Visita táctil en el Cervantes: Sentir teatro
- gestiondepublicos
- 19 ago 2024
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Durante dos jornadas, antes de la función, personas ciegas y con baja visión recorrieron la escenografía y conocieron de cerca a los personajes de Un guapo del 900: accesibilidad para incluir a todos.
Por Paloma Doti y Pilar Pisano

Son pocos los espacios culturales que invitan, abrazan e integran maneras distintas de vivir teatro para que sea de todos. Desde 2019, el programa TNC Accesible propuso igualar las condiciones de entrada a las artes escénicas para un público más amplio.
Dentro del programa se encuentran recursos de accesibilidad como audiodescripciones, aros magnéticos, subtítulos en el contenido en redes, entre otros. En este marco, los días 8 y 9 de agosto, se realizó una visita táctil para la obra Un guapo del 900, dirigida por Jorge Graciosi y adaptada por Tito Cossa. Se trató de un recorrido guiado para personas ciegas o con baja visión. Los elementos que tejen las historias quedan fuera de las narrativas que reciben las personas ciegas, no permitiendo que compartan la experiencia en conjunto con el resto de espectadores. Es por eso que en esta propuesta dos horas antes de comenzar la función los presentes pudieron acceder e interactuar con las instalaciones: el vestuario, la utilería y la escenografía. Sintieron, tocaron y experimentaron el teatro a través de sus otros sentidos.

Entre los recursos utilizados, para lograr que los participantes dimensionaran el tamaño de la asombrosa sala Maria Guerrero, tres trabajadores del teatro se colocaron cada uno en uno de los tres palcos, con el último alcanzando el techo. En orden de menor a mayor distancia, se escuchó un “hola” proveniente de cada uno de los pisos. Así, medir la magnitud gracias a la distancia del tono de voz. Los visitantes se mostraron sorprendidos al poder escuchar la importancia de la sala.

Los ostentosos tapices rojos en las paredes y los ornamentos dorados clásicos del teatro español fueron visitados por los dedos de los participantes, quiénes escuchaban y sentían la historia que los guías relataban sobre el Cervantes. Por ejemplo, Tania, presente el viernes en la visita junto con su familia, dijo: “Me gustó muchísimo esta posibilidad de tocar las molduras y toda la decoración, el labrado de la madera, los picaportes. Tienen una coherencia, se va repitiendo las formas de ostras, de flores, de columnas, de espirales, es una belleza”.
Además, pudieron dialogar con los actores y actrices de la obra, para permitir escuchar las voces antes y así distinguirlas durante la función. Arturo, profesor, trabajador del ministerio de Educación y con discapacidad visual, dijo que solo tuvo esta única experiencia en una visita táctil y concluyó: “Esto es integración.”
Con curiosidad y entusiasmo, los participantes formaron parte de un ida y vuelta de preguntas, donde pedían detallada descripción de los espacios por los que paseaban, desde que empezaron el recorrido en el foyer del teatro hasta la finalización sobre el escenario.

No es la primera vez que el Cervantes presta atención a esta problemática. El teatro lleva adelante programas de capacitación e investigación, promoviendo el desarrollo de las personas con discapacidad de todo el país como espectadores pero también como hacedores de cultura. En agradecimiento con la oferta del teatro estatal, Pablo, miembro de la Banda sinfónica nacional de ciegos, subrayó la importancia de estos espacios: “Hay una diferencia entre la experiencia individual y tener el servicio del propio teatro y el propio estado que te incluyen y te dan esa información que, de otra manera, habría que buscar solo. Ese es el individualismo contra una sociedad solidaria que se organiza para incluir”.
Esta experiencia resignifica la mirada tradicional del teatro. Invita a escuchar y degustar las obras. A jugar con las sensaciones, con los sentidos. A aprender a mirar con las manos, con los oídos, con el cuerpo. Permite ampliar el público, para que cada vez seamos más los que sentimos teatro.


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