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Antes muerta que sencilla


Pioneros del transformismo

Entrevista a Gustavo Liza y Oscar Larrea “La Cacho”

¿Cómo fue su carrera artística, cómo la pasaron en el teatro? Gustavo Liza: Trabajé con público toda mi vida y el público es público, en un teatro, en un sótano o al aire libre... Pero acá estamos acostumbrados en este país que el artista es el que sale en la tele y si no salís en la tele no eres artista, si no trabajás en el Nacional o en el Maipo no sos artista, porque trabajas en un sótano en el Abasto. Y ahora estoy ansioso por ir a Europa a trabajar donde Copi es Copi (subraya) y los actores son considerados Actores, con mayúsculas. Acá no, acá vale más una tontería que diga Susana Giménez que un discurso de Nora Cárpena o vale más Showmatch a programas culturales, que hoy en día no hay. Oscar Correa: El de (Gerardo) Rozín G. Liza: Me encanta lo que hace los domingos, con mucha música, grupos folclóricos que pensé que estaban muertos todos los integrantes. Estoy harto de la novela turca. Mucha gente no puede acceder al cable porque sale una fortuna y en la televisión abierta hay programas que no interesan o no se entienden porque el nivel cultural no es el mismo lamentablemente; entonces confunden a la población. Pero estoy feliz de trabajar en el Teatro Cervantes en una obra tan importante como las de Copi con grandes actores que me consideran un par. Porque si venís de otro “palo”, del under, sos diferente. No es la primera vez que trabajo así, trabajé con primerísimos actores y hay actores… ¡y actores! O. Correa: Igual depende de cómo te trate la vida. Yo tuve la suerte de trabajar con muchos dentro del ambiente under y depende de cómo uno se comporte en la vida o como uno se pare frente al otro. G. Liza: Pero acá se forman como sectas. Sí, Correa, vos fíjate que los mediáticos se juntan con los mediáticos y se creen estrellas porque vos ves a Guido Suller, “amigo” del Mago sin dientes (se ríe), Lito Cruz es amigo de Facundo Arana y, según los puntos que están en la tele, este transformista con este transformista. Es así, todo está muy separado, no hay una unidad actoral donde puedas debatir con ellos, tener posibilidades de trabajo y si sos del grupo de los mediáticos te contratamos para una propaganda de “tampones” que nunca fallan, es así. Y me asquea que la televisión dedique tantas horas a esa gente que no te hace nada. Por ejemplo, Natasha Jaitt diciendo que tuvo una relación con Diego Latorre. Quiero que me cuenten lo que están haciendo bien para la gente, algo con lo que digas ¡qué bueno que estoy mirando la tele! Un artista me habla sobre sus proyectos, dónde puedo ir a verlo a tal lugar... No me interesa la vida de la gente. ¿Por qué no ocupan esos espacios de actores y actrices con proyectos? G. Liza: Ahora Copi, gracias a Dios, tenemos lleno todos los días. De ese lleno, el 10% sabe quién es Copi y los demás vienen porque dicen “Copi” pero empieza la obra y, a pesar de que Copi es muy cómico por lo absurdo, la gente esta “así” (hace gestos de aburrido o serio), no escuchamos ni una palabra o una risa, porque ven nada más lo dramático, lo trágico. Y se ríen cuando Irina (Rosario Varela) se corta la lengua, es morbosa la gente. Pero entonces no entienden nada, vienen porque es moda venir a ver Copi. O. Correa: Por Benjamín Vicuña. G. Liza: Me encanta como Eva, con ese acento chileno me mata y además, es un tipo grandioso, es buen compañero, divino; y Juan (Gil Navarro) es fantástico pero te digo la verdad: ¡a veces nos toca cada uno! Igual a mí no me importa, trabajo hace 38 años en esto. O. Correa: ¿Ya? Yo te conozco hace 32 años.

