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Una Garbo hombre, mujer, rata y trans


Hernán Franco, actor de El homosexual o la dificultad de expresarse

Hernán Franco es la Señora Garbo, en El homosexual o la dificultad de expresarse, una actuación consagratoria para el actor que se reunió con dos jóvenes periodistas para contarles cómo lo hizo, qué significa Copi en el TC-TNA y qué opina del transformismo.

¿Cómo llegaste a ser parte de esta propuesta de Copi?

Me formé en la Universidad Nacional de las Artes (UNA) y en esos años de estudio conocí a Copi. Gracias a la facultad leí algunas de sus obras principales: Eva Perón, Cachafaz y algunos cuentos. Ahí me quedó la sensación de que era un autor increíble. El año pasado se hizo el casting y nos pidieron de la producción del Cervantes hacer un trabajo práctico sobre los textos de Copi. Actuar en el Teatro Nacional Cervantes bajo una dirección franco-argentina, en la nueva gestión de Alejandro Tantanian y encima hacer Copi era un combo impensado para mí. Toqué el cielo con las manos. Pasaron quince días en donde me limé la cabeza en leer todo lo máximo posible y armar algo para presentar. Así fue, lo presenté, ese mismo día hice el casting y después Marcial (Di Fonzo Bo) y Alejandro (Tantanian) decidieron que estuviera en el proyecto.

¿Cómo fue el proceso de ensayos?

Fue un poco arduo, intenso y en muy poco tiempo. Antes del segundo casting no conocíamos qué se iba a hacer y recién ahí nos dijeron que las dos obras iban a ser Eva y El homosexual o la dificultad de expresarse. No sabíamos el orden pero leímos algunas partes y afortunadamente hice el casting con Rosario Varela, quien finalmente es mi compañera en este proyecto. Ella es un tema aparte, una actriz increíble, nunca había trabajado con ella. Creo que mucho de lo que pudimos hacer fue gracias a Juan Gil Navarro, a Rosario y a una dinámica de grupo rodeada de mucha gentileza, amabilidad, trabajo en común y también de una dirección bien concreta, con mucha personalidad como la de Marcial. Todos sabemos que no es fácil hacer Copi. El grupo es impecable. Los ensayos fueron todos los días desde las dos de la tarde hasta las nueve de la noche. Mi vida se basaba en comer, dormir, levantarme, repasar el texto, ir a ensayar y volver a dormir y así. Fue intenso durante 20 días. De todas formas, aún en las funciones sigo investigando de qué se trata y qué es Copi.

¿Cómo es la experiencia de actuar en el Teatro Nacional Cervantes?

Es la primera vez que piso este escenario, no sé si tengo la dimensión todavía. Es una excitación y es muy estimulante para cualquier actor, me atrevo a decirlo. Pero estar en el Cervantes haciendo Copi, con todo lo que eso significa es meterse en la historia misma del teatro. Uno aunque no quiera trabaja lo momentáneo, pero una parte de la historia te toca como actor. Y pasar por esta “vidriera”, por así decirlo, por este flujo que es el Cervantes tiene una potencia para actuar que es impresionante. Es un desafío muy gustoso, hay algo en Copi que se desdobla todo el tiempo, es una potencia.

¿Qué pensás del hecho de que Copi, finalmente, llegara al teatro nacional?

Tiene que ver con la gestión, supongo. Copi es igual a la lucha del imaginario y quizá se necesitaba un poco de eso. El Cervantes siempre promulgó textos buenos, obviamente argentinos, clásicos, con actores que aportaban a ese lenguaje y me parece que hubo poca apertura a abrir cambios. Es un campo de resonancia de muchos otros lenguajes y de muchos otros actores que vienen de otro palo, de otra forma de ver teatro, de otras maneras de estar ahí o de percibirse en la escena. Y no por nada Copi tiene eso también, la irreverencia, la mutación constante, los cuerpos dentro de los cuerpos y, por sobre todo cierta ruptura, la de la idea de personaje. En los personajes de Copi hay una alteración muy fuerte en la idea de que en el mismo plano sos hombre, mujer, rata y trans. Hay una cosa ahí muy dispar que, supongo, para la señora que viene acostumbrada a ver Las de Barranco es un poco impactante y miserable de alguna manera. Se deben preguntar ¿qué están haciendo? Me parece que en El homosexual... aparece un Copi mucho más atroz, mucho más fuerte que en Evita.

