top of page
Buscar

El constructor de espacios

  • gestiondepublicos
  • 23 jul 2024
  • 3 Min. de lectura

Alejandro Mateo es el diseñador de la escenografía de Un guapo del 900, clásico en el que había trabajado en sus inicios, en otra puesta en el Cervantes en 1982. En esta nota cuenta, entre otros detalles, porqué encontró en la luna la imagen central de la obra.


Por Agustina López Pérez, Camila Vittar y Giovanna Cirianni


“En un escenario están todos los universos posibles, hay que ser muy cauto en qué pones adentro”, dice el diseñador escénico Alejandro Mateo, al recordar a Saulo Benavente, uno de sus maestros. “Por más que trabajes en una sala con determinadas características, para mí lo importante es la construcción de un espacio. Uno construye espacios, no ambienta nada”, dice el escenógrafo después del estreno de Un guapo del 900 de Samuel Eichelbaum, en la versión de Roberto “Tito” Cossa, el pasado 6 de junio en el Teatro Nacional Cervantes.

La trayectoria artística de Mateo es extensa; estudió pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes y luego escenografía. Es diseñador de vestuario, títeres e incluso joyas además de desempeñarse también como docente y dramaturgo en el teatro oficial y en la escena independiente. Trabajó como escenógrafo de obras emblemáticas del teatro argentino: Stefano, de Armando Discépolo;  Saverio el cruel, de Roberto Arlt; Ya nadie recuerda a Frederic Chopin, de Cossa. A esta lista de clásicos se le suma Un guapo del 900, su trabajo más reciente: “No me dí cuenta que había hecho una seguidilla de clásicos argentinos este año. Son textos que son muy pregnantes en la gente, pero dan mucha libertad. Permiten eso: o te quedás atado a las didascalías de los textos, o podes navegar y ver a qué orilla llegas”.


La obra de Eichelbaum se estrenó por primera vez en 1940 y desde entonces gozó de múltiples versiones, tanto en teatro como en cine. La versión de Cossa, explica Mateo, reduce la historia a lo fundamental. Pero era necesario, para diferenciarse de las versiones anteriores, tomar distancia del estilo costumbrista que se le había dado a la obra. Entonces aparece la idea del cielo, sin duda protagonista.

 “Me pregunté ‘¿cómo se narra esta historia?’. Es una historia que tiene mucha nocturnidad. Y ahí apareció ese cielo. A partir de esa imagen, apareció la luna, que está muy relacionada con la imagen de la madre. En la obra, el núcleo conflictivo pasa por el personaje de Ecuménico y la madre, por esa relación. Fue la imagen de ese cielo nocturno, nuboso, con cierta intranquilidad que después se fue extendiendo y dije ‘¿qué pasaría si ese cielo empezara a ocupar toda la espacialidad de la sala?’. Y se transformó, se trasladó al piso. Entonces dejé la imagen del fondo y la espejé en el tapete”, dice el escenógrafo. 

La formación pictórica de Mateo lo lleva siempre a relacionar el texto dramático con algún estilo o artista en el cual se inspira para desarrollar el diseño. También se apoya en la música. En este caso, esos puntos de partida fueron el tango y la pintura de Héctor Basaldúa, que forman parte del mismo universo nocturno y nostálgico.

El proyecto inicialmente estaba pensado para la sala Orestes Caviglia, una sala de carácter íntimo por su tamaño y disposición. Cuando se trasladó a la María Guerrero, con capacidad para más de ochocientos espectadores, el trabajo cobró otra dimensión. “Ahí apareció esta imagen casi operística. Yo alguna vez hice ópera, entonces ese cielo se estalló, se amplió. Siempre estaba la cuestión de la luna que me rondaba y, a último momento, apareció el circuito  de las fases de la luna, el cual se repite en el circuito que hace el personaje. Es como el camino del héroe; el héroe clásico que no puede no entregarse a ese destino, con un valor un poco trastocado en esta época que es la lealtad”, afirma Mateo. 



Al igual que un bandoneón o la pintura de Basaldúa, la composición escénica de Un guapo del 900 emana un halo de nostalgia. Aunque el peso de la época se materializa en un mobiliario realista, el mural del cielo –con sus lunas, su oscuridad y su niebla– logra un espacio anacrónico:  “Me gusta ver a los personajes transitando en esa nada”, dice. 

Mateo, como Ecuménico, vuelve a sus comienzos de esta forma y recuerda su paso por el taller de escenografía del Teatro Cervantes. Su último proyecto en el taller fue nada menos que Un guapo del 900, una versión dirigida por Rodolfo Graziano con escenografía de Hugo de Ana, estrenada en 1982. Ahora, durante la entrevista, descubre una coincidencia: “Me doy cuenta que también era un espacio no realista. Era inmenso; había un gran cielo, un hermoso cielo atrás. Creo que esa imagen me quedó y la tomo ahora mucho después”. 




 
 
 

Comentarios


2024_TNC Logos_Logo Secretaría_Blanco_ed

Libertad 815 - C1012AAQ
Ciudad Autónoma
de Buenos Aires
República Argentina

Boletería:

Miércoles a domingo

de 10 a 22 h

 

Comprá tus entradas

Área de Gestión de Públicos
Mail: gestiondepublicos@teatrocervantes.gob.ar
WhatsApp: +0054 9 11 2456 2633
TE: (011) 4815 8880 al 86 int. 117, 137 y 188.

bottom of page