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Invasión Bla Bla en el Cervantes

Conversamos con el grupo de artistas integrado por Pablo Fusco, Julián Lucero, Sebastián Godoy, Tincho Lups, Manuel Fanego y Sebastián Furman sobre sus pasos por el TNA-TC, el trabajo, la pasión y sus muchas inquietudes profesionales.

Por Elis Victoria Rizzo




¿Qué nos viene a la cabeza cuando hablamos de teatro independiente? Aunque los términos bajo presupuesto, pulmón y amor al arte son la regla de tres simple que se suele aplicar al pensar en el teatro off, más que regla, hoy, resuena a libre asociación. Porque desde hace tiempo que independiente en la escena porteña dejó de ser amigo indiscutible de la autogestión, ya que cada vez son más las obras que pese a sus salas chicas cuentan con presupuestos abultados. Sin embargo, son muchxs lxs artistas que paso a paso apuestan al arte a contraviento del temporal que actualmente atraviesa la cultura. La motivación para crear un espectáculo podrá ser un mundo distinto según cada quien, pero es innegable que para sostener una postura recta ante el vaciamiento es necesario un motor potente que mueva la máquina. O, por lo menos, esa es la apuesta de Los Bla Bla, compañía de artistas formada por Pablo Fusco, Julián Lucero, Sebastián Godoy, Tincho Lups, Manuel Fanego y Sebastián Furman, un grupo que concibe su trabajo como un arte en equipo:

“Nos permitimos en esta construcción grupal ir ampliando cada vez más nuestro océano personal, que es donde nadamos juntos, por ponerlo en una metáfora. Estamos siempre disfrutando del material y mutándolo. Siempre corremos riesgos, jugando y modificando mucho. La mejor formación que me tocó a mí hasta ahora, es esta compañía”, dice Pablo Fusco, sentado en las gradas del Teatro Mandril, en diálogo con lxs jóvenes periodistas. Sin duda, ellos forman un equipo donde la reinvención y el impulso colectivo alimentan el juego absurdo que los caracteriza.

La pasión por el trabajo de estxs artistas y amigxs comienza en 2010, a través de una convocatoria para una varieté y que todavía tiene mucha más tela para cortar. Como cuenta Tincho Lups al pensar en la construcción de la compañía: “Lo importante es aprovechar el envión, la energía grupal para moverse y seguir experimentando cosas. Si querés llegar rápido, viajá solo. Si querés llegar lejos, andá en grupo”, dice con orgullo.

“El martillazo nos lo dio María Guerrero desde algún lugar -continúa-. En la visita donde está Julián se dice algo muy lindo, que este teatro fue fundado por la voluntad de una mujer. Lo femenino a este grupo le viene bien, ya que somos todos chabones.”- Dice Pablo Godoy

Se los ve con un entusiasmo frenético este domingo en el Mandril, espacio que habitan como si fuese su casa. Bajo la mirada con aires maternos de Maribel Villarosa, su productora/amiga que organiza hasta el mínimo detalle, Julián y Tincho juegan a empujarse en una silla de ruedas, mientras Seba Godoy se come una empanada de carne antes de empezar a preparar la función de Senza Parole, su último espectáculo. Podría pensarse que están cansados por su verborragia y dispersión a la hora de conversar. Pero a medida que avanza la charla se vuelve evidente que el humor diferencial que impregna sus funciones es parte de ellos, los Bla Bla son así: graciosos, absurdos y atolondrados, amigos reunidos un domingo de asado. Más allá de sus personalidades clownescas, son días intensos para varios de ellos. Entre función y función, no suele sobrar mucho tiempo e ir del TNA-TC al teatro de Humberto 1°, en la vorágine de los fines de semana, contribuye al agotamiento. Como en el caso de Pablo y Seba Godoy, que formaron parte del elenco del infantil El hombre que perdió su sombra, o Julián, que con la visita guiada del TNA los sábados repartió su tiempo entre su trabajo individual y esta compañía:

“Me inspira saber que podemos contar con las herramientas que nos brinda el TNA-TC de forma individual, para poder potenciar al grupo”, dice Manu Fanego, que junto con Pablo se presentan en octubre en Enobarbo, dirigida por Osqui Guzmán. Pese a que estos muchachos son habitués de espacios autogestionados y del circuito independiente, no olvidemos que el grupo dio su gran salto en 2012, cuando fueron convocados por las Abuelas a participar del ciclo Teatro x la identidad, en la sala mayor del TNA-TC, con el espectáculo Puro Bla Bla, dirigida por Guillermo Angelelli.

