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Espectadores de los espectadores

El encuentro "Sábados en obra” tuvo como protagonista, el pasado 30 de septiembre, a Todo lo cercano se aleja, de Laura Paredes, que charló con el público sobre su debut como autora y directora en el Teatro Cervantes.

Sábados en obra es el nuevo espacio abierto a lxs espectadorxs que propone el TC-TNA como un “conversatorio” en torno a la programación. El último sábado de cada mes por la mañana, el público se acerca al antiguo edificio para hacer algo distinto a lo habitual: compartir opiniones y debatir. Este espacio tiene como objetivo reconstruir las obras presentadas en una charla descontracturada, con la guía y coordinación de Aimé Pansera y Juan Pablo Gómez, miembros del área de Gestión de públicos del teatro.

A lo largo del encuentro, lxs concurrentes navegaron el mar que propone la obra y se dejaron llevar por el vaivén de la marea de Todo lo cercano se aleja, en un oleaje de diversas opiniones, observaciones, reflexiones e interpretaciones. Desde la iluminación hasta la escenografía. De la espuma que roza las costas a los secos médanos. Del título a la actuación. De la realidad a la ficción. Del aroma a salitre que desprenden las olas, a las piedras que asoman cuando la marea baja. Tantas cosas sin palabras esperando ser expuestas. Todas las disquisiciones presentes en la sala. Vuelven las mismas miradas que hacía un tiempo habían disfrutado durante una función en la sala Orestes Claviglia.

No hay actorxs, escenario y tampoco hay acomodadorxs… sólo espectadorxs. La luz del faro que iluminaba la playa de Todo lo cercano se aleja iluminó y guió todas las ideas exhibidas a un ámbito totalmente descontracturado, de confianza y cercanía.

Como en las artes escénicas es habitual, siempre hay algo especial y en esta edición de Sábados en obra, asistió Laura Paredes, la dramaturga y directora de la obra. Contó experiencias de la época en que estudiaba dramaturgia en la EMAD y cómo su texto fue seleccionado a partir de la “Convocatoria de proyectos teatrales para la programación 2017” del TC-TNA. Se refirió a la experiencia de poner en escena una de sus obras en el Cervantes como algo genial y hermoso. Este año, vemos una vez más al Teatro Nacional abriendo puertas a los clásicos pero sin dejar afuera al teatro contemporáneo, que viene con la tradición del teatro independiente. Asimismo, contó que jamás paró de buscar el optimismo del público, afirmación que se ve reflejada en su participación en el encuentro. Dijo que la obra se ‘toqueteó’ mucho durante los dos meses y medio en cartel y el equipo de trabajo contribuyó para que sea posible.

Una espectadora opinó que pudo apreciar durante la obra un conjunto de situaciones cotidianas que la hicieron sentir que estaba presente, que “estaba ahí”: “Eso es el teatro para mí, esa es la magia del teatro”, dijo con cierta emoción y cordialidad. La palabra del espectador, la palabra que vale. Ese sábado se produjo un íntimo intercambio con el público al compartir, directora y espectadores, experiencias personales, decisiones creativas e ideas sobre distintos elementos: la playa como escenario, el recurso del tiempo, la pérdida, la desesperación, los silencios.

La marea subía y una red de ideas se expandía: "¿Qué es el humor? ¿De qué nos reímos?", se preguntó la autora y detalló que dentro de su obra ve al humor como la contracara de la tragedia, “reírse de lo que te parte el alma”. Además, la escenografía jugó un papel importantísimo: la realidad de las carpas playeras y la falsedad de la arena, dos decisiones aparentemente paradójicas que se combinaron para crear la escena. La obra plantea un conflicto que atrapa al espectador, quien sabiendo que el tiempo se acaba, espera su resolución. La autora supo perfectamente cómo manejar el oleaje de sentimientos que cada espectador sintió hasta el momento final.

Cuando parecía que todo se apagaba, la sala se convirtió en un ensayo musical. Durante el encuentro, el ambiente cálido nos llevó a distintos escenarios veraniegos del teatro y del cine; uno de ellos fue una escena de Cuento de verano, del francés Eric Rohmer (1996). Las voces de todxs los presentes se unieron para cerrar emotivamente el encuentro y, conducidos por Aimé, recreamos en castellano “La hija del pirata”, canción de la película. Sin dudas, un nuevo sábado en obra.

Ese sábado, en medio de las reacciones e intervenciones del público, lxs jóvenes periodistas experimentamos ser, cada uno, espectador de espectadores.


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