Eduardo Rinesi, filósofo, sociólogo y politólogo, habló con los Jóvenes Periodistas sobre la relación entre tragedia, comedia, sátira y política, después de ver la última función de Enobarbo, de Alejandro Acobino, programada en 2018 por el TNA - TC.
Por Guadalupe Taborda Goldman
“Hay un conflicto que tiene que ver con la memoria y el relato. Cómo se escribe un episodio fundamental de la historia. Cómo se construye el mito y cómo se muestran los personajes secundarios. También su propia capacidad para construir un sentido diferente de lo establecido, conmover las historias oficiales”, dice Eduardo Rinesi, después de ver Enobarbo y su particular teoría sobre el final de Nerón. El autor de Política y Tragedia: Hamlet entre Hobbes y Maquiavelo, también conocido como el “sociólogo de la barba”, insiste en la importancia de cómo se cuentan las historias oficiales y se pregunta qué queda de ellas siglos después.
“Las tres cosas que uno sabe sobre Nerón aquí son puestas en discusión: desde la autoría de sus crímenes hasta la propia naturaleza del personaje”, dice acerca del emperador recordado como incendiario, matricida, violador y, además, por obligar al público a oír sus espantosos cánticos, encerrándolos en los teatros con refuerzo de guardias imperiales.
¿Qué queda de cada uno, de una obra, de una vida y todo su esfuerzo? es la pregunta que repite Rinesi: “Me parece que la trascendencia es un tema muy presente en el actor y director Osqui Guzmán. Lo recuerdo muy conmovedor en El Bululú, aquellos monólogos sobre a quién puede aspirar alguien en la historia son memorables. A Atticus, quien dictaba la letra con la que Nerón dirigió el mundo, le quedaron reservadas cinco líneas en un manual. Del Bululú quedarán cinco líneas en alguna historia del teatro de la Argentina y nos hizo llorar a todos durante años”.
Gran admirador de Shakespeare, Rinesi sostiene que en sus tragedias se introducen elementos cómicos constantemente para dar aviso al espectador: '¡Esta pieza es para vos, habla de tu presente!'. Y en Enobarbo, comprueba que también ocurre: “Hay un intento burlón de hacer una sátira a partir de un relato oficial o canónico. Este recurso le da eficacia a una pieza oscura”. Para el filósofo, se trata de una obra sobre la política que interpela a su público con alusiones políticas y referencias muy explícitas en los diálogos. “Es imposible ver el balcón con Nerón y la mamá/mujer o escuchar las palabras neronismo y populacho sin pensar en la Argentina”, dice Rinesi quien está seguro de que representar la obra 18 años después de ser escrita y en un contexto que el autor no tenía modo de imaginar, la vuelve aún más potente: “Hay algo de genialidad que tienen la literatura y el teatro y es que si la pieza es buena, anticipa la historia y puede producir efectos no previstos”.
Intemporal y eterna, según Rinesi, la tragedia emociona independientemente de las circunstancias políticas y sociales. Para reforzar su punto de vista, cita a Carlos Marx: "La única esfera de la practica social que no hay que pensar en relación a las determinaciones materiales de las sociedades en las que se producen, es la esfera del arte”.
Al igual que con Antígona, Edipo, Hamlet, Otelo y Romeo y Julieta, para Rinesi, la tragedia es un instrumento conceptual utilísimo para pensar la política pero en el punto en que la política fracasa. “La política aparece para mostrar que es posible que el destino no nos lleve puestos, para enfrentar el designio de los dioses y hacer algo con nuestras vidas. En cambio -compara el sociólogo-, la comedia, el género que inventaron los griegos para mostrar los momentos en los que los hombres podían hacerle pito catalán a los dioses, los vivos a los muertos, los hijos a los padres, la comedia se parece más a la política.”
