El miércoles 31 de octubre, luego de la función, se realizó la charla debate organizada por Gestión de Públicos. La obra representa el desembarco de Alejandro Acobino en el TNA-TC.
Por Lola Winer
“La vida es como una obra de teatro. No importa cuánto dure, lo importante es prepararle un buen final”, dice Atticus, un esclavo de Séneca, que deviene en ministro de Cultura. Este personaje, interpretado por Osqui Guzmán, es quien guía el relato en la Roma Imperial durante las últimas horas de vida de Nerón.
El Área Gestión de Públicos tiene horarios especiales para trabajar las obras con criterio “pedagógico” para alumnos que se están formando en las artes escénicas. A continuación del espectáculo, en esas ocasiones, se realiza una charla-debate entre los artistas y los jóvenes. En este caso, la charla estuvo coordinada por Aimé Pansera y Juan Pablo Gómez, quienes a través de sus preguntas fueron delineando el eje del debate. La Escuela Secundaria Nº 18, la Escuela de Formación Profesional, la UNA (Artes Dramáticas) y el CENS 456 tuvieron la posibilidad de entrevistar a los artistas. “Nerón no sólo fue actor sino que también construyó teatros para salir de gira. Era obligatorio ir a verlo. ¿Acaso también le debemos nuestra relación con el teatro?”, pregunta sonriente Guzmán, también director de la obra.
Es tal la fascinación de Nerón por la actuación, que lo condujo a llamar al pueblo, público. Ese mismo magnetismo se encuentró en algunos de esos espectadores que señalaron el cielo indicando que es la primera vez que concurren a este ritual que logró por fin derribar las barreras de acceso. Un gran deleite que se compartió entre quienes se inician en la formación y aquellos habitués que lo precisan como una bocanada de aire fresco.
El autor Alejandro Acobino fallecido hace 7 años, comenzó a escribir esta pieza en 2000 centrada en Séneca y su esclavo. Sin embargo, el texto tomó un giro radical cuando el dramaturgo investigó sobre Nerón, aquel emperador que encerraba al público con el ejército para que nadie se escapara de la función. Si hay algo que llamó la atención d estos espectadores fue cómo se resignificó el texto constantemente en la actualidad.
Luego de tres años de proponerla para su programación, Leticia González de Lellis (quien interpreta a Agripina y Popea, madre y esposa de Nerón) y Osqui Guzmán lograron el ansiado estreno en la sala Orestes Caviglia.
El resto del elenco está conformado por Manuel Fanego, Pablo Fusco, Javier Lorenzo, Fernando Migueles y Pablo Seijo, en caracterizaciones adonde afloran los guiños a figuras populares como Maradona.
“Enobarbo” es el apodo de Nerón e implica el debut de Osqui Guzmán dirigiendo un texto que no es suyo. Para esta tarea se tornó crucial su asistente, Juan Manuel Wolcoff, quien también lo acompaña en El centésimo mono y es su asesor artístico en el teatro.
El autor de Absentha y Rodando imprime en esta obra el ritmo del match de improvisación. La escenografía es funcional: unos cuantos bancos blancos sirven para múltiples usos y delimitan los espacios. Gabriela Aurora Fernández realizó el vestuario que evoca las bolsas de harina y cereales de la época en la cual la Argentina era el granero del mundo.
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