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Gabriel Goity, el protagonista de Las Benévolas, de Jonathan Littell, vuelve a la escena oficial bajo la dirección de Laura Yusem. Diálogos sobre los desafíos y el trabajo del actor.

Por Nicolás Santiago



¿Cómo es posible que, en cuestión de minutos, la poética, la pizza, la masturbación y el teatro se entrelacen sin contradicciones? Lo que podría quedar en la sobremesa de un domingo familiar se transforma en un relato enérgico y pasional que tiene un único orador: Gabriel “Puma” Goity.

El actor interpreta a Maximilien Aue, un nazi responsable de incalculables muertes que, a lo largo de 75 minutos, interpela al espectador contando su verdad. “Él dice que en su lugar hubiéramos hecho lo mismo. Que es una víctima del mundo en que vivimos, que de los mundos posibles, es el peor y eso tiene que ver con la crítica a lo humano. Lo inhumano no existe, existe lo humano y de nuevo lo humano”, dice como si estuviera en plena función, con pleno oficio: “El trabajo del actor es generar la empatía. Se logra entrando a su parte humana”.

Con dirección de Laura Yusem y llevada al teatro por la traducción y versión de Julián Ezquerra, Las Benévolas representa mucho más que un nuevo trabajo teatral para Goity: “Es de los personajes más complejos. Puede competir con cualquier personaje del teatro universal. De teatro he leído mucho y creo que este personaje es de los más exigentes. Hay que meterse en él y también tenerle piedad. Yo todavía no lo puedo creer, no te puedo hablar como un producto acabado, no te puedo decir que lo he logrado. Cada función es un desafío y eso es lo maravilloso que tiene el teatro. Y en este caso la complejidad que tiene es lo que hace que el viaje sea extraordinario. Las dificultades concretas son lo que más me atrajo del proyecto”.

No tiene problemas en reconocer que varias veces estuvo a punto de dejar el espectáculo, en plena etapa de ensayos. Pero que esos “momentos de zozobra” como los define, fueron superados con el apoyo de todo el equipo. “Me angustiaba, no solo el hecho de aprender la letra sino desde donde decirla, fue muy difícil, tuve momentos de sentir que no podía, admite. Pero todo eso quedó atrás y ahora de jueves a domingo tiene la posibilidad de desplegar su trabajo en TNA – TC y minutos después en el Paseo La Plaza, donde hace la comedia Sin filtro, dirigida por Marcos Carnevale. Pero para él nada cambia: “La diferencia la plantea la gente de afuera, para mí todo es teatro. Lo que cambia por ahí son los gustos del público pero yo trabajo con la misma intensidad en los dos lugares. Yo hago teatro, acá un drama y allá una comedia. En calle Corrientes es muy difícil porque son capitales privados y si no funciona te tenés que ir. Allá hay mucha presión y acá tenés que salir a defender una programación como la del TNA - TC que me parece genial, pero difícil es todo. Actuar es difícil”.

Goity se define actor, sin muchas más vueltas. En drama, comedia o incluso en musicales, “el Puma” es actor, sin encasillarse: “No puedo estar al tanto de eso. El tipo que me encasilla es el que me vio solo en comedia, que es lo que más se ve mío, y no es algo que a mí me preocupe. No me estoy fijando, poneme como quieras, me chupa un huevo, yo hago teatro. Además, ¿qué sería encasillar? ¿hacer algo con éxito? O ‘hace siempre el mismo personaje’, ‘y… bueno, será que le va bien con eso’… Si voy a Güerrin pido pizza, no pido sushi y no digo ‘¡Ay!, qué encasillados están acá, hacen pizza’. Hace tiempo que me deslindé de esos pensamientos porque es al pedo, es limitarte. Soy comediante a mucha honra, soy cómico, ¿qué te gusta que sea? Yo actúo, no me pongo títulos. Soy actor. Después vení y fijate si soy cómico o no, pero evidentemente algo soy”.

