Entrevista a Alejandro Tantanian, director del TNA – TC: balance y futuro
Por Elis Rizzo y Pía Fonseca
“Muchas personas se acercaron al teatro por primera vez y eso es lo más importante”, dijo el director del Teatro Nacional Argentino-Teatro Cervantes (TNA –TC), mate de por medio, a los Jóvenes periodistas con quienes charló sobre el primer año y medio de gestión, los nuevos proyectos, la programación, el estreno de Sagrado bosque de monstruos y la necesidad de una ley de paridad teatral.
Comenzaste a dirigir el TNA-TC en 2017 ¿Cómo estás pensando la finalización de tu trabajo en 2019?
Estamos esperando la confirmación de algunos espectáculos pero, en principio, se viene Edipo rey, la versión no estrenada de Alberto Ure, dirigida por Cristina Banegas; se va a reponer La madre del desierto, En lo alto para siempre, El hombre que perdió su sombra, Tiestes y Atreo; y si nos confirman los derechos, estrenamos una versión de Tadeys, la novela de Osvaldo Lamborghini, dirigida por Analía Couceyro y Albertina Carri. El resto no está confirmado, pero a fines de 2019 esperamos inaugurar las nuevas salas, resultado de la remodelación edilicia. Mi idea es, si existe la invitación, seguir con esta dirección porque el proyecto que llevamos adelante y que tiene una visibilidad muy alta, se va a concretar en su totalidad recién en 2021.
En una nota dijiste que sentías una gran distancia afectiva con el TNA – TC. ¿Está relacionado con el espíritu del proyecto que mencionás?
Este teatro no es un edificio que te invite, y me sorprende gratamente cómo el espacio se convirtió en un lugar de pertenencia para muchas personas. El trabajo que realizamos desde Gestión de públicos con Ana Durán y Sonia Jaroslavsky, la programación que propusimos y lo que pensamos en términos comunicacionales para la construcción de identidad de la institución provocó un grado de adhesión muy grande. Muchas personas se acercaron al teatro por primera vez y eso es lo más importante del proyecto: la apertura a un nuevo público y fomentar el teatro nacional como espacio de pertenencia. Por eso, rescato que se haya ampliado la franja etaria más joven y el acercamiento de colectivos trans que han venido a ver Copi (como el bachillerato popular trans “Mochas Celis”). Que puedan sentir que el espacio les pertenece son hitos muy importantes para mí.
Influye mucho la programación propuesta…
Es importante entender que se trata de un espacio público al que se debe llenar de contenidos acorde a las personas y al contexto, no a la tradición. Todos los que formamos parte de la dirección estamos apostando por cosas que implican un riesgo y, como gestión, tenemos la voluntad de pensar y reflexionar desde el presente para tratar de construir a partir de ahí un concepto que discuta al teatro nacional.
¿El TNA – TC crea clásicos?
Nuestra gran aspiración en términos institucionales es lograr espectáculos notables y construir un vínculo afectivo con el público. Estamos estrenando autores que van a ser considerados clásicos, ya se los puedo asegurar, pero de ahí a que el espectáculo que se haya estrenado acá sea un clásico… no lo decidimos nosotros sino varios factores históricos y culturales, desde la mirada del público hasta la forma en que se inserta en la academia. La idea es hacer proyectos con esa lógica de producción y de gestión: el que actúa artísticamente tiene que enfrentarse a un problema, a un riesgo y esta programación es una programación hecha con riesgos.
¿A qué te referís con “riesgos”?
Por ejemplo, El hombre que perdió su sombra, de Eleonora Comelli y Johanna Wilhelm, es un espectáculo que no hubiese sido elegido jamás en un teatro público, porque se trata de artistas que no habían trabajado juntas y que no tenían experiencia en teatro infantil pero nosotros apostamos por eso. Unir a Ignacio Sánchez Mestre, de la generación joven, con Mirta Busnelli es algo que no podría pasar en ningún otro lugar. Ese tipo de fricciones son la parte más creativa del trabajo que a mí me fascina. Pensar todo eso y que te encienda.
¿La obra que estrenás en septiembre, Sagrado bosque de monstruos, tiene riesgos también?
Es un espectáculo que va a tener distintas instancias dramatúrgicas, espaciales y actorales. Se trata de un viejo sueño de Marilú Marini alrededor de la madre fundadora de la orden de las carmelitas descalzas, Santa Teresa de Jesús o de Ávila, que es un personaje muy atractivo, y controversial: santa patrona de la iglesia del siglo XVI y principios del XVII, muy ligada a la figura del dictador español Franco, y una escritora y feminista adelantada porque fundó conventos para acoger a las monjas y enseñarles a leer en una época en que estaba prohibido. Sin embargo, la obra no intenta contar la biografía, sino que es una especie de viaje a distintas facetas posibles de Santa Teresa. Marilú tiene un gran vínculo afectivo con el tema, y la decisión fue construir el espectáculo desde su mirada. La escenografía va a ser el mismo TNA –TC pero no les voy a contar mucho porque es parte de la experiencia que tendrán como espectadores. Empezamos en breve a ensayar y estamos muy ilusionados.
Comenzó la segunda mitad del año y están previstos estrenos en Catamarca, Córdoba, y Mendoza ¿Cómo está funcionando el programa “TNA –TC produce en el país” durante tu gestión?
Funciona bien pero tiene sus dificultades. Es un programa que reformula lo que era el Plan Federal. El problema del TNA – TC es que, si bien recibe fondos de la Nación, en su estatuto no está el deber de ser el teatro de todo el país, no podemos hacernos cargo del vacío cultural que hay en cada provincia, sería una mochila muy grande y además, el presupuesto no alcanza. Me parece importante apostar al programa para ayudar a la visibilización de artistas emergentes de cada lugar; incluso porque al presentarlo acá, podemos ayudarlos a producir ese trabajo de forma integral. Por ejemplo, hubo un proyecto, Los gansos graznan un rato y se callan, que fue un trabajo hecho en Lago Puelo (Chubut) con un colectivo teatral a cargo de Darío Levín, que al estar en asociación con el TNA – TC se difundió mucho más el trabajo de los artistas en su comunidad y significó una experiencia genial para nosotros.
En los estrenos de este año hay equidad de género en la dirección. ¿Se debe a una influencia por el proyecto de Ley de paridad teatral?
No estoy al tanto del proyecto de manera profunda pero me parece bien que se realicen esas peleas porque son conquistas por las que hay que luchar. Hay un delicado equilibrio entre el género y el grado de talento porque no se trata solamente de un cupo laboral. Desde el TNA –TC estamos poniendo nuestra atención en esto, no por una cuestión normativa sino de manera orgánica. Para nosotros no es una preocupación sino una ocupación que haya una balanza más equilibrada: tanto este como el año pasado tuvimos una gran paridad de directoras y el año que viene, en la sala mayor, la María Guerrero, donde siempre faltó dirección femenina, estará Cristina Banegas con Edipo rey.
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