Hernán Franco en el papel de la Señora Garbo

¿Qué se siente actuar Copi?

Creo que cualquier actor quisiera actuar Copi. Es una teatralidad surreal, estirada, torcionada, que despliega desde adentro y hacia afuera. Aparecen un montón de signos y un montón de alteraciones que son muy gustosas de actuar.

¿Cómo te encontraste con tu personaje? ¿Te resultó extraño?

No me sentí raro, hasta te podría decir que me siento cercano. Me costaría pensarme en un teatro más naturalista. Cuando actúo la Garbo hay algo de actuar por partes. Copi venía del dibujo y todo ese hielo que propone Marcial tiene algo del papel en blanco. Más allá del personaje, Copi actúa algo del tiempo, de un tiempo al lado de otro o dentro de otro. Siento que actúo proporciones. Es muy finito el límite. En un segundo puedo estar llorando, en otro pegándole a alguien o ser violentado. Esa fricción, esos choques tienen que ver con algo de la esencia de Copi, y Garbo tiene eso todo el tiempo. Uno actúa la firmeza sabiendo y teniendo la percepción que el que lo recibe nunca va a tener un signo claro de lo que está viendo. Es implementar fuertemente dudas, pero desde una firmeza total. Aparte del personaje, de quién es Garbo o qué hace, me traté de ubicar en si hay un cuerpo Copi y qué pretenden las obras, qué formas tienen, cómo se actúa.

¿El transformismo argentino está dentro de esa tradición?

No sé si lo relaciono a Copi directamente con eso, me parece que es un ser bastante particular. Me parece que ni siquiera es la sexualidad el eje de su trabajo, no tiene que ver con ser el hombre o la mujer, sino con cierta situación que puede llegar a ser cualquier cosa. En ese sentido, es Copi, nada más. Si lo tuviera que asociar a algún tipo de categoría, lo pondría en una situación surreal, con cierta mutación de la materia, una cosa mucho más amplia que el género. Son cuerpos rotos, cuerpos trazados por muchas líneas, que se expanden de la condición humana.

Pero la obra toca el tema trans: ¿Qué opinás de tu personaje en ese aspecto?

Es una lucha, la lucha por el imaginario. Soy hombre pero también soy mujer y en un momento tengo un virus y me transformo en una rata y después paso a ser una serpiente y al rato me saco la piel y soy el Papa argentino en la red de trata. Copi venía de la performance, era actor y eso se por lo que escribe también desde la actuación. Hay un montón de cosas que circulan alrededor de ese hombre que tienen que ver un poco con el género, el transgénero, la apertura sexual, corporal, de los movimientos minoritarios, todo eso existe. Y paradójicamente con Marcial nunca hablamos de trans, nunca nos sentamos a hablar de qué es ser hombre y mujer, es como que se entendía como otro objeto más.

¿Cuál es tu opinión sobre romper los paradigmas teatrales establecidos?

Si el teatro arma lenguajes, es una organización de cuerpos y tiene una manera de hablarle a cierto público que se junta para resonar con eso que se ve, me parece que es impecable. Por ejemplo, Ricardo Bartis sigue luchando para que aparezca algo de eso. Adhiero a esa lucha por insertar o descentrar las líneas principales de la actuación. Hay que asociarse a autores y hacedores, a investigadores y a todas las personas que tengan nuevas lecturas para ver o reversionar el lenguaje. Copi es uno de ellos y me da felicidad total formar parte de este proyecto. Festejo la idea de pertenecer a una época que lucha por desbaratar esas líneas principales, que pueden ser buenas o malas, pero que no pueden permanecer cristalizadas.


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