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Memorias de un nazi

Gabriel Goity se pone en la piel de un oficial de las SS para representar al protagonista de Las benévolas una adaptación de la novela de Jonathan Littell, dirigida por Laura Yusem.

Por Sofía Vitale



Sentado en un sillón en la privacidad de su oficina, Maximilien Aue espera paciente a los espectadores para contarles sus memorias como oficial de las SS durante la Segunda Guerra Mundial. La presencia de Gabriel Goity en la sala Luisa Vehil es lo primero que llama la atención de las personas a medida que entran y se preguntan si deben guardar silencio porque la obra ya comenzó. Los límites temporales son confusos: no se sabe cuándo empieza la obra, así como tampoco se sabe cuándo termina la guerra. Según Aue, todavía no.

La adaptación teatral a cargo del dramaturgo Julián E. Ezquerra de Las benévolas, novela de Jonathan Littell de más de mil páginas, toma como punto de partida el primer capítulo llamado “Tocata” (“para tocar”, antes de cantar) que tiene un carácter introductorio. Una vez finalizada la guerra, Aue decide contarles a los espectadores sus experiencias pasadas que siguen atravesándolo en el presente. Ezquerra respeta los ejes narrativos principales de la novela: la perversidad del plan de exterminio nazi, el conflicto del protagonista con sus padres, la relación incestuosa con su hermana, la homosexualidad.

Pero la novedad está en la adaptación regional con la evocación de hechos sensibles de la historia argentina: los desaparecidos, la guerra de Malvinas, la mención a Perón y hasta el mito de que Hitler vino a morir al país. Aue no vive en Francia, como en la novela, sino que vino a la Argentina en el submarino U-530 que llegó a Mar del Plata en 1945. Aunque amante de la filosofía y las letras, la vida frustrada del protagonista lo hizo esquivar siempre esas profesiones, llevándolo a estudiar leyes primero, luego a ser oficial de la GESTAPO y, por último, CEO en una fábrica de encajes ubicada en Vicente López. Las marcas regionales dentro de la obra generan identificación con los espectadores. El impacto del texto está en la frialdad con la que el protagonista narra la guerra, cuenta con una precisión exhaustiva las muertes y describe los cuerpos mutilados. Eso sucedió en la realidad y Goity lo relata con una voz nasal que le aporta frialdad al personaje y toma distintos tonos según la intensidad de lo narrado. La mención a hechos concretos de la historia argentina, más cercanos para el público que el nazismo, ayuda a no perder de vista que, aunque los personajes son ficticios, el marco no lo es y el horror no es un artificio, sino que sucedió en verdad.



Poco a poco, la historia de la guerra se transforma en su historia personal y empiezan a destaparse las miserias de su vida privada. El monólogo de Goity se interrumpe con la entrada de dos policías (Raquel Ameri y Matilde Campilongo) que investigan el asesinato de su madre y su padrastro, del que Aue es el principal sospechoso. Estas mujeres personifican a “las benévolas”, deidades de la venganza que atormentan a quienes cometieron algún crimen. Sin embargo, ese crimen no fue la matanza indiscriminada de judíos que, según Aue, podría haber cometido cualquiera en su situación, sino el matricidio. Los pasos firmes y las voces fuertes de las actrices, que representan personajes masculinos, logran abrumar al protagonista y lo hacen confesar. Los actores por momento gritan dentro de las columnas de acrílico que forman parte de la escenografía junto con el sillón y esto produce un efecto de lejanía, como si estuvieran dentro de la conciencia de Aue.

Ni el asesinato ni la guerra, lo único que sensibiliza realmente al protagonista es la distancia que lo separa de su hermana. La dureza y apatía con la que cuenta los crímenes de guerra mientras camina de un lado a otro en su oficina y se desabotona su traje contrasta con el desconsuelo que siente al hablar de su hermana. Desgarrado de dolor, Goity termina esta escena tirado en el piso. Una hermana de Aue, Jazmín Diz, presencia toda la obra como una especie de escenografía viviente, semi desnuda detrás de un velo traslúcido, aportándole un aire de sensualidad a la puesta y solo entra a escena cuando su hermano describe la relación incestuosa, para ayudarlo a matar a las benévolas y acabar con su tormento.


Ficha técnica

Con Raquel Ameri, Matilde Campilongo, Jazmín Diz y Gabriel Goity.

Producción: Silvia Oleksikiw.

Asistencia de dirección: Marcelo Mendez.

Traducción y versión teatral: Julián E. Ezquerra.

Música original: Cecilia Candia.

Iluminación: Jorge Pastorino.

Escenografía y vestuario: Graciela Galán.

Dirección: Laura Yusem.

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JÓvenes periodistas

Durante un año, 9    jóvenes de instituciones educativas públicas y privadas, con el acompañamiento de especialistas en la materia, llevan adelante un laboratorio-taller de periodismo y análisis de las artes escénicas, vinculado a la programación del Teatro. Este blog se propone como un espacio de reflexión y análisis a partir de la producción artística del TNA - TC. 

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