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Desde la terraza

Por Lola Winer y Nicolás Santiago


La actriz María Onetto vuelve a trabajar en el TNA - TC como protagonista de En lo alto para siempre, de Camila Fabbri y Eugenia Pérez Tomas. Una charla sobre su vida, el teatro y la actualidad.






En los pasillos de los camarines del teatro, el silencio parece ser protagonista absoluto hasta que una voz se hace cada vez más cercana: es María Onetto que llega para prepararse a una nueva función de En lo alto para siempre.

Camila Fabbri y Eugenia Pérez Tomas, autoras y directoras del espectáculo, se basaron en la obra del escritor estadounidense David Foster Wallace. Es la historia de una madre suspendida en el techo de su casa desde que su hijo se suicidó. Si bien la muerte atraviesa toda la pieza, a diferencia de Virginia, su personaje, Onetto la concibe de una manera bastante luminosa. “Siento que la muerte es parte del vivir. Estoy marcada por una muerte muy temprana que fue la de mi padre cuando tenía un año que determinó mucho la forma en la cual fui criada”, dice. Y va más allá: “Creo mucho en la reencarnación, en la idea de una vida digna. No quiero estirar una vida sin sentido”.


“Siento que la muerte es parte del vivir. Estoy marcada por una muerte muy temprana que fue la de mi padre cuando tenía un año que determinó mucho la forma en la cual fui criada”, dice María Onetto. Y va más allá: “Creo mucho en la reencarnación, en la idea de una vida digna. No quiero estirar una vida sin sentido”.

Actriz reconocida en todos los ámbitos, en esta oportunidad nuevamente encarna un papel dramático y asegura que es una zona que tiene muy a mano, tal vez por el propio campo emocional. “Ese campo, por lo general, está unido a situaciones de sufrimiento y dolor pero también es un montón de otras cosas como el humor o situaciones más disparatadas. Me siento un poco encasillada en lo que sería mi circulación en el mercado del entretenimiento, la televisión o algunas películas que me llaman para ideas más sufridas. Reconozco que también es mi responsabilidad ponerle un límite a eso. Igual a mi me interesa la actuación intensa”.

Repasa su vida, dice, como el cuentito que siempre relata: estudiaba Psicología y salía con un chico que hacía teatro por lo que decidió ir a anotarse a la escuela de Hugo Midón. Como no pudo inscribirse intentó nuevamente al año siguiente y ahí comenzaría un camino de reconocimientos. Cuando terminó la universidad entró en una gran crisis, no quería trabajar de lo que se había recibido. Es ahí cuando ingresa al estudio de Ricardo Bartis a quien le reconoce un ordenamiento que la ayudó mucho: “Me demandó que no me dejara ganar por una tristeza profunda en la que estaba. Me habló de no ser débil y empecé a encontrar en el teatro una posibilidad de autoafirmación”.

Con oratoria convincente, María defiende apasionadamente su concepción de lo que es actuar: “La actuación es la construcción de una verdad diferente. Es algo auténtico en quien lo ejerce. La primera verdad de una situación de actuación es que deseo actuar. Deseo estar ahí, ser mirada por otros y deseo producir algo en esos que me miran. No soporto el lugar común de pensar al actor como un buen mentiroso”.

En la obra estrenada en mayo en la sala Orestes Caviglia, María enfrenta varios desafíos. Uno de ellos fue la brecha generacional entre ella y las directoras, algo que generó la colisión de pensamientos sobre lo teatral: “Tuvimos varios momentos de planteos con mucha escucha recíproca. Tanto Eugenia como Camila son representantes de una generación que tiene una valoración por las palabras, lo poético, lo literario, por algo más abierto y establecen situaciones teatrales que permiten ese desarrollo pero no al revés. Y fuimos negociando, se puso en cuestión la idea de que el actor necesita una situación teatral para actuar más allá de un texto. Sigo creyendo que eso es la carne del actor. En algún momento todo esto me hizo dudar de si era la actriz correcta para el espectáculo”. Pero también gracias a esas diferencias la actriz y docente reconoce que la obra pudo sostenerse y que resultó algo diferente para ambas partes.

“La actuación es la construcción de una verdad diferente. Es algo auténtico en quien lo ejerce. La primera verdad de una situación de actuación es que deseo actuar. Deseo estar ahí, ser mirada por otros y deseo producir algo en esos que me miran. No soporto el lugar común de pensar al actor como un buen mentiroso”.

En momentos claves para la sociedad, María no escapa a la actualidad. Como trabajadora cultural tiene una postura muy clara: “Siento que no hay mucho interés genuino por la cultura. Se la financia como un elemento políticamente correcto pero no con la idea de activarla”. No solo está comprometida con el arte. También es una de las muchas de actrices que lucha por el aborto legal, seguro y gratuito: “El aborto es un derecho y, como personas, donde hay una necesidad hay un derecho que el Estado debe garantizar. Debe legalizarlo. La dicotomía es aborto clandestino o aborto legal porque el aborto va a seguir existiendo. La médula de la lucha feminista es la autonomía de las mujeres sobre su cuerpo. El aborto es una situación de salud pública, de justicia social”


Ficha técnica

En lo alto para siempre, de Camila Fabbri y Eugenia Pérez Tomas

Producción: Lucero Margulis

Música: Guillermo Pesoa

Coreografía: Virginia Leanza

Iluminación: David Seldes

Escenografía y vestuario: Mariana Tirantte

Dirección: Camila Fabbri y Eugenia Pérez Tomas

Funciones: Domingo a las 21 (hasta el 10/6 y del 24/6 al 1°/7; jueves y sábado a las 21 (hasta 1°/7); viernes a las 21 (hasta el 1°/7).

Entrada: $ 180.

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JÓvenes periodistas

Durante un año, 9    jóvenes de instituciones educativas públicas y privadas, con el acompañamiento de especialistas en la materia, llevan adelante un laboratorio-taller de periodismo y análisis de las artes escénicas, vinculado a la programación del Teatro. Este blog se propone como un espacio de reflexión y análisis a partir de la producción artística del TNA - TC. 

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