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La complejidad de lo simple

Santiago Loza, dramaturgo y autor de Sagrado bosque de monstruos junto a Inés Garland, reflexiona sobre su rol en el proceso de la obra, su relación con Alejandro Tantanian y Marilú Marini, y el proyecto de ley de paridad teatral.

Por Pía Fonseca





“Escribo y miro Facebook a los 15 minutos”, dice, entre risas, Santiago Loza, dramaturgo, escritor, cineasta, autor de Nada del amor me produce envidia, La vida terrenal y Almas ardientes, entre muchas obras, y que este año fue parte del TNA – TC con Sagrado bosque de monstruos. “Acompañé el proceso colectivo de la creación”, cuenta a Tramoya 2.0 sobre su trabajo.


¿Qué diferencia notaste entre escribir una obra original y adaptar una historia como la

de Santa Teresa de Ávila?

A diferencia de otros procesos, el origen del material es mucho más colectivo y desconcertante. En otro tipo de obra hay mayor autonomía en la imaginación o en el universo que uno va creando; en cambio, en Sagrado bosque de monstruos el material se iba construyendo y me encontraba acompañando el proceso colectivo de la creación. Era pensar junto a Marilú y a Tantanian cuál era el espectáculo posible. Por ejemplo, cuando estábamos tomando clases con Hugo Mujica había algo en las respuestas y en la insatisfacción de Marilú frente a lo que se planteaba sobre la figura de Santa Teresa que tenía un fuerte componente teatral, era una escena buenísima para llevarla así. En este espectáculo, mi trabajo, desde la dramaturgia, no fue solamente generar textos sino también señalar donde hay teatro; en otros, mi tarea se circunscribe a generar un material previo.


Entonces, fue un proceso arduo…

Agotador. A mí me interesan los procesos, aprendo de ellos y me parecen importantes, pero generalmente no participo mucho de los ensayos, escribo y entrego. Ahora se estrenó Cae la noche tropical en el San Martín, realicé la adaptación, la entregué hace unos meses pero no me metí en los ensayos. En el caso de Sagrado bosque de monstruos, muy cerca del estreno hubo reescritura, porque había algo más interactivo entre todas las partes muy vinculado a una idea de puesta, los textos están super editados para esa puesta y ese espacio que es la idea de juego que plantea Tantanian. Ahí hay un gesto de confianza a la dirección y frente a eso, un alto grado de renuncia, de producir materiales que no se van a usar, de intentar, de escuchar otras voces, de enriquecerte con otros materiales, ser receptivo a las diferentes propuestas, aceptar el cambio y resolver ante las ideas que traía Oria Puppo, Tantanian o Marilú. Fue descartar, escribir, tachar y volver a empezar hasta encontrar el espectáculo.


Considerando tu experiencia como director de cine, ¿crees que tenes voz para aportar

sobre la puesta en escena o el montaje?

No soy alguien que sepa ver en los ensayos porque me pierdo y no percibo con claridad lo que está sucediendo en el espacio escénico. Soy bastante disperso, el cine me genera la posibilidad de concentrarme porque la cámara recorta y los rodajes están programados para un lapso determinado de tiempo pero en el ensayo teatral no soy alguien muy lúdico. Lo que no me pasa con la escritura, si bien nunca fui muy disciplinado porque escribo y miro Facebook a los 15 minutos. Soy totalmente desordenado y termino de entregar cuando llega la fecha. A mí la escritura me concentra, escribo cuando le puedo ganar realmente a la ansiedad.


En el libro que presentaste en el TNA-TC en marzo, Obras Dispersas, los textos aluden a personajes femeninos, adultos, cuyos monólogos derivan en un acto de revelación y

resurgimiento: ¿algo de esa narrativa está presente en la recreación de Santa Teresa? Teresa es alguien que está canonizado y eso no me interesa porque no sé qué decir, me costaba relacionarme porque ya era extraordinaria y, generalmente, tiendo a conmoverme por personajes que no tienen nada extraordinario pero que, en su camino errante, le sucede una pequeña epifanía: como si el personaje tuviera los ojos vendados y algo les permite ver por un momento el mundo o verse de alguna manera como no se han visto antes. A Santa Teresa no le hace falta quién la descubra, era alguien que luchó y dio con la palabra, la exigió para sí misma; me interesa más esa gente que ni siquiera se preguntó si había una lucha posible, los que están al margen o no van a tener trascendencia y Teresa la tuvo, entonces, me costaba entrarle como personaje. Preferí concentrarme en lo que le pasaba a Marilú con esa figura, por eso la presencia de Inés Garland fue crucial: Teresa tenía que ver con una especie de proto feminista y en la escritura tenía que aparecer una mujer además de Marilú.


¿Te limitó la biografía de Santa Teresa?

En general, me resulta muy difícil escribir sobre alguien que escribe, porque me parece que toda escritura sobre esa persona puede resultar paródica o menor. Es como si me agarrara complejo de inferioridad frente a esa escritura y Santa Teresa de Ávila es alguien que escribe. ¿Cómo encontrar esa voz? ¿Cómo la respetás? Sagrado bosque de monstruos surge del deseo de Marilú Marini de trabajar sobre la figura de Santa Teresa; no era escribir sobre Teresa sino sobre el deseo de Marilú, por lo tanto, el trabajo mío y de Inés Garland fue entender qué había en Marilú.


El equipo Tantanian, Marini y Loza tuvo un gran éxito con Todas las canciones de amor y ahora se vuelve a repetir

Es gente que uno admira mucho. Me gusta trabajar con ellos: Tantanian desde que fue profesor mío en la EMAD siempre me sorprende, me da algo revelador en el trabajo y Marilú es la madre que uno desearía haber tenido, un icono. Me siento muy privilegiado de que me elijan porque son gente con la que uno comparte riesgo, esto de no saber si va a funcionar o no, me gusta ese viaje que hago con ellos.


¿Qué lugar crees que debería ocupar el Estado en el incentivo o la producción artística contemporánea?

El Estado no se estaría ocupando de varias cosas, es un momento de mucho ajuste, con grandes pérdidas de derechos y debería garantizar la cultura al igual que la salud o la educación. Lo que me preocupa ahora, sobre todo en cine y teatro, es que el estado garantice, cuide y fomente la aparición de nuevas voces. Va a ser muy difícil para alguien realizar su ópera prima y eso me parece grave. El Estado debería promover en los espacios públicos un lugar para gente joven, debería existir una circularidad en la aparición y diversidad de nuevas voces, que no seamos los mismos los que estemos en estos espacios, porque yo pude hacer cosas y seguiré haciendo, pero no hay demasiada apertura para lo nuevo y tampoco se genera el lugar para que exista una oportunidad.


¿Qué opinas sobre el proyecto de ley de paridad teatral?

Me parece que es necesaria una ley hasta tanto se naturalice. La paridad y equidad deberían ser algo natural pero no lo son, por lo que estoy totalmente de acuerdo con que haya una ley que lo regule y garantice y no se tenga que pelear más.

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JÓvenes periodistas

Durante un año, 9    jóvenes de instituciones educativas públicas y privadas, con el acompañamiento de especialistas en la materia, llevan adelante un laboratorio-taller de periodismo y análisis de las artes escénicas, vinculado a la programación del Teatro. Este blog se propone como un espacio de reflexión y análisis a partir de la producción artística del TNA - TC. 

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