Mientras la charla continúa, el libreto de Las Benévolas actúa como una especie de extensión en el cuerpo del actor. “Algunos me dicen ‘¡uy! cuánta letra, qué difícil’. Lo difícil es decirlo y que vos lo entiendas, que se proyecten las imágenes que tengo a partir del trabajo minucioso que hicimos con Julian Ezquerra, además de la dirección de Laura Yusem. Llevar a la teatralidad un texto tan literario es una de los mayores desafíos. Cada función es un viaje en sí mismo. El miedo que me agarra de tener que otra vez hacer esto, es maravilloso. Hay que ser ignorante para decir ‘¿no te aburre decir siempre lo mismo?’, pero uno tiene que tener piedad para explicarlo”, dice.

Hay algo de la poética de lo oscuro, tal como la llama él, que hace de su personaje algo misterioso e inquietante: “Me atrae la belleza de hacer poesía desde algo que no es el lugar común, como es el amor. Él se enamora de su hermana: ¿Por qué el amor tiene que ser como ustedes dicen? Eso fue amor también, no se burlen. Esa poesía justamente no tiene ningún lugar común, está planteado desde un nazi que sufre, que llora. Te plantea que él no quería ser un asesino y mató a tanta gente y le duele. Es muy complejo y que Alejandro Tantanian me haya convocado para eso, lo siento como el gran premio para mi carrera. El verdadero premio del actor es que lo convoquen. Y que lo hayan hecho para este material y con la dirección de Laura Yusem es un gran premio y me siento muy honrado”.



Agradecido por la convocatoria y la posibilidad de trabajar en el Teatro Nacional Argentino, reflexiona sobre el porqué de sus incursiones esporádicas: “No me gustan las temporadas cortas. Me gusta el desafío de que la temporada sea larga. El teatro cuanto más funciones es mejor. Y cuando hay un buen espectáculo quiero que lo vea la mayor cantidad de gente posible, me parece un coitus interruptus y más con este espectáculo y lo que está pasando. El desafío es que dure. No es fácil hacer buen teatro. Si este espectáculo funciona bien ¿por qué tenés que bajarlo a los dos meses? El teatro está dirigido para el público, no es una masturbación. Tenemos que generar pasión, que la gente diga no me puedo perder este espectáculo. En el mundo lo único que queda artesanal somos nosotros, el teatro. Eso hay que defenderlo, por eso no va a morir nunca”.

Y por si fuera poco, deja en claro su postura sobre lo que es ser artista: “A mí me gusta el riesgo, soy artista. Si viene gente, gano plata y si no, no. Por eso no me gusta trabajar con sueldo, no me gusta. Me gusta ganármelo. Si viene mucha gente gano y si no, no gano nada. ¿Artista con sueldo? ¿Dónde está el riesgo? Quiero ir más allá de eso. El artista tiene que ganar mucha guita, mucha. Pero ganátela. Si conmociona, ¿por qué va a ganar un sueldo mínimo?”, pregunta. Pero hay más. Atención productores: “Debería haber teatro 24 horas. Que digas no puedo dormir, vamos al teatro. Pero para eso necesitamos pasión. Hay que sacar a un tipo de su casa hoy en día, eh. Hay que generarlo, que vea algo que no se ve en otro lado. Un espectáculo que no veas en Netflix, la concha de tu hermana. Me vas a ver a mi, mano a mano. Hay que salir a hacer, no ponerse en víctima. Hacé, hacé, hacé, hacé. Y que los demás saquen sus conclusiones”.


Ficha técnica

Las Benévolas

Autor: Jonathan Littell

Adaptación: Julián E. Ezquerra

Elenco: Raquel Ameri, Matilde Campilongo, Jazmín Diz, Gabriel Goity

Música original: Cecilia Candia

Iluminación: Jorge Pastorino

Escenografía y vestuario: Graciela Galán

Dirección Laura Yusem

Funciones: De jueves a domingo hasta el 25/11/18 18 hs – Sala Luisa Vehil – TNA - TC

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JÓvenes periodistas

Durante un año, 9    jóvenes de instituciones educativas públicas y privadas, con el acompañamiento de especialistas en la materia, llevan adelante un laboratorio-taller de periodismo y análisis de las artes escénicas, vinculado a la programación del Teatro. Este blog se propone como un espacio de reflexión y análisis a partir de la producción artística del TNA - TC. 

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