“Antes de la primera función en el Cervantes me acuerdo que estábamos prendidos fuego, porque nos desbordó la situación. Nos ayudó mucho Gabriel Díaz dándonos unos cachetazos, que fue el escenógrafo y quien nos hizo el nexo con el teatro, porque nos vio muertos de miedo”, recuerda Pablo, entre risas y miradas cómplices a sus compañeros. “El martillazo nos lo dio María Guerrero desde algún lugar -continúa-. En la visita donde está Julián se dice algo muy lindo, que este teatro fue fundado por la voluntad de una mujer. Lo femenino a este grupo le viene bien, ya que somos todos chabones.”

“Me inspira saber que podemos contar con las herramientas que nos brinda el TNA-TC de forma individual, para poder potenciar al grupo”, dice Manu Fanego

Sus ansias de volver a la sala grande del TNA son evidentes y no dudan ni un segundo de su voluntad como grupo: volver a pisar la María Guerrero como Bla Bla. “Las veces que tocamos el timbre no nos abrieron”, dice Pablo al referirse a las convocatorias a las que se presentaron y agrega: “Volver es un anhelo. Creo que estamos todos trabajando de alguna manera para que eso ocurra”. Por su parte, Julián piensa que “estaría buenísimo ir con el grupo y ver qué pasa en el diálogo entre nuestro trabajo y la dinámica del TNA, que cuenta con sus propios talleres y sus casi cuatrocientos empleados”. Todos coinciden en que el cambio en la programación que se está viviendo en el teatro nacional es una apuesta a otros tipos de trabajos y una “lavada de cara”, por lo que confían en que sus anhelos de volver se materialicen.


¿Qué experiencias ganadas en el teatro independiente creen que aportan al trabajo en el TNA-TC?

Pablo: La costumbre de resolver cosas. Siempre tenemos que resolver mil cosas solos. Si se pierde algo, si falta una peluca, con cintas y un palo lo resolvemos. Hay una energía que no se detiene por el problema en un área. En cambio en el Cervantes, como tiene una burocracia que lo atraviesa, eso imposibilita la inmediatez. Nunca tuvimos miedo de hacer una función porque algo faltaba, eso está bueno.

Seba Godoy: Depende también del ambiente en el que estés trabajando. En el Cervantes se siente, más allá de los problemas que hay, el placer de los que trabajan ahí; en otros lugares estatales no he sentido ese placer. El trabajo sin amor no sirve. Entonces tu trabajo y lo que puedas aportar depende mucho de lo que hacen los otros. Los talleres que uno podría elogiar -utilería, vestuario, etc.- dependen de lo humano siempre. Esos espacios pueden ser muy burocráticos y ponerte palos en la rueda, o no, pueden allanarte el camino para que trabajes mejor. En muchos casos depende de la voluntad de los trabajadores.


¿Y cómo fue para ustedes el laburo con el infantil? ¿Se sintieron cómodos con la propuesta?

Pablo: Al ensayar primero en un espacio distinto al de la sala María Guerrero tuvimos que montar la obra como tres veces. Una cosa que dificultó fue el tamaño de la pantalla, eso fue lo más complicado. Pero después no hubo complejidad, porque tuvimos mucha libertad. Eleonora (Comelli) y Johanna (Wilhelm) nos dieron la posibilidad de crear mucho. Y con Axel Krygier, que hizo la música, también tuvimos mucha complicidad. Pudimos experimentar bastante dentro de lo que se podía, con la estructura de la obra. Fuimos reescribiéndola porque nos dieron ese espacio y nos permitieron participar de muchas decisiones en forma consensuada. Con eso sentí un reflejo de lo que nosotros hacemos acá. Me sentí a salvo de que no me impusieran, ni me obligaran a hacer nada inorgánico. Eso lo agradecí mucho, lo cual es oxigenación pura. Hay una idea de que para que algo sea bueno tiene que gobernar el rigor. Tenés que pasarla mal en los ensayos para que sea buena la obra. Eso es falso, totalmente.

