tuvo temporadas en Chile y luego en México con dos elencos diferentes. Y ahora, pues, la suerte de estar acá. Estoy muy contento con el montaje argentino. Tuve la suerte de tener dos grandísimos actores. En la obra lleva mucho más peso Tycho Brahe y esa es una de las revanchas que permite el teatro porque en la vida real, Kepler fue mucho más importante. Tener un actor como Osmar Núñez ha sido un privilegio enorme. Y logró tener muy buena química con Lautaro Delgado, de hecho fue Osmar quien sugirió que estuviera Lautaro. Me gusta mucho la dinámica entre ellos. Y por supuesto, la respuesta apasionada del público ha sido muy gratificante. El público argentino es muy bueno porque va mucho al teatro, porque discute mucho, porque se entrega.


-¿Tenés obras centradas en la figura materna?

Creo que le tengo mucho miedo a mi madre y a tanta identificación. Sobre el padre es más inofensivo. Mi madre, si yo digo "había una madre en Albania que...", ella dice "soy yo, ¿por qué estás hablando de mí?". Le digo: "Pero es en Albania, tú no tienes cabras". Pero ella se identifica igual. En cambio, cuando presentamos la obra El filósofo declara en México, el director y yo teníamos mucho miedo de lo que mi padre opinara. Porque es una comedia de la neurosis intelectual de la que él forma parte -bueno, yo también-, muy centrado en él. También en una misoginia bastante fuerte, que fue muy propia de la generación de mi padre. Entonces teníamos miedo de su reacción, pero se empezó a reír como si no tuviera nada que ver con él. La carcajada era tan estruendosa que se tuvo que poner un pañuelo en la boca. Y al final me dijo: "Oye, qué tipos tan estrafalarios", y eran él y sus amigos, pero no se vio reconocido. Mi madre es todo lo contrario.

-Debe estar en muchas cosas de las que escribís, aunque no escribas de ella.

Ella está en todo. El libro que escribí ahora sobre mi padre está dedicado a ella y, además, aparece, hay una escena final donde tiene las últimas palabras. Pero está dedicado a ella porque a medida que iba escribiendo, me di cuenta de que lo hacía de la forma en que ella me enseñó a ver el mundo, me enseñó a ver a mi padre. Es como la gran dramaturga de mi vida. Y en El filósofo declara hay un giro interesante. Aparentemente la figura dominante es el hombre que subyuga a la mujer y que es el gran filósofo pero en el fondo, y luego se ve, es una especie de charlatán, como tantos intelectuales que se ufanan de muchas cosas y simplemente han logrado triunfar con una retórica un poco hueca. Y la verdadera inteligente, la verdadera dominante en la relación, la que no necesita lucirse, porque ya está satisfecha de sí misma es ella, ¿no? Yo le atribuyo esa fuerza a mi madre.


34 visualizaciones0 comentarios

Comentarios


bottom of page