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Una visita guiada muy personal

Uno de los Jóvenes periodistas cuenta su experiencia solitaria y nocturna en el TNA – TC: recorrió junto con el personal de seguridad los recovecos del teatro y lo compara con el espectáculo Acá no hay fantasmas.


Por Joaquín Fioroni




Cautivados por la idea de cómo se cuida un edificio histórico, pasamos una noche en el Teatro Nacional Argentino – Teatro Cervantes. Permisos y papeleo mediante, charlas nocturnas y esotéricas después, las leyendas populares y el entre bambalinas salen a flote e invitan a ver qué hay más allá, qué ocurre cuando la función termina y todo queda a oscuras. Guiados por los cuidadores de seguridad –que desde lo periférico tejen discursividades populares, opuestas y complementarias al discurso teatral oficial–, recorrimos un edificio (casi) vacío.

1:30 AM: “Y una vez, ese piano que está ahí empezó a sonar sólo. Pensamos que era uno de los que trabaja acá, que es medio jodón y toca de puta madre, pero no. Sólo estaba tocando. ¿Que qué hice? ¡Salí corriendo!”.

Cuatrocientos trabajadores no actores (que van desde prensa hasta teloneros) arman un elenco con dramaturgia y dirección propia, aunque por ahí no lo sepan. Puede que la majestuosidad de tener al Cervantes como oficina genere ciertos resortes y giros dramáticos. Puede que el teatro, inanimado y silencioso, tire centros para que la acción teatral suceda. O puede que Oscar –que ahora es el guía de este personalizado recorrido nocturno del teatro– no solo sea parte de una obra para la cual no firmó contrato, sino que también y sin saberlo editorialice la crítica de la programación: “Copi, espectacular. Esta otra no tanto… flojita”.

1:45 AM: “En este pasillo aparece siempre éste dado vuelta. Igual, que sé yo. Seguro que son los de técnica que también me dejan maniquíes cerca de las puertas para que me pegue un julepe”.



Será la burocracia para recorrer al Cervantes vacío, será la omnipresencia de los guardias de seguridad que cuidan al teatro en vela. Cuando se está ahí, uno se termina de dar cuenta que se trata de un monumento histórico nacional. ¿Es ese el sello indiscutible de ARTE impreso en cada una de sus obras? ¿Son las losetas de Tarragona y los azulejos de Valencia los que le ponen firma de sublime a cuanta cosa uno presencie en ese lugar? Si el Cervantes fuera entonces un marco pomposo que irradia legitimidad artística, verlo vacío y en penumbras puede que permita echar luz sobre algo más que simples historias de fantasmas.

2:50 AM: “Y el picaporte de esas puertas viejas, ¿viste? arriba en mayordomía, ¡se empezó a mover sólo! Yo tiraba para cerrar la puerta y ¡se me iba para el otro lado!”.

En el recorrido, vamos con Oscar y Laura, encargados de seguridad turno noche. O mejor: tributos y corderos rotativos para el hambre voraz del Cervantes más nocturno y fantasmagórico. Es el mismísimo tour que hizo Lisandro Rodriguez para montar Acá no hay fantasmas, la visita guiada 2018. Aunque él trajo micrófonos, nosotros no. Cuando el autor y director craneó su puesta, visitó al Cervantes de noche para captar sonidos y “algo” de lo inclasificable que ahora presenciamos. “Algo” que nos sobrevuela. Gustito a mito y a nostalgia. El sinsabor intimista de un teatro a solas. Así creó su visita performativa, un recorrido delirante por el mítico edificio, donde dos guiadores gallegos son capaces de mostrarnos, cual fresco renacentista y durante varios minutos, el baño del teatro.

La puesta juega con elementos también visibles en nuestro pequeño acampe: los discursos desde la periferia, la teatralización de los trabajadores del edificio, la cosa metaficcional, el valor contextual del Cervantes, esa energía que aparece en forma de fantasmas y quizás no es más que la pulsión artística e inmanente de un lugar que nació para celebrar un rito. En la obra de Rodríguez, aparece él mismo caracterizado de trabajador de limpieza, mientras escucha por radio a pila los discursos de apertura de sesiones de Macri, algo tan o más terrorífico que el fantasma de Maria Guerrero y toda su compañía.

3:05 AM: “Antes hacían unos sainetes bárbaros, unas cosas gallegas divinas; si ahora pasan cosas raras es porque se hacen los locos con la madre patria”.

Quiénes cuidan un monumento histórico coinciden en la presencia de elementos paranormales. Difíciles de comprobar. Ante lo mágico aparece la explicación racional: una chica de seguridad asegura que el movimiento de tal telón pudo deberse a leyes de la gravedad aplicadas, a una piola suelta, a una mala praxis del telonero. Luego viene la contraoferta del chico de técnica que asevera que eso es físicamente imposible, mientras deja entrever, sonrisa cómplice de por medio, una tesis fantasmagórica. Otros señalan al área de mayordomía como la zona roja de actividad paranormal: cadenas de inodoro que suenan solas y puertas que se cierran en el sentido inverso.

2:45 AM: “Algo tiene que haber y no es que una quiera caer en la pavada. Pero algo energético hay. Una vez yo sentí que una presencia me dejaba congelada. Ver, nunca vi nada. Alguno de los chicos, sí”.

El TNA – TC (el Cervantes) es un marco engalanado. Un marco con valor aurático, diría Walter Benjamin. De algún modo sabemos que todo lo que esté dentro de sus cuatro líneas va a ser arte. Hizo falta apagar el lienzo y ver el marco a oscuras, correr los hilos y tratar de deschavar al mago, asistir a un teatro vacío y a oscuras para terminar descubriendo un destino ineludible para el edificio: contar historias. Las grita, las inventa, las saca de la galera. Tiene la imposibilidad de no ficcionalizarlo todo. Sin butaca alguna vendida, en la madrugada de un día equis, el teatro sigue teniendo historias que contar.  En la rutina engorrosa de hacer recorridas de seguridad rotativas, el magma del Cervantes, su razón de ser y su propósito, emanana caprichoso, desparramando cuentitos nocturnos, historias de fantasmas y performances para los cuidadores del teatro, que saldrán de sus trabajos y replicarán el cuento, construirán el mito, contarán que buena estuvo la función de ayer.

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JÓvenes periodistas

Durante un año, 9    jóvenes de instituciones educativas públicas y privadas, con el acompañamiento de especialistas en la materia, llevan adelante un laboratorio-taller de periodismo y análisis de las artes escénicas, vinculado a la programación del Teatro. Este blog se propone como un espacio de reflexión y análisis a partir de la producción artística del TNA - TC. 

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