¿Cómo se conocieron? G. Liza: En un concurso de belleza que conducía yo y él fue de concursante. O. Correa: No... G. Liza: Sí, vos, la Barbie y Florencia. O. Correa: No, ¡en Pijama nos conocimos! G. Liza: Verdad, en Pijama. Con la Barbie en Bunker. O. Correa: Cuando lo vi a él, dije: “yo quiero hacer eso”. G. Liza: Lo que tenían los boliches gay de antes era que los artistas salían del teatro y reservaban mesa y lo llenaban. Ahora si un boliche quiere llevar a un artista, tiene que pagarle presencia. Cuando trabajaba, me acuerdo, miraba una mesa y estaban Marilú Marini, que me conoció allí, o Graciela Borges, Enrique Pinti… todos iban. Y ahora no, hay que pagarles. ¿Cómo fue su experiencia en Club 69? O. Correa: Fue fantástico, la felicidad absoluta, trabajar en grupo grande, producciones maravillosas, un grupo humano fantástico. Hace dos años que no estoy pero voy el día del amigo o aniversarios. G. Liza: Me encanta el trato que le dieron a La Cacho en el boliche, porque les gustaba el arte que hacía, porque las producciones lo pusieron como figura principal, como el emblema del lugar: si había temática griega, era la diosa griega y si era egipcia, era Cleopatra. O. Correa: Lo que extraño son los viajes, fuimos a Brasil y fue increíble. G. Liza: En Morocco tuve la oportunidad de trabajar con La Cacho, dos meses. O. Correa: Y quedaste “montada” (quedarse vestido o ir vestido de mujer a algún lugar. Antes se decía travestido ahora es montada y más si estás producida). G. Liza: Hacíamos un desparramo con Correa allí. ¿Hubo alguna época de oro en esos boliches? G. Liza: Bunker fue el mayor boliche gay de la Argentina. Trabajaba Susana Giménez, Jorge Luz e infinidad de artistas; y el modelo porno gay más importante del mundo también. Trabajé seis años seguidos. O. Correa: Entonces yo me iba a boliches como Morocco y a restaurantes. G. Liza: Lo primero que hice fue en un teatro. Había uno en Paraguay y Florida, un sótano, la obra se llamaba Nosotros, los alegres, basada en una experiencia gay en un boliche. ¿Y qué recepción había en ese momento? G. Liza: ¡Te agarraban a palos! Te llevaban preso cada dos minutos… Entraba la policía con ametralladoras, “todos contra la pared, prendan las luces”. En el 76 empecé a trabajar en el ejército y zafaba porque tenía la credencial. Me veían pintado como una puerta y no me podían decir nada.

¿Trabajabas en el ejército? ¿Qué hacías? G. Liza: Soy mecánico en armas de guerra. O. Correa: (se ríe al ver nuestro asombro). G. Liza: Así que cuidado porque tengo una puntería (se ríe). Y una vez sola me llevaron a la comisaria, les dije que tenía que ir a trabajar y me dieron suba igual. Después me largaron. Pero antes te llevaban, te encontrabas con alguien, te saludaba con un beso, venían y te separaban, te preguntaban “¿de dónde se conocen?”, te hacían perder tiempo y te llevaban. O. Correa: Para mí, Pijama fue uno de los mejores boliches de la historia. G. Liza: América no es lo mismo. El tipo de público y las noches fueron cambiando, se pusieron más heavy. O. Correa: Sí, por ejemplo, cuando yo salía no tomaba alcohol, ni drogas, era ir con amigos a levantarse minitas pero nada más. Luego, cuando di vuelta la página, ya no (risas). G. Liza: Yo sí me metí de todo en el cuerpo, me tendrían que tener embalsamado (carcajadas). Pero hay un edad en que uno dice hasta acá. O. Correa: Me subí a la calesita y me bajé. Si querés vivir la noche, date una vueltita y bajate, hay mucha gente que dice que no puede dejarlo y no puedo entender cómo se hace tan adicta. ¿Alguna vez salieron a escena en estado de ebriedad? G. Liza: Sí, muchísimas, pero nunca se dieron cuenta porque no andaba balbuceando ni cayendo. Hay compañeros que sí, se caían mucho y se les trababa la lengua. Imaginate que lo mío eran monólogos e improvisar. O. Correa: Para improvisar tenés que estar atento, con la cabeza abierta a cada contestación, tenés que contestar y retrucar, como tener un radar y pensar diez mil veces más rápido que la gente. G. Liza: Acá se ríen de cualquier cosa, se ríen de algo morboso y, al otro día, dicen “qué horrible” y entonces, ¿por qué te reíste? Hay gente que le llama humor a la puteada. ¿Cuál sería la tradición del transformismo en la Argentina? O. Correa: Están las drag queens y las transformistas que, para mí, hay una gran diferencia. Las drags no hablan, es el show, el aspecto, la ropa y el maquillaje. Las transformistas tenemos más rasgos femeninos, seguimos nuestras líneas. G. Liza: Y hacen culto del playback de grandes cantantes o ridiculizaban canciones de grandes cantantes. Nosotros respetamos lo que realizaba cada uno, si había que hacer a Violeta Rivas o Isabel Pantoja uno solo lo hacía pero ninguno se hacía mala sangre y hasta nos íbamos a ver entre nosotros y nos aplaudíamos. Ahora van a copiarse, lamentablemente. Yo me considero un ícono del transformismo de los 80 porque cuando empecé no había transformistas. Estaban las travestis como Vanessa Show. Los transformistas aparecieron a fines de los 70 como Walter Soares o yo. Siempre está la imitación de la diva…

G. Liza: A veces se ridiculiza pero no de una manera agresiva, siempre con una manera fina. Yo imitaba a Violeta Rivas y ella me odiaba pero al marido, el cantante Néstor Fabián le encantaba. O. Correa: La gente se reía, era bien sano. Hice a Natalia Oreiro, el tema Tu veneno, en el 90.


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