Seba Godoy: Me costó tener que adaptarme primero a una situación y después pasar todo a otro escenario, los cambios cuestan. Porque al estar contratado y cumpliendo un horario fijo había una necesidad de hacer las cosas igual, también por cuestiones ajenas a las directoras. Ante esas situaciones yo tenía una constante lucha interna conmigo mismo.


Julián, en la visita guiada Acá no hay fantasmas, donde se propone algo más experimental, ¿te sentiste con libertad en el uso del espacio del teatro? ¿Fue algo más parecido a lo que estás acostumbrado?

Julián: Es otro tipo de libertad porque, en cierto punto, con Los Bla Bla tenemos una mini exigencia de agradar al público para que paguen la entrada, porque el espectáculo es a la gorra. Por eso es imprescindible para nosotros generar risas. Pero hay algo interesante de lo que plantea Lisandro (Rodríguez, el director de Acá no hay fantasmas), que es el no pensar en el público, sino que el teatro se muestre a sí mismo. Guiar lo que ya es y está. Uno ya no se pone en primer lugar como en escena, sino que el espacio y el teatro ya son la escena y uno va acompañando. Uno de los audios que se escuchan durante la guiada, de Orrestes Caviglia, menciona que el teatro es un lugar para desarrollar profesiones y no para exaltar vanidades. Es interesante la idea de correrse de la obligación de que el público se divierta. Convivir con el hecho de que hay gente que no le va a gustar es más parejo. Hay algo del ritmo de la guiada que es el ritmo natural que yo ya tengo en escena y donde me siento cómodo pero, por otro lado, transitar esa incomodidad que el público siente me gustó mucho, y el espacio te contiene en ese sentido porque de eso depende que la gente la pase bien. En una varieté es distinto porque cuando se está pinchando vos te tenés que hacer cargo. Es un remo colectivo entre nosotros y el público. La visita fue mucho aprendizaje para mí. Conocer a los que trabajan ahí fue buenísimo.


Manu y Pablo: ¿Cómo fue la convocatoria para trabajar en Enabarbo ¿Qué representa para ustedes representar una obra de Alejandro Acobino en el Teatro Nacional?

Manu: Es un flash. En mi caso estoy muy agradecido de poder trabajar con un hermano, que es Pablo, ya que cumplimos el mismo día (risas). Laburar con él, con Osqui, con una obra de Acobino, que era un autor muy bueno y es genial que desde el TNA-TC lo rescaten. Con Osqui hace muchos años que nos conocemos e incluso siempre estuvo cerca del grupo. Iba a trabajar con nosotros en alguna oportunidad, pero no coincidimos por diversos temas. Pero desde ese momento que queremos trabajar con él y él con nosotros. 

Pablo: Sí, para mí también es algo muy anhelado desde lo grupal. Admiramos a Osqui. Vemos en su trabajo algo que nos representa muchísimo. Tanto desde lo escénico como en su oficio. Es un laburante con todas las letras, además de una persona muy querible y generosa. Este anhelo, de trabajar con él -como dijo Manu-, viene desde antes que apareciera la propuesta. Conocí a Acobino a través de todo este proceso. Me parece muy bueno que se le dé este espacio y que eso ocurra en el Teatro Nacional, es oxígeno, puro aire fresco. Estoy muy entusiasmado y feliz con este desafío porque es una oportunidad que agradezco mucho. Está bueno resaltar que esto ocurra en un marco muy desfavorable para la cultura y el teatro. En relación tanto con el presupuesto y su recorte del 40 %, como con la actualidad política y cultural. Por eso hay que tratar que toda esta situación no empañe estos proyectos sino, por el contrario, honrar a los laburantes y al teatro mismo.

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JÓvenes periodistas

Durante un año, 9    jóvenes de instituciones educativas públicas y privadas, con el acompañamiento de especialistas en la materia, llevan adelante un laboratorio-taller de periodismo y análisis de las artes escénicas, vinculado a la programación del Teatro. Este blog se propone como un espacio de reflexión y análisis a partir de la producción artística del TNA - TC. 

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